La importancia de controlar ya la huella hídrica

Recientemente se ha celebrado la COP 26, poniendo el foco este año en los combustibles fósiles y en la descarbonización de Europa para 2050, obligando a los países a empezar a reportar sus resultados en la próxima conferencia.

Tenemos un marco de referencia, la agenda 2030, que a través de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible nos indica cuáles deben ser las acciones en las que debemos poner atención, evaluando los tres aspectos de la sostenibilidad: lo social, lo económico y lo ambiental. 2030 es el año en que deberían reducirse a la mitad las emisiones para mantener el calentamiento global en 1,5ºC.

Los edificios suponen un 40% del consumo de energía y cerca de un 36% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Es por ello que nuestro sector tiene un papel importantísimo a desempeñar en este camino, siendo uno de los que más impacto va a generar en la próxima década. Sólo un esfuerzo sin precedentes y coordinado entre el sector privado, la Administración Pública y la sociedad civil, nos llevará a conseguir tan ambiciosos objetivos.

Algunas de las tendencias que van a tener un mayor impacto en la forma de construir y rehabilitar son la industrialización, la digitalización, la gestión de los recursos y el análisis de huella de carbono y huella hídrica.

La industrialización tiene innumerables beneficios desde el punto de vista de la sostenibilidad puesto que los elementos modulares o premontados ayudan al control de tiempos de ejecución y de costes, llevando a nuestro sector las estrategias de producción del sector industrial.

Otro de los pilares fundamentales en la revolución que estamos viviendo es la digitalización, que entre otras cosas permitirá optimizar la cantidad de materiales instalados en obra nueva, gracias a tecnologías de modelado como BIM.

La digitalización es sinónimo de tecnología, funcionalidad y confort. En los edificios del futuro no solo es importante el proceso de construcción, sino también la vida útil del edificio y asegurar que el uso que se le da es el adecuado a las instalaciones y sistemas ejecutados. Es por ello que las tecnologías basadas en el IoT y el big data empezarán a ser habituales en la gestión de los edificios para mejorar su rendimiento y eficiencia energética, así como el confort de los usuarios.

Por último, y no menos importante, nos encontramos ante la obligación de empezar a gestionar los recursos de forma más eficiente y consciente con el medioambiente. El recurso que más preocupa a la ONU es el agua, puesto que tendremos falta de ella en 2050. Una de las formas de controlar el consumo en el sector es calcular la huella hídrica. Este indicador define el volumen total de agua dulce utilizado por cada producto fabricado o servicio consumido y consta de tres componentes:

- Huella hídrica verde: agua procedente de la precipitación y evaporada de forma directa durante el proceso productivo. La huella verde en la construcción se relaciona con el elevado volumen de agua utilizado por la madera en el crecimiento de las masas forestales a lo largo del tiempo.

- Huella azul: agua que procede de fuentes naturales o artificiales y que es consumida durante el proceso de producción. En las promociones la huella azul se calcula como el consumo directo e indirecto total de agua utilizado en la producción o extracción industrial de los materiales empleados (cemento, pladur, cerámicas, ladrillos, plásticos, etc.).

- Huella gris: volumen de agua contaminada en los procesos. La huella hídrica gris de cada material incluye el volumen de agua teóricamente necesaria para diluir los contaminantes producidos y no depurados.

El análisis de la huella hídrica contribuye principalmente al cumplimiento del ODS 6, que pretende garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas.

En la promoción de un edificio la huella hídrica más significativa es la gris, suponiendo alrededor de tres cuartas partes de la huella hídrica total, contada como aquella agua contaminada en los distintos procesos. Le sigue la huella hídrica verde, relacionada con toda la madera utilizada, y, por último, la huella hídrica azul.

También será importante impulsar una verdadera economía circular en las empresas involucradas, devolviendo un alto porcentaje del agua empleada. Esto implica reducir la contaminación en los procesos para evitar la huella gris y utilizar sistemas de depuración adecuados para el tratamiento de los efluentes derivados de la producción de los materiales aplicados en la construcción.

Otro de los impactos que deberemos controlar son las emisiones de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero que contribuye al aumento del calentamiento global. Una herramienta que nos ayudará es el cálculo de la huella de carbono, el cual se puede hacer teniendo en cuenta el Análisis de Ciclo de Vida.

Una de las mejores formas de contribuir a la reducción de las emisiones es optar por la rehabilitación de edificios. Tanto en rehabilitación como en obra nueva debemos elegir aquellos materiales que sean más sostenibles y de los cuales conozcamos sus respectivas huellas hídricas y de carbono, así como sus posibilidades de reutilización o de reciclaje, y deberemos implementar una correcta gestión de los residuos en obra. Las edificaciones del futuro deberán ser NET ZERO y para ello es necesario coordinar todas las estrategias anteriormente mencionadas, combinando industrialización, digitalización y control de los recursos, equilibrando la demanda del edificio con el consumo de energía y, a ser posible, produciendo in situ más de lo que se está requiriendo.