Juan Antonio Labat, director general de Feique: “Los impuestos ambientales no son gratis: los acaba pagando la industria, el consumidor o el empleo”

La Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) acaba de presentar una estrategia que perfila los grandes retos del sector para enfrentar con éxito la transición energética. La captura y uso de CO2, el hidrógeno verde o el reciclado químico son las tecnologías más prometedoras y estarán disponibles en 2030

La química es la industria que, en España, lidera la inversión en I+D+i, destinando anualmente más de 1.000 millones de euros a este área. Su apuesta la revela como vanguardia en economía circular y alternativas para procurar la descarbonización. A las puertas de la recuperación económica, Feique detalla el camino que, entiende, debe seguir su sector y, más allá, las instituciones y otras industrias, para avanzar en sostenibilidad.

¿Cómo está afectando al sector químico el incremento de los costes energéticos y de las emisiones de CO2?

La preocupación es máxima, tanto por la electricidad como por el gas. En muchos productos la demanda global sigue siendo muy alta y se puede trasladar parte del coste, pero cuando empiece a normalizarse la demanda, si los precios energéticos no decaen, todos los sectores industriales tendrán serios problemas para competir. En el caso de la electricidad, tanto el precio del CO2 como el del gas ponen en evidencia los defectos de un sistema marginalista que carece de mecanismos de corrección.

El hecho de que dos elementos tan volátiles como el gas y el CO2, que suponen entre el 10 y el 15% del suministro, marquen precio para todas las tecnologías sin ningún tipo de ajuste, es algo que tiene que solucionar Europa. España se ha lanzado abiertamente a intentar corregir este sistema, pero Europa tiene que afrontar un nuevo mecanismo de revisión del sistema de fijación de precios.

¿Cree que este hecho va a generar mayor tensión de cara al próximo año?

Lo importante es que se abra el debate en Europa para ver cómo podemos ajustar el mercado marginalista y también el del CO2. No es viable que todo el mundo pueda invertir en un mercado físico, como el del CO2, sin tener una posición. Se ha generado un modelo mixto que no funciona y está expuesto a los especuladores internacionales haciendo que el precio del CO2 esté mucho más alto de lo que debería ser un nivel natural. La UE ya ha intervenido alguna vez para retener derechos y que subiera el precio; ahora podría poner más derechos para que bajara el precio, aunque lo principal es corregir el funcionamiento a largo plazo. Lo advertimos al inicio del mercado del CO2, pero sabemos que son ingresos de los Estados y de la Unión Europea.

Los impuestos ambientales no son gratis para nadie: los acaba pagando la industria, el consumidor o el empleo. Al final, todo tiene consecuencias aguas abajo.

¿Qué le parece la opción que plantea el Gobierno de iniciar las subastas de energía primaria para el consumidor industrial?

Es un mecanismo que hemos demandado en numerosas ocasiones porque así podremos obtener un precio más competitivo. Lo ideal sería tener acuerdos bilaterales en el suministro de la energía y no estar expuestos a un mercado mayorista cada vez más volátil, por lo que consideramos que es un gran avance, a expensas de conocer los detalles de su funcionamiento.

¿Esta medida fuerza a las empresas del sector a convertirse en consumidoras directas?

Estoy convencido de que las empresas industriales cada vez tenderán más al autoconsumo y bilaterales a precio fijo, e irán reduciendo su exposición al mercado eléctrico. Todo ello también a la espera de que las tecnologías del hidrógeno y almacenamiento vayan alcanzando niveles de desarrollo y precio competitivos. En realidad, el objetivo es garantizar el suministro a precios competitivos, estables y a largo plazo, algo que el mercado está cada vez más lejos de ofrecer, salvo que a escala europea se determine un nuevo modelo de fijación de precios, porque el actual es obsoleto.

Feique ha presentado “Welcome to 2030: Tecnologías químicas para un futuro sostenible” que recoge los desarrollos tecnológicos que está generando la industria química para afrontar la emergencia climática. ¿Cómo nace esta estrategia de sostenibilidad y qué objetivo tiene?

Es parte de un plan más completo que hemos desarrollado junto con los sindicatos y que también contempla otras áreas como la calidad y el futuro del empleo o la generación de riqueza en nuestros lugares de implantación. Esta primera área avanza las tecnologías que va a desarrollar la industria química para hacer el mundo más sostenible y que Europa pueda cumplir con los objetivos del Green Deal. Ahora, el siguiente paso es fijar en qué periodo concreto seremos capaces de aplicar u ofertar estas tecnologías en el mercado de forma competitiva.

La idea es presentar la estrategia al gobierno en el primer trimestre de 2022, y comprometernos a desarrollarla implantando indicadores de seguimiento para ver si estamos avanzando en la línea esperada. Muchas cosas dependerán de nuestros propios desarrollos y otras del marco normativo.

¿Qué papel puede desempeñar la industria química en la transformación de la economía hacia un nuevo modelo circular y descarbonizado que está procurando la UE?

En la parte de economía circular una de las claves es la captura y uso del CO2 como materia prima, porque, aunque la captura se puede realizar en diferentes procesos industriales, es la industria química la que puede utilizarlo -ya lo está haciendo- como materia prima para fabricar otros productos, promoviendo simultáneamente la circularidad y la descarbonización. Sin embargo, para que el desarrollo de las tecnologías de captura sea un éxito en nuestro país, es preciso que dispongamos también de infraestructuras de almacenamiento de CO2 y de un marco legal eficiente.

