La Confederación Hidrográfica del Ebro alcanza los 95 años de historia

Desde su fundación en 1926 la CHE ha trabajado para adaptarse a los diferentes cambios normativos, institucionales o sociales como la entrada en vigor de la Ley de Aguas o la adaptación a la Directiva Marco del Agua. El futuro pasa por orientar sus acciones hacia un compromiso de sostenibilidad.

En el año 1926 nacía el primer Organismo de Cuenca del mundo: la denominada Confederación Sindical Hidrográfica de la cuenca del ‎Ebro. Durante estos 95 años de historia, la CHE ha sabido adaptarse a cambios normativos, institucionales o sociales como la entrada en vigor de la Ley de Aguas, la incorporación de la explotación del Canal Imperial de Aragón o la adaptación a la Directiva Marco del Agua, que acaba de cumplir 20 años marcando el rumbo de la planificación hidrológica.

Con un territorio de 86.917 kilómetros cuadrados que representan el 17% de la superficie peninsular, es la cuenca hidrográfica más extensa de España y una de las más importantes del Mediterráneo, ya que gestiona el Dominio Público Hidráulico de 12.000 kilómetros de ríos principales, 814 masas de agua superficiales y 105 subterráneas.

En un principio, la Confederación se concibió como un proyecto técnico y económico de aprovechamiento integral de los recursos hidráulicos de la cuenca del Ebro que marca las pautas de la gestión hidráulica de hoy en día.

Un planteamiento innovador

Bajo el convencimiento de que España necesitaba una revolución agraria para seguir avanzando, Manuel Lorenzo Pardo, su gran impulsor y primer Director Técnico, se convirtió en la voz del campo al apostar por la extensión del regadío mediante el impulso de obras hidráulicas financiadas por el Estado. Este innovador planteamiento -las pocas infraestructuras que existían en aquel momento habían sido impulsadas por el sector privado- se convirtió en la base de una normativa que revolucionó la gestión del recurso hídrico: la Ley de Obras Hidráulicas de 1911. El texto supuso un cambio en la dirección de los recursos nacionales en este campo.

Los primeros años destacaron por la construcción y desarrollo de obras hidráulicas, pero las últimas cuatro décadas, en cambio, han estado marcadas por los cambios en la realidad política, social, normativa e institucional que han ampliado la responsabilidad de los organismos de cuenca y transformado las condiciones de gobernanza.

La Constitución Española de 1978, con su mandato de velar por el uso racional de los recursos naturales, y la incorporación de sus principios a la Ley de Aguas de 1985, ampliaron el prisma de los objetivos a los que la Administración hidráulica debía servir. Además de incorporar las aguas subterráneas al Dominio Público Hidráulico, esta Ley sumó a la legislación de aguas un aspecto novedoso e incluso pionero, como es la consideración del agua como un recurso natural, como un bien ambiental.

A partir de entonces las confederaciones hidrográficas asumieron funciones soberanas en la gestión y protección del dominio público hidráulico y la planificación hidrológica. Esta nueva visión del recurso hídrico se traduce en el desarrollo de un laboratorio, que se ha convertido en un referente para el control de más de 500 parámetros en las masas de agua, sedimento y peces.

Con la implantación de la Directiva Marco del Agua los objetivos y funciones del Organismo de cuenca se hicieron más complejos, ya que debía atender a la sostenibilidad de los usos y al objetivo del buen estado o potencial ecológico de las masas de agua.

La sostenibilidad como eje de futuro

Para encarar el futuro, la Confederación se ha marcado el objetivo de dirigir todas las acciones relacionadas con el agua hacia un compromiso de sostenibilidad apoyándose en el Plan Hidrológico 2021-2027. Esta sostenibilidad se articula a través de cinco ejes: impulso del conocimiento, mejora de la gestión, alcanzar un buen estado de las masas de agua -se pretende incrementar hasta el 81% por encima de la media europea que se encuentra en el 40%-, renovar la visión de la dinámica fluvial y garantizar el suministro de usos esenciales.

Una de las principales novedades que presenta la futura planificación hidrológica es que fija por primera vez caudales ecológicos en todas las masas de agua. Además, contempla la finalización de las cinco obras hidráulicas: los recrecimientos de las presas de Yesa (Navarra/Zaragoza) y Santolea (Teruel), y los embalses de Almudévar (Huesca), Mularroya (Zaragoza) y San Pedro Manrique (Soria). En materia de regadíos, se prevé incrementar la superficie regable en base a criterios de sostenibilidad. También incluye novedades para prevenir la contaminación difusa y la mejora del registro de zonas protegidas con la incorporación de los planes de gestión de los espacios de la Red Natura 2000, los planes de recuperación de especies amenazadas y la ampliación de reservas hidrológicas.