El Delta del Ebro impulsa el cultivo de arroz sostenible

El proyecto Organic Delta Rice analizará en los campos de la zona las ventajas e inconvenientes de la sobreinundación y la siembra en seco con el objetivo de determinar las ténicas más apropiadas para cultivar este cereal bajo las pautas ecológicas e incrementar su producción

Determinar cuáles son los fertilizantes orgánicos óptimos, escoger las variedades de arroz más resistentes y, sobre todo, controlar la proliferación de malas hierbas sin productos químicos. Éstos son los tres ejes sobre los que pivota Organic Delta Rice, el proyecto que procura, desde 2019, optimizar e incrementar la producción de arroz ecológico en el Delta del Ebro y que, ahora, describe un paso adelante implicando directamente a regantes, productores y cooperativas arroceras de la zona. Las conclusiones obtenidas al finalizar esta nueva fase se plasmarán en una guía de herramientas y protocolos para facilitar la apuesta por el cultivo sostenible del arroz en la zona.

Más allá del tipo de fertilizantes o las variedades de arroz, el coto a las malas hierbas sin herbicidas supone para los regantes y productores la problemática más compleja. Por eso, Organic Delta Rice focaliza esta nueva fase del proyecto, que se extenderá hasta el 2022, en responder a esta necesidad de control de forma sostenible observando los tipos de siembra, la que se realiza en seco y, principalmente, la más tradicional y extendida, la siembra por inundación.

Para esta segunda alternativa, aplicada en la mayor parte de las 22.000 hectáreas dedicadas al cultivo de arroz en el Delta del Ebro, se analizan ahora las ventajas de la sobreinundación de los campos durante los primeros días de la siembra o la práctica, esta más antigua, de la ‘falsa siembra’, que supone inundar el arrozal para, de esta forma, precipitar la aparición de las malas hierbas y poder así eliminarlas antes llevar a cabo la plantación. Para ambas alternativas se estudian también prototipos de maquinaria específica.

La investigación Organic Delta Rice, aupada por Agroserveis.cat y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de Cataluña (IRTA), encuentra su pauta en un trabajo doctoral dirigido por la Universidad de Barcelona. También instituciones como la Cámara Arrocera del Montsiá y la empresa Nomen participan de los procesos, y son ahora los mismos regantes y productores los que toman mayor protagonismo, siendo sus explotaciones los escenarios de las pruebas.

En España, actualmente, son 110.000 las hectáreas dedicadas al cultivo del arroz; el Delta del Ebro es, con sus 22.000, el tercer espacio de mayor concentración de arrozales, por detrás de los extremeños y andaluces. Y aunque su precio de mercado es mayor, el arroz ecológico representa apenas un 1% de la producción total.

Las principales rémoras para los productores se representan en el hecho de tener que emplear maquinarias específicas o alterar sus usos y costumbres tradicionales, aunque iniciativas como Organic Delta Rice, auspiciadas además por firmas como Nomen -cuya presencia es capital para la economía del Delta- tratan de ampliar ese discreto porcentaje, poniendo las bases para el desarrollo del sector.

Porque los acicates para los regantes son determinantes: la rentabilidad económica del arroz sostenible y ecológico, aunque más costoso de producir, duplica de largo a la del arroz tradicional, y la demanda del producto en el mercado no ha parado de crecer en los últimos años. Tanto, que los propios comercializadores, ante la falta de producción en España, se ven obligados a comprar el producto a fabricantes extranjeros.

Así, Organic Delta Rice plantea integrar en su guía práctica detalles sobre la viabilidad y rentabilidad potencial para regantes, ofreciendo la fotografía que combina los costes de producción -más altos en el caso del arroz ecológico- y su potencial precio.

Un camino marcado por la UE

La tendencia hacia la explotación ecológica es una tarea obligada. El cultivo sostenible continúa siendo una asignatura pendiente para el sector del arroz en España; si bien el porcentaje del Delta del Ebro, cerca del 2%, es superior al de la media nacional, queda todavía lejos de las exigencias europeas para 2030, cuando el 25% de la superficie agrícola deberá guiarse por pautas de producción sostenibles.