Elena Moreno, directora de Green Cycles: “Además de visibilidad, en España falta apertura y compromiso con el concepto circular”

Elena Moreno es la directora de la empresa pionera en España en la fabricación de un material sustitutivo, en cientos de sus aplicaciones usuales, del plástico tradicional. Por el momento, Green Cycles exporta el 95% de su producción, pero confía en contribuir aquí, cada vez más, a procurar un cambio profundo de concepto.

Defiende Moreno que los materiales sustitutivos del plástico tradicional no son una alternativa, sino una necesidad para frenar la degradación del medioambiente. Y sostiene también que, en el mercado, hay un espacio adecuado para cada recurso, pero que se debe apostar por las soluciones que faciliten, igualmente, la implicación de los usuarios. En los últimos meses, además, la pandemia le ha dado la razón.

Las bolsas de lavandería que fabrican han desempeñado un papel fundamental durante la crisis del coronavirus, sobre todo en hospitales. ¿Cómo han contribuido a evitar los contagios?

El material en el que están diseñadas es hidrosoluble, biodegradable, compostable y no tóxico. En el caso de la lavandería hospitalaria llevamos a cabo un ensayo para calibrar la capacidad de filtración bacteriana, y esta resultó ser del 99,8%. Eso significa que cualquier cosa que se introduzca dentro de esa bolsa va a mantener al virus contenido, si ha estado en contacto con él, y a evitar que se propague.

Una vez llena, la bolsa de lavandería hospitalaria no se vuelve a abrir ni a manipular; va cerrada con una cinta del mismo material y, directamente, se incorpora al túnel de lavado. Ahí, la bolsa se disuelve completamente durante los primeros segundos, liberando su contenido y permitiendo así que la ropa sea lavada y desinfectada. El agua que contiene la bolsa se evacúa también por el torrente ordinaria de la lavadora y, además, concurren dos procesos adicionales: la bolsa se biodegrada, lo que implica que cualquier microorganismo también se va a descomponer en los elementos químicos de ese material y en condiciones naturales del medio y, además, el material se va a compostar, es decir, a través de un proceso de bio-oxidación, se va a convertir en CO2, sales minerales y biomasa. En definitiva, el usuario cuenta con una bolsa de un material con características plásticas pero, en el propio uso, se va a disolver sin generar ningún de residuo, sino contribuyendo en positivo.

Por eso, a lo largo de estos meses de pandemia, este recurso se ha entendido como una solución a un problema. En el año 2019 vendimos 200.000 bolsas y en 2020 la cifra ha aumentado hasta los 5.800.000. Hemos necesitado que se produzca una situación así para que algo que ya llevábamos 15 años explicando se haya comprendido.

Si la bolsa se convierte en biomasa, ¿cómo se recogen los componentes para darles nuevas aplicaciones?

La principal ventaja es que el material se descompone en los elementos que constituyen el propio planeta, convirtiéndose en una contribución a la propia materia orgánica. No es necesario reutilizar, no hace falta recuperarlo porque, en realidad, no generas con él ningún tipo de residuo.

Imaginemos un taco para cartuchería deportiva o de tiro al plato, y que esa pieza va insertada en una cobertura plástica. Nosotros hemos desarrollado este producto alternativo porque el tradicional no es fácil de localizar pero, cuando el nuestro cae al río, al lago, al suelo, lo primero que sucede es que se disuelve; después, que se biodegrada, y, por último, que termina transformándose en abono, y ese abono incrementa los carbonos del suelo. No existe entonces ningún residuo que se deba recuperar.

¿Con qué otros productos se completa su catálogo?

Fabricamos también entretelas para bordados, bolsas para dosificación de tintes y ese film que también se utiliza para el envasado de las dosis de detergente. Además, somos la única empresa a nivel global que ha conseguido la certificación de biodegradabilidad marina de nuestros materiales; podemos garantizar con certificado europeo y americano que nuestros productos acaban convirtiéndose en lo que antes he repasado, cumpliendo todas las normativas.

Hacemos también figuras rígidas: carcasas pirotécnicas, envases para cosmética, botellas, filamentos para impresión 3D, y otros dispositivos como capones. Cualquiera de ellos acaba disolviéndose y, más allá, convirtiéndose en abono.

¿Tienen pensado ampliar este catálogo?

Nada es infinito y tampoco nada sirve para todo, pero sí que podemos seguir pensando en otras aplicaciones. Estamos suministrado muchos otros que ahora se están fabricando en plástico tradicional porque quizá esa no sea la mejor de las opciones. Pensemos en las bolsas que usamos para las frutas y hortalizas en el supermercado: ¿cuántas utilizas? Normalmente, una para cada producto. Si todas esas bolsas fueran biosolubles, biodegradables y biocompostables, nos permitirían disolverlas en agua y regar con ellas las plantas de casa, abonándolas, o, conteniendo el residuo orgánico, desecharlas en el contenedor marrón, generando así energía.

¿Se puede lograr, con este material, cualquier producto? No. Pero porque tampoco interesa. Hay que asignar el material perfecto a la aplicación idónea; hay aplicaciones en las que se busca la durabilidad y eso sólo lo aportan otros materiales. Pero sí existen muchos otros usos de vida limitada para los que sí se puede usar este material dando además un paso hacia delante de innovación y crecimiento. Conviene entenderlo como un progreso, una evolución de los materiales. Hemos logrado evolucionar los materiales con características plásticas y hacerlos más adecuadas para las aplicaciones con las que deseamos contar, de las que no queremos prescindir.

