Mango fortalece su compromiso con la moda sostenible

La compañía apuesta desde hace años por reducir su impacto ambiental y presenta nuevas colecciones fabricadas con tejidos orgánicos y reciclados que reducen el consumo de agua, energía y productos químicos. También fomenta la economía circular y ha iniciado una estrategia para eliminar el plástico

Frenar los efectos del cambio climático se ha convertido en uno de los retos más importantes de nuestro siglo. Cada vez más negocios adaptan sus procesos productivos a fórmulas respetuosas con el medio ambiente e incluso industrias como la de la moda -la segunda más contaminante del mundo- están impulsando el uso de materiales y técnicas con menos impacto ambiental.

Consciente de los riesgos climáticos asociados a la actividad que desempeña, Mango apostó hace años por la sostenibilidad y la ha convertido en uno de sus pilares estratégicos.

Tanto es así que el 79% de las prendas que comercializa la cadena española ya tiene características sostenibles, y el objetivo es aumentar este porcentaje hasta el 100% el año que viene. En 2018, Mango se unió a Better Cotton Initiative (BCI) para fortalecer su apoyo al cultivo de algodón orgánico a escala global, y desde entonces el uso de este material en sus colecciones se ha incrementado hasta el 64%, si bien trabaja para que todos sus tejidos de algodón procedan de fuentes sostenibles en el año 2025.

Los planes de la compañía también pasan por aumentar la proporción de otras fibras sostenibles en su producción durante los próximos años. En 2020, el 19% de las prendas se confeccionaron con poliéster reciclado y la meta pasa por alcanzar el 50% en 2025. En los dos últimos años también ha aumentado hasta el 13% el uso de fibras celulósicas de origen controlado y para el 2030 todas las fibras de celulosa utilizadas deberán cumplir este requisito.

En esta misma línea, la marca acaba de lanzar un catálogo de productos textiles para el hogar con un enfoque sostenible. “El 75 % de los textiles están elaborados con tejidos como el lino y el algodón orgánico o siguiendo procesos sostenibles. Además, la producción de un 80% de las piezas se ha llevado a cabo en países próximos a España y se ha reducido el uso de plásticos en el packaging de los envíos”, destaca la enseña.

Alternativas de producción

Más allá de la composición, el pasado invierno la compañía lanzó una colección denim que, gracias a la aplicación de innovadores procesos de confección como el láser o el ozono, han permitido ahorrar 30 millones de litros de agua.

También ha presentado recientemente una línea de accesorios fabricados con tecnologías de impresión 3D y compuestos por materiales naturales que generan cero residuos. El desarrollo se ha llevado a cabo en colaboración con la startup 3D Comme des Machines, un grupo de artesanos especializados en la producción de prendas sostenibles a través de tecnologías de fabricación aditiva. El 90% de la colección está compuesto por materiales sostenibles, tales como abedul, terracota, cerámica, madera o plástico de origen vegetal biodegradable. “Cada gramo de residuo no generado se traduce en CO2 que no se libera. Es la forma de fabricación más sostenible que existe”, aseguran desde la empresa.

Reciclaje y residuos

En el ámbito de la economía circular, Mango cuenta con el programa de reciclaje Second Chances, un proyecto con el que se compromete a dar una nueva vida a los residuos textiles invitando a sus clientes a reciclar ropa y calzado de cualquier marca en los contenedores instalados en algunas de sus tiendas. La iniciativa, que se ha implantado en 11 países, cuenta con 619 contenedores en todo el mundo que han conseguido recoger 42 toneladas de ropa. Gracias a este programa en 2020 se lanzó la primera colección cápsula hecha con fibras recicladas de las prendas recogidas en los contenedores. Asimismo, desde principios de 2021 la compañía ha donado 385.000 prendas y accesorios de su stock para que se reutilicen o reciclen.

Más allá del sector puramente textil, el año pasado comenzó a suprimir las bolsas de plástico, una medida con la que prevé dejar de utilizar cerca de 160 millones de unidades anuales, apostando por el uso de un packaging natural de origen renovable.