95 años de unidad de cuenca hacia un Ebro Sostenible

Cumplir 95 años para una institución significa haber alcanzado un importante grado de experiencia y refleja la pervivencia de su acción y su adaptación en estas décadas de intensos cambios sociales. La Confederación Hidrográfica del Ebro celebra su aniversario recordando el pasado, pero, sobre todo, trabajando en los enfoques futuros de la gestión del agua, adaptándola a un contexto de cambio climático y con el objetivo fundamental de la sostenibilidad.

Junto al principio de unidad de cuenca, inspiración de su creación, en estas casi diez décadas se han ido incorporando otros que han trascendido también en los modelos de gestión hídrica más allá de nuestras fronteras: el de la participación y el de la planificación.

El primero es crucial. El Real Decreto firmado por el Ministro de Fomento, D. Rafael Benjumea y Burín, Conde de Guadalorce, el 5 de marzo de 1926, por el que se crea la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro pone de manifiesto la necesidad de una gestión integral de los recursos hídricos en el ámbito geográfico de la cuenca fluvial natural y por una sola autoridad administrativa que garantice su gestión eficaz.

Por su parte, la participación de los usuarios es intrínseca al modelo de organización de las confederaciones a través de sus órganos colegiados. La posterior integración de las nueve Comunidades Autónomas con territorio en la cuenca y la aparición de nuevos actores ha transformado la participación para hacer más efectiva la implicación social en la gestión del agua. La complejidad de actores y de intereses es hoy reflejo de nuestra sociedad y seña de identidad de la gestión hídrica. Su adecuada integración constituye uno de los mayores retos de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Por último, la planificación se ha convertido en uno de los principios que la Directiva Marco ha trasladado a todas las demarcaciones hidrográficas europeas. Nos encontramos en la tercera revisión del Plan Hidrológico de la cuenca del Ebro con el objetivo de definir las medidas y propuestas actualizadas y viables que nos permitan avanzar con el máximo consenso posible en la consecución de los objetivos que, como país, nos hemos marcado en la gestión del agua.

La evolución de la Confederación ha corrido paralela a las necesidades de la sociedad. Nació a principios del siglo XX con el objeto de dar satisfacción a necesidades básicas: el suministro de agua de boca, la producción de alimentos y la contribución al sistema eléctrico nacional mediante la construcción de infraestructuras que han permitido el desarrollo social y económico del territorio y cuyo mantenimiento y explotación siguen siendo una ocupación constante del Organismo.

Junto a la cantidad, el objetivo de la calidad ha ido tomando cada vez más importancia con la mejora del bienestar de la sociedad. Hitos como la Ley de Aguas de 1985 o la Directiva Marco del Agua de 2000 han ido dando más peso a los aspectos ambientales del agua. Una mayor racionalidad en el uso, marcada tanto por los avances tecnológicos, como por la nueva visión de los ríos como ecosistemas fluviales que albergan una rica biodiversidad que hay que proteger, nos ha llevado al objetivo de alcanzar el buen estado de las masas de agua, compatibilizándolo con una satisfacción cuidadosa de las demandas. En este punto estamos en este momento.

Además, es importante no perder de vista el agua como un valor colectivo con nuevas visiones hacia fines recreativos, etnográficos, patrimoniales o culturales. Así y por ejemplo, los senderos fluviales, la navegación, la pesca, los baños o los paseos por los parques fluviales recuperan su importancia y van tomando un papel mayor entre las necesidades sociales.

El objetivo para el periodo 2021-2027, es el de un Ebro Sostenible. La sostenibilidad desde sus vertientes ambiental, alimentaria, energética, e institucional en un entorno cambiante.

La Cuenca del Ebro constituye el 17% del territorio español y solo el 7% de la población, pero garantiza el abastecimiento del 11% de la población española, tiene una clara y marcada vocación agropecuaria, produciendo alimentos para un equivalente al 20% de la población española y genera el 21% de la energía hidráulica del total nacional. Y ello, alcanzando ya el buen estado en más del 73% de las 929 masas de agua de la Demarcación y con el objetivo previsto de incrementar esta situación hasta el 81% en el año 2027.

Ese es el objetivo a conseguir: mantener nuestra aspiración de bienestar social, pero compatibilizándolo con un buen estado de las masas de agua. Para ello, las acciones propuestas apuestan por cinco ejes de trabajo. El primero es la mejora general del conocimiento de nuestra cuenca incorporando la información y las últimas investigaciones en la gestión, con especial incidencia en el cambio climático y facilitando, además, su divulgación a los ciudadanos. El segundo es la mejora general de la gestión para alcanzar mayor eficiencia en la gestión del recurso. El tercero, alcanzar el buen estado de las masas de agua controlando y reduciendo al máximo la contaminación urbana, industrial o agropecuaria. El cuarto es renovar la visión de la dinámica fluvial entendiendo los ríos como ecosistemas ricos en biodiversidad e incorporando medidas de carácter ambiental, como los caudales ecológicos. Por último, el quinto eje es la garantía de suministro a los usos esenciales de abastecimiento, regadío o energético.

En la Confederación, afrontamos así el camino hacia nuestro centenario con el reto colectivo de sostenibilidad ambiental y social y con vocación de seguir siendo un espacio común para una gestión integral y compartida de la cuenca del Ebro que aglutine visiones distintas pero complementarias y que impulse acciones comprometidas y solidarias en beneficio de la sociedad.