El auge de la inversión sostenible en el ámbito empresarial
Estamos en pleno proceso de transformación del modelo económico -no solo energético-, y hablar de la inversión sostenible en el ámbito empresarial parece uno de los temas más recurrentes, dado su protagonismo como motor del cambio y canalizador de recursos de capital para la empresa. Para enriquecer las aproximaciones a la ISR, he seleccionado algunos aspectos que considero relevantes y que nos permiten tener una visión panorámica del momento que vive la inversión sostenible en nuestro entorno.
Es inevitable comenzar refiriéndonos a los riesgos climáticos, recordando que no estamos hablando de nada nuevo, si bien no es hasta la COP21 de París cuando realmente se materializan los compromisos y la comunidad internacional asume unos objetivos y un calendario común para “limitar el incremento máximo del calentamiento global respecto al periodo preindustrial, en 1,5ºC, y una reducción de las emisiones de CO2 hasta alcanzar el cero neto para el año 2050”.
Los siguientes pasos fueron la declaración de emergencia climática en la COP25 de Madrid, coincidiendo con la publicación del European Green Deal, que concreta y eleva los compromisos iniciales e inspirando el marco regulatorio de la Comisión Europea en materia de finanzas sostenibles.
Desde luego, nadie pensaba que el inicio del proceso iba a ser lento, pero tampoco tan rápido como el que estamos experimentando, acelerado con la crisis sanitaria del 2020. Estamos ante un auténtico reto para las empresas y el sector financiero, donde nadie quiere quedar descolgado.
Como referencias de implantación del marco regulatorio sobre sostenibilidad, baste ver la normativa sobre el Reglamento de Divulgación sobre Sostenibilidad (NFRD), que entró en vigor el 10 de marzo, y el cambio que ha supuesto para las gestoras de activos e intermediarios financieros con el objeto de que las empresas faciliten la información necesaria en materia de sostenibilidad para que las entidades financieras e intermediarios puedan cumplimentar, en su caso, los requisitos de información sobre la integración de los criterios de sostenibilidad en razón de la directiva 2014/95 ( NFRD).
Siendo la iniciativa pública la tractora del proceso de transformación, siguiendo los compromisos de los gobiernos, se entiende la relevancia de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales y los programas públicos de los fondos de recuperación, como el caso del Next Generation de la UE, así como la instrumentación de emisiones públicas de bonos verdes y sociales -sostenibles-, atendiendo a los presupuestos comunitarios y nacionales, que, sin duda, necesitarán el soporte del sector privado, atendiendo a sus propias reglas -oferta, demanda, riesgos, rentabilidad, etc.-, poniendo en valor el marco regulatorio, como el Plan de Finanzas Sostenibles, que establece mecanismos de integración de la sostenibilidad que serán determinantes en el caso de la Unión Europea.
Para poder dimensionar el proceso de transición ecológica, interesa subrayar que los volúmenes previstos de inversión sostenible alcanzan una cifra global entre 1,5 a 2 billones de dólares anuales de aquí al 2030.
Ante esta realidad, no podemos sino subrayar la necesidad de colaboración entre el sector público y el privado, con alianzas concretas y puntuales, así como de establecer políticas que incentiven el proceso de transformación del modelo energético, mitigando con medidas de protección pública los efectos negativos que, en un primer momento, puedan derivarse, sobre todo en la parte social -mayor coste de los suministros energéticos, reconversión de sectores altamente contaminantes, recolocaciones, etc.-.
En referencia al contexto de la Inversión Sostenible, es oportuno señalar que a los riesgos globales que comporta, se suman otros factores que agravan sus efectos, como el incremento de las expectativas de vida en los países desarrollados, el envejecimiento de la población, el incremento de la población en los países en desarrollo, movimientos migratorios, el fin del modelo de consumo intensivo, el impacto en el modelo productivo y los niveles de empleo, factores desencadenantes de las desigualdades económicas y sociales o pobreza en términos absolutos. Estas referencias conectan la emergencia climática con la social, superando el concepto de transición justa utilizado por la UE.
Como aspecto positivo, hay que poner en valor la reacción de la comunidad mundial ante estos malos augurios basados en la ciencia, contando con el papel fundamental de las economías más desarrolladas y su capacidad de aportar flujos de capital, público y privado, proveer de los medios financieros para cambiar el modelo energético y paliar estos riesgos colaterales de tipo social, con protagonistas internacionales que compiten por liderar el proceso, como la Unión Europea, China y Estados Unidos.
Como un breve diagnóstico del estado del mercado de la inversión sostenible, oferta y demanda en España, podemos afirmar que la inversión sostenible goza de buena salud y está preparada para adaptarse al marco regulatorio europeo, aunque aún falta un mayor desarrollo en la parte retail, con cifras de activos totales gestionados con criterios ASG altamente representativas.
La demanda institucional de la ISR ha encontrado en el mercado español la suficiente oferta de productos ASG, tanto de la mano de operadores nacionales como internacionales, eclosionando en los últimos cuatro años, con vehículos de inversión donde figuran carteras con empresas que cumplen los criterios de sostenibilidad.
Para concluir, insistir en el papel que todos los ciudadanos, como ahorradores e inversores particulares, estamos llamados a desempeñar, siendo los protagonistas, a la vez que responsables, de que la demanda de la inversión sostenible se potencie en España, materializándose en la contratación de los productos financieros ASG, ya disponibles en el catálogo de los grupos financieros y aseguradores más representativos de nuestro mercado. No nos queda excusa alguna.