Francisco Repullo, presidente de la Asociación Española de Biogás (Aebig): “Sin el biogás los objetivos de descarbonización serán inalcanzables”

El desarrollo del biogás en España está todavía dando sus primeros pasos. En los últimos meses, los dictados marcados por el Green Deal en Europa y los proyectos medioambientales implantados por el Gobierno, abren la puerta al despegue del sector como base para alcanzar la neutralidad climática en el año 2050

En este contexto de transición hacia una economía sostenible y en busca de un sistema en el que todos los recursos puedan ser reutilizados, repasamos con Francisco Repullo, presidente de Aebig, las ventajas del biogás como fuente renovable.

España ha entrado en el Mapa Europeo del Biometano con un total de dos plantas. ¿Cómo está actualmente el sector?

Todavía esperando su despegue. Aparte de las dos plantas mencionadas, hay otras en fase de proyecto, y algunas a punto de empezar operaciones. Existen otras a escala reducida, a nivel planta piloto.

¿Cómo está nuestro país a nivel europeo?

Muy por detrás de la mayoría de los países desarrollados. En la UE el número de plantas de biometano ya supera las 750, creciendo un 13% de media. Francia, segundo país en Europa en número de plantas, experimenta un ritmo de crecimiento espectacular, con una media de una nueva planta inyectando biometano a la red de gas por semana. En otros países, como Suecia, Dinamarca o Los Países Bajos, ya hay estaciones de servicio que suministran GNC con un 100% de biometano. Países con potenciales muy inferiores a los de España, como Dinamarca o Los Países Bajos, ya disponen de 46 instalaciones el primero y 53 el segundo. En nuestro país, con dos plantas de biometano, estamos igualados con Estonia.

Estas diferencias se hacen aún más patentes cuando las ponemos en relación con otros indicadores, como por ejemplo con la población de cada país. El primero sería Suecia con unas siete plantas por millón de habitantes, seguido de Dinamarca con seis, mientras que en España esa relación es del 0,04%.

Según las estimaciones que maneja Aebig, ¿qué potencial de generación tiene España?

Un excelente estudio publicado por IDAE en 2018, y en el que participaron relevantes empresas y asociaciones del sector, refleja que podrían obtenerse hasta 34 TWh, lo que equivaldría a un 65% del consumo doméstico y comercial del gas natural, o al consumo de 4 millones de vehículos pesados, si se destinase a movilidad. Hay que resaltar que más del 80% de ese potencial es atribuible al sector agroalimentario, y la mitad de ese 80% corresponde al sector ganadero.

¿Cuáles son los principales obstáculos para la generalización de esta tecnología?

Básicamente son dos: Primero, un marco jurídico y retributivo que asegure y aporte confianza a los promotores e inversores, incentivando tanto la producción como el consumo. Segundo, un sistema de certificación de garantías de origen del biometano, que permita su comercialización y que valore además su contribución a la descarbonización de la economía.

Para ello, se ha de contar con una Hoja de Ruta del Biogás, alineada con la senda europea, y que el MITERD ya sacó a consulta pública. Sin olvidar la necesidad de que se agilicen los trámites administrativos que tanto se padecieron en los proyectos de biogás para generación de energía eléctrica, los cuales se demoraban hasta dos años.

¿Cuáles son las principales ventajas de las plantas de biogás para el tratamiento y gestión de residuos ganaderos y agrícolas?

El sector porcino español ocupa el primer lugar en Europa y el tercero a nivel mundial. Ello supone que también tenemos la misma posición en generación de purines. Para este tipo de residuos, ya está probado y demostrado, no solo por los muchos estudios que hay al respecto, sino también empíricamente, que es el tratamiento más adecuado por varias razones. Primero se eliminan las emisiones indeseadas a la atmósfera al tiempo que se reducen los malos olores, se genera un biofertilizante a partir de los digestatos, devolviendo por tanto carbono y nutrientes al suelo, que actúa como sumidero de carbono y que puede dar lugar a huellas de carbono negativas. Además de producir una energía renovable y crear actividad y puestos de trabajo en el medio rural. Sin duda es una de las mejores expresiones de economía circular.

¿Esta tecnología es únicamente aplicable en grandes empresas?

En mi opinión personal, es aplicable a cualquier industria que genere residuos orgánicos con independencia de su tamaño. Cuanto antes se trate el residuo, menos tiempo estará emitiendo gases a la atmósfera, produciendo lixiviados y, a veces, contaminando suelos y aguas además del aire.

Por otra parte, durante ese tiempo de espera a ser tratado, está perdiendo capacidad energética. Si, además hay que transportarlo a una planta centralizada, habrá que contabilizar el coste económico y medioambiental del transporte. Por tanto, lo ideal es poder disponer de la planta de tratamiento lo más próxima como sea posible a la fuente de generación de los residuos.

Un buen ejemplo es cómo se está desarrollando el sector en Francia. No es casualidad que tenga el crecimiento casi exponencial citado anteriormente. El marco normativo y el sistema de ayudas al sector, incentivan la construcción de plantas en las propias instalaciones agroganaderas. Italia seguirá por el mismo camino. La rueda está inventada...