La otra gran baza es el reciclado químico. Este último, en el caso de los plásticos, permite un ciclo de recuperación infinito y, además, complementa al reciclado mecánico, que solo es útil cuando los plásticos son polímeros simples o no están contaminados por otras sustancias. Pero para desarrollarlo plenamente es necesario que se reconozca legalmente como parte del reciclado. Hemos presentado enmiendas a la ley de Residuos y Suelos Contaminados solicitando esta consideración, porque el reciclado químico no sólo es nuestra gran apuesta, sino que también serviría para impulsar la economía circular. No en vano, este sistema contempla un índice de recuperación del 80% por cada kilogramo y unidad de plástico que está en vertedero, mientras que el 20% restante permite fabricar combustibles o sustancias orgánicas que podemos utilizar posteriormente en diversas aplicaciones o en nuestros propios procesos.

¿Ha solicitado la industria química un Perte para desarrollar este tipo de proyectos?

No hemos pedido un Perte específico para nuestro sector, pero sí hemos solicitado uno para grandes proyectos estratégicos de la industria que permita atraer iniciativas muy superiores desde el punto de vista del volumen de inversión. Los parámetros actuales del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se mueven en umbrales de apoyo financiero poco atractivos para proyectos que superen los 40 millones de euros.

También hemos pedido apoyo para el desarrollo del Hidrógeno y otros transversales relacionados con la descarbonización y la economía circular. De hecho, respecto a esto último, se han presentado muchos proyectos de reciclado químico, de reciclado de residuos sólidos urbanos o de metales, y existe la posibilidad de que se desarrollen en España si los incentivos son adecuados. Debemos recordar que estamos competiendo con otros países y áreas geográficas para atraerlos, y si lo logramos podríamos situarnos a la vanguardia en el sector del reciclado y la recuperación de materiales.

¿Qué aplicaciones se están desarrollando en el ámbito de la captura y uso del CO2?

Ya se está utilizando para fabricar productos de nuestra vida cotidiana como aislantes térmicos para la construcción o la automoción, zapatillas o fibras textiles, pero también como producto intermedio para fabricar medicamentos, detergentes o cosméticos, etc., la aplicación es casi infinita porque podemos desarrollar la química orgánica partiendo del CO2. Actualmente nuestro sector utiliza el 5% del petróleo que se consume en el mundo para sus procesos productivos, pero este porcentaje se irá reduciendo y nuestro objetivo es que mucho antes del año 2050 no necesitemos ningún combustible fósil para producir.

¿Cómo podría ayudar a reducir las emisiones a nivel global la implantación a gran escala de esta tecnología?

Con los sistemas actuales se podrían reducir entre un 20% y un 30% todas las emisiones de CO2, y eso suponiendo que solo capturásemos las emisiones de proceso, es decir, sin considerar la captación del CO2 disperso en el medio ambiente. A medida que las tecnologías se desarrollen y sean más eficientes este porcentaje irá aumentando.

¿Qué tipo de innovaciones se están desarrollando para incrementar la eficiencia y ahorro energético?

En energía eólica, por ejemplo, los aerogeneradores han evolucionado para operar de forma cada vez más eficiente gracias al uso de materiales suministrados por la química. Se ha pasado de prototipos de menos de 100 kw, con torres de 12 metros, a aerogeneradores multimegavatio con un rango de potencia unitaria de entre 2 y 5 MW que miden entre 100 y 140 metros de altura.

Sin embargo, el cambio fundamental se dará en el ámbito de la energía fotovoltaica. Los paneles han ido evolucionando de las celdas de silicio a nuevos materiales capaces de generar una mayor eficiencia de conversión de potencia. Una de las tecnologías que tendrá más recorrido será la fabricada a partir de las perovskitas, un material de estructura cristalina que absorbe muy bien la radiación solar con muy poco material, son mucho más baratas y versátiles que el silicio.

Pero más allá de aumentar la eficiencia de las renovables es necesario avanzar en almacenamiento. El día que seamos capaces de almacenar energía de forma consistente y competitiva se acabará el problema energético, incluyendo el de los precios.

En este punto, las baterías van a desempeñar un rol fundamental...

Los proyectos de investigación centrados en el desarrollo de sistemas de almacenamiento se han disparado en los últimos cinco años. La clave está en mejorar su eficiencia y el número de ciclos de carga y descarga que pueden soportar, pero también en hacerlas sostenibles, eficientes, seguras y fáciles de reciclar. Creo que a medio plazo habrá diferentes tecnologías en el mercado y se utilizará la más adecuada para cada ocasión.

¿Qué perspectivas tiene el sector químico para el desarrollo del hidrógeno verde?

Hay una gran apuesta, aunque a día de hoy no es competitivo y a corto plazo no parece que lo vaya a ser de forma generalizada. Nuestro sector tiene un importante know how en hidrógeno, pero casi todo el que se obtiene actualmente proviene del reformado de gas.

Una vez que sea competitivo frente a otras alternativas, el hidrógeno renovable podría representar entre el 10% y el 20% del consumo energético mundial y reducir un 35% las emisiones a nivel global. Pero para alcanzar estas cifras lo antes posible, más allá de incentivar la investigación, el desarrollo tecnológico o la inversión, es necesario que la UE apoye al productor o al consumidor para que la expansión sea más rápida y resulte económicamente viable su producción.