Una oportunidad para rectificar: invertir en biodiversidad para salir de la crisis

Nuestro modelo económico se basa en su vinculación e interdependencia con el mundo natural. Su sustento es una naturaleza sana. Sin embargo, si esta se explota de un modo no sostenible, agotando los recursos de nuestro planeta, se crea una cadena de sucesos que nos ponen en peligro a todos.

Llevamos años ejerciendo presión sobre el medio y los recursos naturales, y esta presión sigue en aumento. En las últimas cuatro décadas, la actividad humana ha provocado un descenso de un 60% en las poblaciones de fauna silvestre de todo el mundo y ha puesto en peligro de extinción a un millón de especies. Hemos alterado casi tres cuartos de la superficie de la Tierra, arrinconando a la naturaleza en un espacio cada vez más pequeño.

La naturaleza de Europa no ha tenido mejor suerte. Un reciente informe de la Comisión sobre el estado de la naturaleza en la Unión Europea revela que, en los últimos seis años, esta se ha seguido degradando y que no estamos frenando ni tampoco invirtiendo el deterioro de las especies ni de los hábitats.

En España, únicamente el 8,9% de los hábitats y el 18,9% de las especies están en buenas condiciones. La agricultura, la urbanización, el transporte y la silvicultura son las causas principales de la pérdida de especies y de la degradación de los hábitats.

Pero lo bueno es que aún estamos a tiempo de cambiarlo. Estamos en un momento único en la historia en el que podemos actuar juntos a gran escala y con más rapidez que nunca. Las decisiones que tomemos ahora y en los próximos meses para salir de la pandemia del COVID-19 marcarán el futuro de nuestro planeta de un modo irreversible.

El Pacto Verde Europeo y la Estrategia de la Unión Europea sobre Biodiversidad plantean una perspectiva para lograr un mundo del mañana más sano y más resiliente, impulsado por un crecimiento respetuoso con la naturaleza y sin emisiones de carbono.

Por su parte, el Plan de Recuperación para Europa propone un presupuesto sin precedentes para respaldarla. Ahora mismo, proteger y recuperar la naturaleza es una de las inversiones a largo plazo más importantes que podemos hacer para nuestras sociedades presentes y futuras.

Para ello, es necesario ampliar las zonas protegidas gestionadas eficazmente y recuperar los suelos y los ecosistemas marinos degradados, plantar setos y árboles, así como hacer que nuestras ciudades sean más verdes. Tenemos que invertir en bosques y humedales naturales, en ríos y zonas costeras que discurran libremente, en una agricultura más sostenible y ecológica y en cadenas de suministro más sostenibles.

Todos estos ejemplos pueden llevarse a la práctica rápidamente, crean oportunidades de empleo y son potentes multiplicadores económicos: justo lo que necesitamos para lograr una recuperación fuerte y afrontar este periodo de creciente desempleo.

A cambio, los ecosistemas protegidos y recuperados nos lo agradecerán aumentando nuestra resiliencia ante impactos futuros de todo tipo: desde zonas costeras que nos protejan de inundaciones a turberas restauradas que absorban nuestro carbono. Y la naturaleza también regresará, porque, si se le da la oportunidad, ya hemos comprobado que puede recuperarse.

Por ejemplo, gracias a una serie de proyectos LIFE de la UE, el lince ibérico -el mamífero carnívoro más amenazado de Europa- pasó de contar con unos 100 ejemplares en 2002 a más de 600 en 2017 en España y Portugal. Esto se logró formando a responsables de protección de especies e involucrando activamente en la conservación de las especies a las partes interesadas, en particular, a asociaciones de caza y propietarios de tierras.

Ahora tenemos la oportunidad de reparar no solo el sistema económico y financiero, sino también el natural. Podemos construir una economía sostenible que no destruya nuestro sistema de apoyo vital, sino que lo proteja, lo restaure y lo sane.

Durante la EU Green Week -que este año se ha celebrado del 19 al 22 de octubre- se ha estudiado cómo se puede alcanzar este objetivo. También marcará un hito en el camino hacia la Conferencia de las Partes (COP 15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica, ahora prevista para 2021, en la que los líderes mundiales adoptarán un plan de acción decenal para la biodiversidad: un nuevo pacto global para las personas y la naturaleza.

El 30 de septiembre, los líderes mundiales se reunieron en la Cumbre de la Biodiversidad organizada por Naciones Unidas para intensificar, de manera conjunta y con vocación transnacional, las medidas globales en favor de la naturaleza y ejercer un liderazgo firme para acordar un nuevo marco global de biodiversidad más ambicioso. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto a más de 70 jefes de Estado y de Gobierno, prometieron tener muy en cuenta la biodiversidad y el clima en los planes de recuperación económica posteriores a la pandemia y se comprometieron a abordar la crisis climática, la deforestación, la degradación de los ecosistemas y la contaminación, así como a fomentar una producción y un consumo sostenibles.

Todos nos hallamos ante el momento clave para reconsiderar nuestra relación con la naturaleza y adoptar las decisiones correctas, poniendo las bases para el futuro inmediato y remoto. Emprendamos el camino de la reconstrucción con la naturaleza como nuestra aliada ya que, si la biodiversidad prospera, todos nos enriquecemos.