En los próximos 30 años la UE deberá llevar a cabo una transición para que el porcentaje de emisiones liberadas a la atmósfera sea al menos igual al que capturamos. Una de las principales estrategias para conseguir dicho objetivo es la descarbonización. ¿Qué posibilidades ofrece el biogás para este contexto de transición?

No es que ofrezca posibilidades, es que sin él esos objetivos serán inalcanzables. Y no solamente el biogás, tanto en su aprovechamiento eléctrico como térmico una vez depurado a biometano, también otros gases renovables tendrán que hacer su aportación, como el hidrógeno, crucial en ese objetivo, pasando por otros gases renovables, como el power-to-gas y el gas sintético.

Tampoco hay que olvidar su uso para movilidad. El transporte es el causante del 14% de las emisiones de GEI, además de otros elementos contaminantes, y el sector agrónomo del 12%. Por tanto, la descarbonización ha de producirse en todos los frentes. Sí atendemos a la movilidad, también es un ejemplo a seguir la implantación del biometano como combustible para vehículos en los países nórdicos. Pero no solo como combustible para vehículos urbanos o transporte pesado, también para tractores en el medio rural.

La descarbonización tendrá que darse tanto en el sector eléctrico como en el gasista, y no hablamos de un contexto de transición, sino de consolidación de esas energías de fuentes renovables, que en el horizonte de 2050 junto con las demás, como la fotovoltaica, eólica, geotérmica, etc., deberían suponer el 100% de la energía en la UE. No sobra ninguna

Empresas del sector gasista llevan tiempo pidiendo la regulación e incentivos fiscales para impulsar el gas renovable en España. ¿Cómo ha recibido sus reivindicaciones el actual Gobierno? ¿Hay alguna iniciativa ya en marcha?

Podemos afirmar que el actual Gobierno está siendo muy receptivo ante las reivindicaciones, no solo del sector gasista tradicional, sino también de las asociaciones que representamos al sector de los gases renovables.

El “Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética” establece en el “Artículo 10: Fomento y objetivos de los gases renovables”, tres puntos clave: Objetivos anuales de penetración de los gases renovables en la venta o consumo de gas natural, un sistema de certificación que permita la supervisión y control y regulaciones que favorezcan la inyección de dichos gases renovables en la red de gas natural.

Tanto unos como otros coincidimos en las necesidades del sector para poder permitir su desarrollo. El sector gasista no se podría descarbonizar sin los gases renovables, y para el sector del gas renovable la forma más eficiente -económica y ecológicamente hablando- para impulsar su desarrollo, es la sinergia con las infraestructuras y equipamientos actuales. El biometano es 100% intercambiable con el gas natural, por lo que se utilizarán las mismas infraestructuras, incluyendo transporte y distribución, que utiliza el gas natural. Además, los consumidores pueden recibirlo y utilizarlo sin necesidad de hacer ninguna adaptación de sus equipos industriales, calefacciones, cocinas, etc., incluso vehículos.

El Gobierno tiene establecido un grupo de trabajo de impulso al gas renovable en el que participamos los actores relevantes del sector. Como describo anteriormente, ya se ha hecho un estudio para evaluar el potencial del país, por zonas geográficas y subsectores, y también se hizo un benchmarking buscando las mejores prácticas en la UE.

Un reciente informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente asegura que una de cada ocho muertes en Europa está relacionadas con la contaminación. ¿Cómo ayuda esta tecnología a reducir las emisiones de CO2 y mejorar la calidad del aire?

Cuando se habla de emisiones se tiende a reducirlas a las de CO2, que efectivamente es un gas de efecto invernadero, pero hay muchas otras emisiones nocivas que, sin tener el mismo impacto en el cambio climático, sí lo tienen en la calidad del aire que respiramos. Por tanto, hay que tener también en cuenta las otras emisiones que afectan a nuestra salud, como el amoniaco (NH3), emitido principalmente por estiércoles y fertilizantes nitrogenados, siendo el sector agrícola el causante de más del 90% de dichas emisiones.

En resumen, la captura de las emisiones de los residuos orgánicos que se efectúa con esta tecnología, contribuye tanto a la reducción de gases de efecto invernadero, como a la mejora de la calidad del aire.

¿Cómo puede el gas renovable ayudar en la lucha contra el cambio climático?

Para luchar contra el cambio climático hemos de reducir la huella de carbono equivalente, fundamentalmente dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), componentes principales del biogás. El biometano, que tiene un potencial de calentamiento global 28 veces mayor que el dióxido de carbono, es el perfecto paradigma del concepto “el residuo se convierte en recurso”; ya que puede llegar a tener una huella de carbono equivalente negativa si se considera toda la cadena de producción, siendo el vector energético que más contribuye a esta reducción.

¿Por qué el biogás merece ser apoyado como una energía alternativa y sostenible en el futuro?

Por todo lo dicho anteriormente, pero no hay que reducirlo a una energía alternativa y sostenible, que efectivamente lo es. Sus principales beneficios ya han sido enumerados, pero no hay que olvidar que genera una energía renovable, almacenable, gestionable y 100% equivalente al gas natural. Economía circular en su máxima expresión. Tal como manifestó Ursula Von der Leyen, presidenta de la CE: “Para una neutralidad climática en 2050 necesitamos un suministro 100% de gas renovable basado en gases verdes”.