El papel esencial de las empresas como protectores de la salud del planeta

Estamos inmersos en una situación sin precedentes. Una emergencia sanitaria que ha sacudido todas las esferas de la sociedad a nivel global y que ha llevado a todos los agentes sociales a cuestionarse sus prioridades. La salud, una cuestión ya primordial antes de que surgiera este virus, es en estos momentos de excepcionalidad, el timón que guía todas nuestras acciones. De hecho, desde que se decretó el estado de alarma hemos transformado nuestras fórmulas de trabajo, modificado los hábitos de consumo e incluso, cambiado nuestra tradicional manera de relacionarnos. Y, todo ello, para alcanzar un único objetivo común: superar esta pandemia y asegurar el bienestar de las personas.

En este sentido, desde hace tiempo son varios los organismos mundiales y diferentes estudios científicos los que están alertando sobre una cuestión: los problemas ambientales están estrechamente ligados con la salud de las personas. En relación con este aspecto, una reciente investigación de la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg (Alemania) ha puesto de manifiesto que las elevadas tasas de contaminación atmosférica en ciudades como las del norte de Italia o Madrid -con graves consecuencias para la salud- podrían estar relacionadas con una mayor incidencia de enfermedades cardiorrespiratorias, como el Covid-19. Es más, este informe hace un análisis de lo ocurrido en 66 regiones de Europa -Italia, España, Francia y Alemania- y concluye que el 78,5% de las defunciones por esta enfermedad ocurrieron en solo cinco regiones, precisamente las que tenían un aire más contaminado.

Por otro lado, António Guterres, Secretario General de la ONU, aseguraba en el Foro Económico de Davos, celebrado el pasado enero en Suiza, que “el planeta no se destruirá. Lo que se destruirá es nuestra capacidad de vivir en este planeta. El cambio climático nos destruirá a nosotros, no al planeta".

Contemplando el escenario actual, queda claro que el mensaje en el que debemos incidir las instituciones y organismos mundiales es que la actividad humana afecta al clima y a la capacidad de la naturaleza para regenerarse. Una acción que, a su vez, repercute en la salud y al bienestar humano y, como consecuencia, en la productividad y el desarrollo socioeconómico. Por ello, es importante que seamos el altavoz para que todos los agentes sociales a nivel global sean capaces de interiorizar esta misiva y actúen en consecuencia.

Cierto es que, aunque la lógica de este mensaje está integrada en la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), nuestra economía mundial separa la salud y el clima y de ahí, que nuestra capacidad de progreso esté condicionada. Para crear un futuro en el que todos prosperemos, no debemos limitarnos a tratar los síntomas de la enfermedad. Es necesario que vayamos un paso por delante y adoptemos medidas preventivas contra los efectos nocivos para la salud del planeta y de las personas, reconociendo que los enfoques tradicionales no serán suficientes.

Precisamente este asunto, el binomio salud y medioambiente, es el que se aborda en el Informe sobre liderazgo empresarial para lograr un planeta sano con personas sanas que acabamos de traducir al español. En concreto, se trata de una guía editada por UN Global Compact en colaboración con miembros de su plataforma internacional La salud, un asunto de todos, que fue publicada a finales del 2019 con la finalidad de mostrar la absoluta vinculación entre el clima, la salud y la economía.

De este modo, si un documento como éste siempre es de ayuda y motivación, en estos momentos, marcados por una crisis sanitaria como la actual, cobra, si cabe, aún más sentido. En un escenario tan complejo como el que estamos viviendo, somos conscientes de que cualquier herramienta que sirva de orientación y guía para la actuación del sector empresarial, es bienvenida. Por ello, el objetivo de este informe es alentar a las empresas a emprender acciones transformadoras que representen un cambio de mentalidad y, al mismo tiempo, una voluntad de adopción de medidas ambiciosas que incluyan variaciones en la forma en la que operan en los mercados actuales.

Pero, antes de ahondar en el diseño y desarrollo de estas iniciativas, es esencial que las entidades sean conscientes del impacto directo e indirecto de sus acciones. Conocer la trascendencia de su actividad, en cuanto a la salud de la sociedad, es el primer paso para poder evolucionar hacia una responsabilidad empresarial en este sentido. Un compromiso que, lejos de ceñirse a las compañías del sector sanitario, debe ser común a todo el entramado empresarial a nivel global, independientemente de la naturaleza de su actividad.

Asimismo, según las conclusiones de la publicación, otra de las palancas que debemos activar para que las empresas se involucren en el desarrollo de acciones transformadoras en favor del bienestar del planeta, es potenciar las oportunidades comerciales derivadas de ellas. Está más que constatado que, las compañías que consideran la salud y el bienestar de las personas como un resultado clave de sus políticas y prácticas climáticas y ambientales, obtienen mejores resultados y oportunidades que sus homólogas. En este punto, el informe revela, por ejemplo, que dichas empresas tienen el potencial de aumentar el precio de sus acciones hasta en un 6%; incrementar las ventas hasta en un 20%, mejorar la productividad de sus profesionales hasta en un 13% o reducir la rotación de personal hasta en un 50%.

En definitiva, la gran conclusión que extraemos del texto, y que desde la Red Española del Pacto Mundial trasladamos constantemente a nuestros socios y firmantes, es la necesidad de iniciar la transformación hacia un modelo empresarial que considere en su naturaleza el vínculo economía-personas-planeta. Para ello, debemos no sólo reconocer los impactos que todos los sectores tienen sobre las personas y el planeta, sino dar un paso más hacia la puesta en marcha urgente deblas medidas necesarias para reducirlos. Sólo así podremos construir el mundo que queremos y cumplir con la Agenda 2030.