Las cementeras, otra vez clave para la gestión de los residuos en casos de crisis

Las cementeras vuelven a situarse en el centro de la gestión de los residuos peligrosos. Este tipo de compañías ya actuaron en su día con el caso de las vacas locas y ahora el Gobierno las pone de nuevo en alerta por si fuera necesario utilizar sus servicios para eliminar los residuos que está provocando esta horrorosa pandemia.

El coronavirus ha multiplicado la generación de desechos médicos peligrosos como mascarillas, guantes y otros equipos de protección, que deben ser gestionados de forma adecuada para no causar efectos imprevistos en la salud y el medio ambiente.

El Ministerio de Sanidad español ha publicado una Disposición General con instrucciones sobre la gestión de residuos procedentes de domicilios, hospitales, ambulancias, centros de salud y establecimientos similares que hayan tenido contacto con el Covid-19.

Así, aquellos hogares en los que viva una persona contagiada o en cuarentena deben depositar todos los desechos generados -los del paciente, el cuidador y los domésticos- en el contenedor de fracción resto -el de las colillas, pañales o residuos de la limpieza- sin realizar ninguna separación para el reciclaje a fin de evitar el contagio al vecindario y a los trabajadores de los servicios de recogida y tratamiento de los residuos municipales. Tras su recogida, se derivarán preferiblemente a incineración o, en su defecto, al vertedero.

Las bolsas que contengan este tipo de residuos se identificarán externamente mediante cinta aislante o un distintivo similar y no podrán ser abiertas de forma manual ni en las instalaciones de recogida ni de tratamiento.

En caso de que sea necesario, las fábricas de cemento autorizadas para coincinerar residuos deberán proceder a la incineración de esta fracción resto a requerimiento de las autoridades competentes.

Asimismo, el material usado en equipamientos sanitarios, así como aquellos generados durante la desinfección de instalaciones -como guantes, mascarillas o batas- se consideran “residuos infecciosos” y se gestionarán como tales.

En definitiva, la crisis del coronavirus nos coloca ante un cambio de paradigma en el que algunas de nuestras prácticas usuales deben verse necesariamente alteradas y en el que, además, se ponen de nuevo de manifiesto la desigualdad en el mundo. Por ese motivo no está de más insistir en que extremen las medidas de seguridad para que esta situación pase cuanto antes.