Una solución viable al problema de la escasez de agua

Abrir el grifo y que salga agua es un gesto cotidiano en nuestro mundo. No nos planteamos de dónde viene esa agua ni cuánto dinero costaron las infraestructuras que hacen que llegue hasta nuestra casa. Su gran valor es que se presupone que siempre estará ahí, y eso la hace muchas veces invisible a las conciencias de quienes no tratan de evitar su desperdicio. Porque ni se nos ocurre plantearnos la posibilidad de quedarnos sin ella. Sin embargo, unos 700 millones de personas de todo el mundo viven sin acceso a agua potable.

Dicen los expertos que en el planeta debería haber la suficiente agua dulce para abastecer a toda su población pero, a consecuencia del cambio climático, la contaminación de los recursos hídricos y la falta de inversión en infraestructuras para hacerla llegar a las comunidades rurales más alejadas de las fuentes hídricas, lo cierto es que existe un problema de falta de agua preocupante que, lejos de resolverse, cada vez va a más. De hecho, si la tendencia actual continúa, se estima que en 2025 habrá 1.800 millones de personas viviendo en países o regiones con una importante escasez de este recurso.

Y la falta de agua siempre va asociada a pobreza. Sin agua no hay cultivos, ni ganadería, ni parte de la industria ni oportunidades de futuro. Y sin agua tampoco hay higiene ni salubridad, lo que incrementa la mortalidad asociada. Por eso, nosotros siempre decimos que no tener agua es la mayor de las pobrezas.

Hoy día, todos los países, gobiernos y organizaciones apuestan por sumarse al carro del desarrollo sostenible y tratan de adoptar medidas para contribuir a frenar el calentamiento global, a través de iniciativas para, por ejemplo, reducir el consumo de energías no renovables y las emisiones de CO2, o aumentar las ratios de reciclaje y el impulso de la economía circular. Todo esto no solo es bueno, sino necesario, si queremos garantizar el futuro del planeta. Pero, ¿qué pasa con el presente? ¿Qué medidas se están tomando para hacer frente al problema global de la escasez de agua?

Irónicamente, los países más pobres son los que menos están contribuyendo al cambio climático, pero los que más sufren sus efectos. Por eso, es responsabilidad de todos buscar soluciones para paliar también eso que está ocurriendo más allá de nuestro mundo desarrollado. Sin duda, existen alternativas para facilitar el acceso a agua potable a muchos de esos millones de personas que carecen de ella. Solo haría falta inversión. Es decir, con dinero podríamos resolver este grave problema o, si no erradicarlo, sí al menos paliarlo en gran medida.

Un ejemplo ilustrativo: en AUARA hemos realizado una estimación de cómo la población del África Subsahariana podría disponer de agua suficiente para el consumo humano, simplemente aprovechando adecuadamente el agua de lluvia, instalando canalizaciones y tanques para almacenarla. Y esto supondría un coste inferior a la mitad de lo que la población mundial se gastó el año pasado durante la campaña del Black Friday. Resolver la vida de millones de personas con menos de la mitad de lo que en una semana dedicamos a comprar productos que en muchos casos suelen ser innecesarios.

Es cierto que en este subcontinente existen grandes variaciones climatológicas, pero varios de sus países reciben un abundante caudal de lluvias. De hecho, según datos de la FAO, el África Subsahariana tiene más o menos el mismo promedio de precipitaciones anuales que las regiones del oeste y el centro de Europa: unos 800.000 litros/Km2 al año. Según este organismo internacional, para calcular qué cantidad de lluvia se destina a consumo humano debemos tener en cuenta que una gran parte se evapora a través de bosques, zonas naturales y cultivos, por lo que nos quedaríamos con un 39% del total. Por tanto, el 39% del total de precipitaciones que caen en esta parte del continente africano serían 312.000 litros/Km2 al año de agua de lluvia disponible.

Si tomamos el dato de la densidad de población de la zona, que son 32 habitantes/Km2, y pensamos que la cantidad de agua diaria que se estipula como necesaria para una persona son 5 litros, entonces no necesitaríamos más que 58.400 litros/Km2 al año para abastecer a esas 32 personas. Y si instaláramos seis tanques de 10.000 litros con sus canalizaciones en cada Km2, podríamos recoger esa cantidad de lluvia y garantizarles el acceso a agua potable durante todo el año.

Parte de nuestros proyectos sociales consisten en la instalación de estas infraestructuras en países en vías de desarrollo, por lo que sabemos que el coste medio de un tanque de 10.000 litros con sus canalizaciones ronda los 1.800 euros. Es decir, por cada Km2 habría que invertir 10.800€ para instalar esos seis tanques, y cerca de 265.000 millones de euros para abastecer a todo el territorio del África Subsahariana. Puede parecer mucho, pero si pensamos que el pasado año, solo en la campaña del Black Friday, el gasto a nivel global ascendió a 606.000 millones de euros... Puede que estemos enfocando mal las prioridades de la humanidad.

Es cierto que se trata solo de una estimación, que no es rigurosamente así, pues muchas ciudades africanas tienen una altísima densidad de población, frente a otras áreas rurales prácticamente despobladas. Pero sirve como ejemplo real de lo que supondría buscar una solución factible a un problema real, aprovechando los recursos actuales para construir un nuevo futuro.

Si nosotros, una cabeza de alfiler en todo el planeta, gracias al apoyo de partners y socios locales, hemos sido capaces de instalar 38 tanques y sus canalizaciones en comunidades en situación de extrema pobreza de Kenia, Uganda, Etiopía, Perú, Marruecos, Camboya y Haití, cambiando la vida de más de 8.700 personas gracias al acceso a agua potable, imaginemos lo que podríamos lograr si la comunidad internacional pusiera su músculo en este objetivo.

Cuando la vida de millones de personas está en juego, las cosas superfluas pierden todo el sentido.