Electrificación y descarbonización, un ‘pack’ indivisible

El pasado mes de noviembre el Gobierno aprobó la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo, que marca la senda para alcanzar la neutralidad climática a 2050.

En la hoja de ruta de dicha Estrategia se indica que España deberá haber reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 90% respecto a 1990. Esto implica reducir los 334 millones de toneladas de CO2 equivalente emitidos en 2018 a un máximo de 29 toneladas.

Estos objetivos son un compromiso de país y avanzar hacia los mismos de forma ágil, eficaz y eficiente no es una opción, sino una obligación. Aunque ya se están haciendo muchas cosas por alcanzarlos, también es cierto que queda mucho por hacer.

Es en este punto en el que hay que hablar de electrificación, porque la electricidad ha demostrado ser el motor de la descarbonización. Es más, si no se incrementan los niveles de electrificación, será imposible que lleguemos a los objetivos de descarbonización.

El sector eléctrico es el que más ha reducido sus emisiones hasta la fecha y, según las previsiones, el sector que más va a continuar reduciendo a lo largo de la próxima década por su capacidad para integrar energías renovables y de llegar a todos los rincones de nuestro país. En concreto, en 2030 el 80% de la producción eléctrica estará libre de emisiones y este porcentaje será del 100% antes de 2050.

No podemos aplazar la transición energética porque el tiempo corre y cada año cuenta. Por todo ello hay que recurrir a soluciones que ya han demostrado su eficacia y competitividad: la más importante es la electrificación.

A pesar de que el total de producción eléctrica fue un 4% inferior en 2020 respecto a 2019, principalmente motivada por la crisis económica derivada del impacto de la pandemia, España generó un 11,6% más de electricidad de origen renovable. En total, las tecnologías renovables produjeron en 2020 el 43,6% de toda la electricidad en España, registrando así su mayor participación en el mix de generación desde que se cuenta con registros (año 2007), según los datos presentado por Red Eléctrica de España (REE).

Este es el camino que debemos seguir porque la electricidad, además de ayudarnos a cumplir con los objetivos marcados para alcanzar la neutralidad climática, también trae consigo numerosos beneficios.

Electrificar supone mejorar los problemas asociados a la calidad del aire de las ciudades. Problemas originados, principalmente, por el tráfico rodado y las calefacciones.

Con el cambio progresivo a los vehículos eléctricos, las emisiones contaminantes propias de los vehículos convencionales disminuirían hasta eliminarse por completo.

Y lo mismo ocurre con las calefacciones, otra fuente de contaminación que merece atención a la hora de enfrentar el problema de la contaminación urbana y que se puede reducir con el cambio de los equipos actuales a otros no contaminantes y soluciones más eficientes desde el punto de vista energético, como la bomba de calor eléctrica.

El abaratamiento de la factura energética es otra de las consecuencias positivas de la electrificación. Porque la electricidad, además de limpia y eficiente gracias a las renovables y a los equipos eléctricos de climatización, es también la opción más económica a largo plazo.

En este sentido, la aprobación del Anteproyecto de Ley para la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) avanza en la buena dirección.

Es un paso adelante hacia la electrificación por lo que aporta coherencia al proceso de descarbonización al involucrar a todas las energías para alcanzar los objetivos de la transición energética hacia una sociedad más sostenible y descarbonizada.

Esto reducirá el coste de la electricidad, lo que sin duda es una buena noticia no sólo para el planeta, sino también para los consumidores, que podrán acceder con mayor facilidad a ésta y aportar su grano de arena al proceso de descarbonización.

Por otra parte, un aumento de la electrificación puede ayudar a solucionar el problema de la España vaciada, porque hablamos de una actividad que tiene presencia en todo el territorio, gracias a unas infraestructuras de redes que llegan a todos los pueblos de España.

La disponibilidad de energía eléctrica en cualquier entorno rural nos permite mejorar nuestra calidad de vida, acceder a la tecnología y estar conectados para trabajar.

Además, gracias al desarrollo de las renovables y de las redes eléctricas en el territorio, se crearán nuevos empleos de valor añadido asociados al mundo eléctrico en estas zonas y en todas aquellas en las que se apueste por la electrificación: según el Gobierno, solo las inversiones en redes y electrificación generarán entre 23.000 y 44.000 empleos al año.

Por ello, electrificación y descarbonización son un pack indivisible que hay que impulsar para alcanzar la neutralidad climática y mejorar nuestra calidad de vida.