El agua y el tratamiento de residuos, claves para frenar al coronavirus

El lavado de manos y el tratamiento de los residuos sanitarios se han convertido en las bazas principales para acabar con la pandemia mundial

El agua se considera un recurso esencial para poder mantener las precauciones higiénicas necesarias que permitan acabar con la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Un gesto tan simple como lavarse las manos es la mejor medida que podemos tomar para prevenir su transmisión, ya que el contagio suele producirse cuando el virus entra en el organismo a través de los ojos, la nariz o la garganta, algo que habitualmente sucede cuando nos tocamos las mucosas con las manos sucias.

En los países desarrollados, lavarse las manos con jabón y agua es un gesto simple que se está siguiendo de forma generalizada, pero en algunas zonas del mundo esta práctica es un lujo que la mayoría no puede permitirse.

Se calcula que cerca de 3.000 personas en todo el planeta carecen de acceso a las instalaciones básicas que permiten lavarse las manos, y que 2.200 millones no tienen agua potable. “Quienes no cuentan con infraestructuras para asearse las manos corren un riesgo mayor. La crisis del coronavirus pone de relieve el hecho de que, a nivel mundial, somos tan fuertes como el vínculo más débil”, afirma el Doctor Anjal Prakash, coordinador del estudio especial del IPCC sobre los océanos y la criosfera y autor principal del informe AR6 del IPCC.

Es más, Naciones Unidas alerta de que la pandemia global no podrá contenerse si no se proporciona agua a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. “La lucha mundial contra el coronavirus tiene pocas posibilidades de éxito si la higiene personal, la principal medida para prevenir el contagio, no está al alcance de los 2.200 millones de personas que no tienen acceso a servicios de agua potable”, afirman los expertos de la ONU.

La irrupción del coronavirus, por tanto, supone un factor añadido a la desigualdad y vulnerabilidad que existe con respecto al agua, que en los últimos años se está además incrementando debido al impacto del cambio climático. En África subsahariana, por ejemplo, dos de cada tres habitantes de las zonas rurales no tienen acceso a agua potable, y la sequía registrada en los últimos tiempos está provocando la pérdida de cosechas e incrementando la inseguridad alimentaria y la malnutrición infantil.

En Asia, el rápido deshielo de los grandes glaciares ubicados en las cordilleras del Himalaya y Karakorum supone una amenaza real para la disponibilidad de agua en una de las regiones más pobladas del planeta, pero también puede provocar conflictos regionales por la disponibilidad de unos recursos hídricos cada vez más limitados.

En América Latina, la falta de infraestructuras se suma a los procesos de privatización que están llevado a cabo numerosos gobiernos de la zona.

Evitar el contagio a través de los residuos

La pandemia del coronavirus ha multiplicado la generación de desechos médicos peligrosos como mascarillas, guantes y otros equipos de protección, que deben ser gestionados de forma adecuada para no causar efectos imprevistos en la salud y el medio ambiente.

El Ministerio de Sanidad español ha publicado una Disposición General con instrucciones sobre la gestión de residuos procedentes de domicilios, hospitales, ambulancias, centros de salud y establecimientos similares que hayan tenido contacto con el Covid-19.

Así, aquellos hogares en los que viva una persona contagiada o en cuarentena deben depositar todos los desechos generados -los del paciente, el cuidador y los domésticos- en el contenedor de fracción resto -el de las colillas, pañales o residuos de la limpieza- sin realizar ninguna separación para el reciclaje a fin de evitar el contagio al vecindario y a los trabajadores de los servicios de recogida y tratamiento de los residuos municipales. Tras su recogida, se derivarán preferiblemente a incineración o, en su defecto, al vertedero.

Las bolsas que contengan este tipo de residuos se identificarán externamente mediante cinta aislante o un distintivo similar y no podrán ser abiertas de forma manual ni en las instalaciones de recogida ni de tratamiento.

En caso de que sea necesario, las fábricas de cemento autorizadas para coincinerar residuos deberán proceder a la incineración de esta fracción resto a requerimiento de las autoridades competentes.

Asimismo, el material usado en equipamientos sanitarios, así como aquellos generados durante la desinfección de instalaciones -como guantes, mascarillas o batas- se consideran “residuos infecciosos” y se gestionarán como tales.

En definitiva, la crisis del coronavirus nos coloca ante un cambio de paradigma en el que algunas de nuestras prácticas usuales deben verse necesariamente alteradas y en el que, además, se ponen de nuevo de manifiesto la desigualdad en el mundo.