Entonces, ¿este material podría ser la solución al problema medioambiental de los plásticos de un solo uso?

Es, sin duda, una de las más atractivas alternativas que tenemos disponibles, que ya están en el mercado y que, más allá, entiendo que se deberían promover e incentivar. Existe una gran cantidad de empresas que transforman la materia prima en productos terminados, y esas empresas deben ahora adaptar sus recursos, tecnologías, tiempos y conceptos. Y se puede convivir de una forma organizada.

En el otro extremo, se debe fomentar igualmente el consumo responsable: si con la mitad de material se puede fabricar el mismo producto, ¿por qué utilizar el doble? Creo que hay que pensar la cantidad de material correcta para cada uso. Y en cuando a los usuarios, lo mismo: si con una bolsa atiendes tu necesidad, ¿para qué usar dos?

Debemos contribuir todos y, por encima, las grandes empresas que ponen gran cantidad de plásticos de un solo uso en el mercado. Utilicemos el material más adecuado y evitemos así la gestión sofisticada.

Además, el precio no es alto. Si se comparan materiales, se observa que la diferencia no es tal: en el mejor de los casos, la bolsa de plástico tradicional termina en el contendor amarillo para que sea después gestionada, es decir, limpiada, triturada y transformada en otro producto. Todo ese proceso acarrea un coste que se refleja en el producto, aunque este no se repercuta en el consumidor. Por el contrario, con nuestro material se eliminan todos esos procesos y, además, se procuran beneficios para el medioambiente. Realmente, en comparación, no es en absoluto más caro.

Y el primero, el del contenedor amarillo, es el mejor de los casos; en el peor, la bolsa de plástico tradicional termina en el mar, resultando imposible valorar, por realmente elevado, su impacto económico y medioambiental negativo. En cuanto a nuestro material, aun cumpliendo la misma función y aun terminando en el océano, se disolverá y terminará siendo abono no tóxico. ¿Qué es entonces más caro o más barato?, ¿cuál es el impacto de uno y otro? Los consumidores debemos poner de nuestra parte haciendo un uso responsable, pero nos tienen que ayudar. Y este material lo procura y facilita.

¿Cómo es el proceso productivo?

Nosotros diseñamos desde las formulaciones para fabricar la masa inicial hasta su transformación en una extrusora tradicional adaptada para procesar este polímero. Después, se implementan distintos procesos: un soplado a medida para generar las bolsas o, en una máquina de inyección, la fabricación de las figuras rígidas.

Es importante incentivar a la masa industrial española de convertidores o transformadores de plásticos porque es cierto que cada material requiere una adaptación específica de la tecnología, y eso conlleva un coste. Hay que ayudar a todo ese tejido industrial que ya existe para que se adapte a las labores de transformación de este tipo de polímeros.

¿Cuáles son sus perspectivas de negocio?

Tenemos una previsión de crecimiento importante. Comenzamos en 2006 con nuestras operaciones y lo que ahora tenemos como norma o transposición local de la normativa europea creo que está sirviendo de punto de motivación importante para entender que estos materiales deben tener una incorporación exponencial. Desde julio del año pasado ya hemos invertido 2,5 millones de euros en nuevas maquinarias y, para 2024, tenemos ya una previsión de crecimiento igualmente exponencial en la que prevemos la apertura de una nueva fábrica para poder suministrar no sólo los productos con los que contamos ahora, sino otros que tenemos en desarrollo y que confiamos sean de gran impacto.

¿Qué porcentaje de producción se exporta?

El 95%. Se nos entiende casi mejor fuera que dentro de nuestras fronteras. En España no somos capaces todavía de observar la circularidad. Por el contrario, en países como Dinamarca, por ejemplo, el concepto está más arraigado y existe ya más infraestructura. Nuestro cartucho de tiro deportivo es pionero en el mercado y se entiende mucho más allí, igual que la bolsa de comercio, ya muy implantada. En nuestro país falta aún, además de visibilidad, apertura y compromiso con el concepto circular. Todavía se compara material a material y se prefiere esperar, pensando en que la alternativa circular es más cara. Pero eso supone tener que ir después más deprisa, corriendo. Sobran dedos de una mano para contar compañías similares a la nuestras en otros países; Green Cycles es la única española. Creo que todavía falta un acelerón.

¿Les va a afectar la subida de impuestos a los plásticos de un solo uso?

La Ley de Residuos, como concepto, es un paso hacia delante. No obstante, fija la aplicación de las tasas a todos los productos por igual, y creo que eso no es correcto. Cada material es diferente, y lo importante es estudiar su fin de vida, su impacto en el medioambiente. Si es negativo, promovamos que no termine en el medioambiente o que no sea usado para determinadas aplicaciones pero, si otro tiene impacto positivo, ¿por qué debe pagar el mismo impuesto cuando, más bien, se debería incentivar su uso? Pienso que la Ley tiene que seguir siendo desarrollada y estoy convencida de que esto va a suceder. Cuando se aclaren los conceptos, la tecnología... cuando se entienda mejor qué es biodegradable, qué es compostable, cómo impacta esto en el medioambiente, empezaremos a pensar no en materiales sino en su final de vida, en su impacto real. Esta Ley profundizará y colocará las cosas en su lugar. Hemos hecho llegar al Gobierno varios escritos explicando las características de nuestro producto, pero el contacto ha sido infructuoso, por el momento. Seguiremos insistiendo, es necesario hacerlo.