Los ecosistemas de impacto como pilar de la reactivación económica

La crisis del Covid-19 ha hecho mella en nuestras estructuras económicas y está tensando los consensos sociales hasta puntos inimaginables. Y es que llevamos muchos meses profundizando en una honda crisis que, sin embargo, debemos comenzar a mirar con otro prisma: las buenas noticias sobre los avances en las vacunas, así como los acuerdos acerca de los fondos europeos. En este sentido, me gustaría centrar mi reflexión en los ecosistemas de emprendimiento de impacto como figura central de la reactivación económica y también social. Pero vayamos por partes. En primer lugar, el emprendimiento se define como la actitud y aptitud que toma una persona para iniciar un nuevo proyecto a través de ideas y oportunidades. Y la respuesta a los retos sociales desde la actividad emprendedora es lo que hoy día se conoce como emprendimiento de impacto, aquel que a través de su propio modelo de negocio o de acción contribuye a generar un impacto social o medioambiental positivo. Y es precisamente ese tipo de emprendimiento por el que apostamos desde la red Impact Hub.

Pero para que se dé ese emprendimiento de impacto, al igual que para que se origine la vida en la naturaleza, se tienen que favorecer ciertas condiciones que influyen en el entorno y en el desarrollo de ese espacio. Los ecosistemas son el sumatorio de todas esas variables, pero sus resultados son mucho más grandes que la suma de las mismas. Influyen, intervienen y condicionan en él su clima, la orografía, la biodiversidad, los animales y, por supuesto, nosotros mismos.

Así, los ecosistemas son fuente de vida tanto en la naturaleza como en la economía. Un ecosistema genera fortaleza desde la interdependencia, permite a su hábitat aunar fuerzas en pos del bien común, es tan rico como diverso consigue ser, construye resiliencia y se dota de mecanismos de defensa hacia el exterior que a la vez funcionan como cuidados hacia su interior. Sin embargo, sus fortalezas son tan robustas como frágiles son sus equilibrios. Estudiarlos, comprenderlos, protegerlos y enriquecerlos para que creen más vida y de mejor calidad no es sólo primordial en la naturaleza, sino también lo es para la economía.

Por eso, desde la red Impact Hub nos lanzamos en el segundo semestre de 2019 a analizar la realidad de los ecosistemas de impacto en España.

Del mismo modo que el ecosistema del Amazonas es completamente diferente al del desierto del Sahara, los ecosistemas de emprendimiento en España presentan aspectos desiguales, como demuestra el análisis realizado. Su conjugación se ha realizado a través de una visión holística y multicapa: hasta ahora, la aproximación a los ecosistemas de emprendimiento se había hecho principalmente desde el prisma económico. La aportación de Impact Hub ha sido incluir en mismo nivel de importancia a las esferas socio-cultural y medioambiental, que terminan conformando el modelo junto a la capa económico-empresarial.

Esta mirada amplia nos ha permitido elaborar una clasificación de los mismos con el propósito de generar y nutrir un debate necesario en nuestro país: quiénes están sentando las condiciones más exitosas para que su ecosistema de emprendimiento sea vibrante y rico. País Vasco, Cataluña, Madrid y Navarra son las comunidades en donde se dan las mejores condiciones para fomentar el emprendimiento desde los ecosistemas de impacto. Aragón, Galicia, Cantabria y Asturias se sitúan en la zona media, mientras que Andalucía, Canarias, Baleares, Levante, Murcia, Castilla León, Castilla-La Mancha y Extremadura tienen gran capacidad de mejora para impulsarlos en el futuro.

Más allá del modelo que nos ha permitido ver la realidad del impulso al emprendimiento en España, el mensaje positivo con el que nos quedamos de este Índice de Ecosistemas de Impacto 2020 es el que demuestra que el emprendimiento con propósito es clave para la reactivación económica tras el impacto negativo que el Covid-19 ha tenido en nuestra economía y vida.

Tras el análisis de resultados, el informe detalla una serie de conclusiones que dan las claves para una recuperación sostenible, resiliente y justa a través de los ecosistemas de emprendimiento de impacto:

- Desconexión de las esferas económico-empresarial y sociocultural de la medioambiental. Tenemos un sistema que cuanto mayor desarrollo económico y social aporta, mayor presión a la baja o negativa realiza sobre medio ambiente”. Por eso es necesario integrar el impacto medioambiental en modelos de fiscalización de resultados empresariales, tales como el triple balance o la certificación B-Corp.

- El emprendimiento de impacto integra el crecimiento a través de la sostenibilidad como piedra angular. Es capaz de romper esa relación histórica, que en los últimos años está cambiando, de que la sostenibilidad no es rentable.

- Los ecosistemas mejor valorados no son necesariamente los territorios más grandes o poblados. Algunos territorios poco poblados puntúan de manera muy alta y distribuida. La prueba de ello es que el primer lugar en el ranking lo ocupa el ecosistema de Araba, por delante de Madrid (segunda) y Barcelona (quinta).

- Los ecosistemas mejor conectados con el exterior son los más ricos e innovadores. Así, aquellos que están más interrelacionados y cuentan con lazos internos estables son los que colaboran y cooperan más y generan mayor resiliencia.

- Fomento de la colaboración. El mayor impacto se logra con mayor implicación. Por eso es necesario el fomento de redes, programas y proyectos que permitan conectar más y mejor a los ecosistemas de emprendimiento.

- El impacto del Covid-19 y la reactivación económica. La conectividad y la colaboración de los ecosistemas de impacto serán indispensables para superar la crisis. Tenemos una oportunidad única para impulsar una recuperación que sitúe a las personas y al planeta en el centro. Unos ecosistemas de emprendimiento de impacto fuertes, vibrantes y conectados entre sí son la apuesta de Impact Hub para la reactivación económica y para afrontar los retos del siglo XXI.