El acero, palanca en la circularización de la economía

A menudo nos preguntamos si es alcanzable una economía realmente circular y si ello supondría el fin del modelo económico actual, sin darnos cuenta de que ya existen modelos de producción alineados con los principios de la circularidad.

La nueva Unión Europea, la más verde desde la creación de la institución, ha definido su estrategia de recuperación y crecimiento sobre ambiciosos objetivos de descarbonización, crecimiento sostenible e igualdad de oportunidades. Así lo recoge el Pacto Verde Europeo, hoja de ruta que describe los objetivos, acciones e inversiones necesarias para dotar a la Unión de una economía moderna y sostenible en el tiempo.

Una vez definido qué es lo que queremos alcanzar, toca plantearnos cómo hacerlo. Este cómo deriva en infinidad de dudas, tales como si realmente es una aspiración alcanzable o si el riesgo de convertirnos en pioneros a este respecto no conllevará un riesgo excesivo. En aras de definir cómo alcanzar el propósito final marcado, se han determinado ámbitos de actuación claves a través de los que se irá contribuyendo a alcanzar este gran propósito.

La circularización de la economía, tal y como la conocemos es uno de los principales ejes de actuación marcados por la Comisión Europea y pilar fundamental del Pacto Verde Europeo. Los modelos económicos deben pasar de lineales (extracción, fabricación, utilización y eliminación) a circulares (reintroducción de las materias en cualquiera de las fases del ciclo de vida de ese o de otros productos alargando la vida útil de dichas materias).

La industria siderúrgica juega un papel fundamental en la circularización de todos los sectores económicos. Las características fundamentales del acero (reusabilidad, reparabilidad, reciclabilidad, durabilidad, reprocesabilidad y resistencia), junto con su extenso uso en todo tipo de equipos y utensilios a lo largo de todos los sectores económicos, hace que el uso de un material permanente y recirculable, y realmente recirculado facilite y favorezca la circularización de los sectores en los que se utiliza.

Pero la industria siderúrgica no solo provee de un material circular a otros muchos sectores; la circularidad forma realmente parte de su ADN, siendo un criterio fundamental en todas las etapas de su ciclo de vida. En primer lugar por su diseño circular. La industria siderúrgica trabaja de forma continua en repensar el diseño del acero con la perspectiva de que sea más reusable, que los productos fabricados partiendo de él sean más reparables y permanentes y que sus propiedades hagan que los materiales se aprovechen mejor.

Después llega el proceso, donde gran parte de la producción de acero a nivel nacional proviene del reciclado de residuos (en mayor medida, chatarra). En torno al 80% de las materias primas que la industria siderúrgica introduce en sus hornos de fusión son residuos que, junto a un uso eficiente de la energía necesaria y a la aplicación de las mejores técnicas disponibles en el sector, dan lugar a aceros de calidades óptimas para cada uso. Las plantas del sector reciclan el acero dándole una segunda vida (y una tercera, cuarta, quinta, etcétera) a todo ese acero que ha quedado en desuso, ya sea virgen o reciclado anteriormente y, gracias a estos procesos de producción optimizados, sumados al valor intrínseco del material, no hay acero en vertederos, lo que lo convierte en un material sostenible.

Además, es importante la gestión de las externalidades, ya que la industria siderúrgica lleva años trabajando en la aplicabilidad de los subproductos derivados de los procesos de producción del acero, promoviendo el uso de las diversas materias primas secundarias obtenidas como subproductos en los procesos de producción, tales como las escorias, cascarilla, refractarios, etcétera. Parte de todas ellas son más tarde reintroducidas como materias primas en los propios hornos y otra gran parte derivadas a usos alternativos extensamente probados (construcción de carreteras, escolleras, contrapesos de electrodomésticos, como parte de elementos que favorecen la depuración de aguas residuales).

En este sentido resulta lamentable que todavía a día de hoy el sector siga encontrando barreras por parte de diferentes administraciones y otros sectores económicos a la hora de fomentar estos usos alternativos que sin duda formarían parte de esa fase final de reintroducción de la materia en el ciclo. Por todo ello, se puede afirmar que el acero es, además de eterno, totalmente recirculable.

Los nuevos retos ambientales a los que se enfrenta la industria europea van a suponer grandes desafíos en lo que a materiales y capacidades de los mismos se refiere. El partir de sectores que produzcan de forma circular y que provean ideando productos versátiles, con una vida útil lo más extensa posible, fácilmente desmontables, reparables y 100% reciclables es clave para potenciar la circularización de la economía. Una decisión tan sencilla como la selección de productos más sostenibles puede suponer un paso significativo en el nuevo paradigma al que nos enfrentamos.

En conclusión, y tratando de dar respuesta a si es posible alcanzar una economía realmente circular, no podemos menospreciar que la transformación del modelo económico actual en circular será uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentaremos como sociedad en los próximos años. Por eso, conviene que tengamos bien en cuenta que no podremos afrontar este desafío sin los modelos de producción ya circulares y eficientes que existen en la actualidad y que actuarán como palancas facilitadoras de una reconversión profunda del modelo industrial en su conjunto.

La siderurgia española es un sector pionero en adaptar y alinear su estructura productiva a las características intrínsecas de la economía verde y circular, garantizando la sostenibilidad económica, social y medioambiental de la sociedad.