Cómo la pandemia ha cambiado al consumidor

Hay una realidad en la que todos coinciden y es que el mundo no será igual después de la pandemia. Su irrupción ha propiciado una crisis sanitaria, pero también una recesión económica sin precedentes que ha acelerado tendencias ya existentes en muchos ámbitos de la economía. Las preferencias y decisiones de los consumidores poco tienen que ver con las de antes, pues además de reducirse los ingresos de buena parte de la población española, cada vez son más las personas que se preocupan por aspectos sostenibles. Tanto es así que, durante estos meses, los españoles se han situado entre los europeos más concienciados con las cuestiones medioambientales, solo superados por nuestros vecinos lusos.

Concretamente, tal y como apunta el Informe Europeo de Pagos de Consumidores de Intrum, el 65% de los españoles encuestados reconoce que la pandemia ha incrementado su preocupación por los asuntos sostenibles, un 13% más que el promedio europeo, siendo las mujeres las que lideran la transición hacia un consumo más sostenible. Una afirmación que se sustenta en datos: el 60% de las españolas se fija más ahora en el origen de los productos que compra, especialmente aquellas menores de 21 años o con edades comprendidas entre los 45 y 54 años. Además, ellas también dan más importancia a la adquisición de productos locales, pues un 64% realiza esta afirmación frente al 60% de los hombres.

En definitiva, el consumidor, sea de un género u otro, sabedor de su responsabilidad y papel activo en el modelo de la economía circular, contribuye hacia nuevos modelos de producción y consumo que cumplan con las metas previstas en la Agenda 2030, comenzando de manera sencilla al fomentar el consumo de productos de proximidad.

Así, a la hora de elegir productos y servicios, los consumidores apuntan que ahora valoran más que antes la sostenibilidad y prefieren consumir menos productos pero que sean sostenibles. De hecho, la edición especial del Informe Europeo de Pagos de Consumidores de Intrum, centrada en el Covid-19, revela que cuatro de cada diez españoles han limitado sus gastos motivados por la sostenibilidad. Es más, si se realiza una radiografía más en profundidad, se desprende que el español que más aplica esta máxima tiene entre 38 y 44 años, estudios universitarios, ingresos bajos y vive en la periferia.

Ahora bien, ¿volveremos al mundo preCovid-19 o estamos ante un cambio estructural del comportamiento de los consumidores? Por un lado, la crisis del Covid-19 es catalizador de una tendencia ya establecida mucho antes en cuanto al consumo responsable en todos los sentidos. Los productos de proximidad cada vez tienen más relevancia en la cesta de la compra, pero, además, los consumidores también prestan atención al dinero con el que adquieren estos productos, impulsando así la sostenibilidad financiera, un aspecto esencial para que el ciclo económico siga su curso. Por otro lado, la pandemia ha evidenciado la necesidad de cuidar el medio ambiente y ha hecho aún más patente la importancia de este asunto para la opinión pública y, en definitiva, para los consumidores. Pero esto no es casual, si no que existen varias tendencias que confluyen en su comportamiento.

La primera de ellas es la digitalización. Gracias a ella las cadenas de valor se han hecho más transparentes que nunca. Esto, sumado a la escasez de recursos y el bienestar general de la sociedad, lleva a los consumidores a plantearse serias preguntas sobre la sostenibilidad de las organizaciones y sus productos influyendo en sus decisiones de compra. La segunda es que el consumidor ahora es más consciente del impacto en el entorno y da más valor a los productos de proximidad, al made in Spain, algo que ha propiciado que muchos de ellos, a la hora de elegir, estimen el hecho de que los productos y servicios sean de origen local y/o nacional.

En estos momentos, todo lo sostenible, tanto a nivel ecológico como financiero, parece más relevante. Y es que ofrece soluciones a los desafíos que ha planteado el Covid-19, desde la necesidad de reducir los desperdicios a repensar las cadenas de suministro o fomentar hábitos que ayuden a impulsar una economía sólida para las empresas y la sociedad en general. Ahora, con el cierre de miles de negocios españoles, son muchos los que intentan aportar su granito de arena ayudando al comercio local y los productos nacionales. En definitiva, los consumidores son más proteccionistas con su entorno y con sus hábitos de consumo con el objetivo de impulsar la industria local.

Ante este escenario, las empresas ya están comenzando a implantar estructuras organizativas sólidas para la promoción de la sostenibilidad a fin de atraer a un consumidor cada vez más concienciado e interesado por la manera en que grandes y pequeñas compañías producen y gestionan. Y es que negar el peso que tiene la sostenibilidad sobre las decisiones de compra, puede poner en juego un porcentaje cada vez mayor de la facturación. El hecho de que la sostenibilidad juegue un papel destacado entre las preocupaciones sociales hace que las empresas reaccionen y se preparen para dar respuesta a esta inquietud. Los grandes cambios que se están produciendo en los consumidores necesitan de una evolución en paralelo por parte de las compañías a fin de seguir prestando el servicio que sus clientes necesitan.

El cambio de hábitos de consumo que estamos experimentando en la actualidad es, en definitiva, una llamada de atención para que las empresas se aseguren de tener la agilidad y la capacidad suficiente para ser relevantes; con una cartera de productos que se adecúe a las nuevas necesidades de los consumidores, no solo durante la pandemia, sino también una vez que termine. La clave para las empresas será entender a este nuevo consumidor, adelantarse a sus demandas y conocer qué necesitarán las nuevas generaciones para ser más ecológicas mientras realizan una gestión responsable de sus finanzas. La sostenibilidad y el consumo responsable no pueden esperar.