De la reflexión y buena intención a la acción

Hoy, quien no haya leído o escuchado algo acerca de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es que se encuentra desconectado de la realidad, teniendo en cuenta que hace apenas tres meses Madrid acogió la celebración de la Cumbre del Clima. Dada la terrible situación actual derivada del impacto del Covid-19 en nuestras vidas, parece que fue hace décadas cuando continuamente se nos informaba acerca de la COP25; ese espacio en el que distintos países, organizaciones y grandes inversores se reunieron para trabajar de forma conjunta con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en el 2050.

Los ODS se han convertido en un código, un lenguaje de comunicación acogido por el mundo empresarial, a diferencia de lo que sucedió con los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM). Mientras que los ODM estaban orientados a la iniciativa pública y los países en vías de desarrollo, los ODS identifican a la iniciativa privada como motor de un cambio en el que todos los países son la clave, incluidos, y especialmente, aquellos considerados con High Income -acorde con la clasificación de la OCDE-. Así, se pone de manifiesto que aspectos como resiliencia, inclusión, gestión del capital natural o la crisis climática son cuestiones de todos los países y no únicas y específicas de algunos de ellos. Estas problemáticas globales requieren acciones y soluciones glocales (globales + locales).

Ahora más que nunca, la gobernanza y la economía se tienen que poner de nuevo al servicio de las personas, generando modelos de gestión y negocio responsables, diseñando instrumentos financieros que den respuesta a las problemáticas que tenemos en la sociedad.

Comprender e identificar las necesidades que presenta nuestra sociedad no solo conduce a una mejor gestión de nuestro negocio, de nuestro país y de nuestro mundo en última instancia, sino que también tiene como beneficio garantizar el bienestar de quienes nos rodean y, por lo tanto, de la humanidad. Por eso, antes de invertir o desarrollar un modelo de negocio hay que pensar: ¿dónde podemos y, por tanto, queremos producir un impacto positivo? Si muchos de nosotros ya nos hacíamos esta pregunta incluso como inversores particulares, en el escenario Covid-19 y post Covid-19 seguro que nos las formularemos con mayor intensidad y buscaremos una intención en la inversión con el objetivo, no solo de obtener un retorno financiero, sino también social y ambiental

Como respuesta a esta pregunta encontramos los 17 ODS con los que poder alinearnos, gracias a los cuales podremos seleccionar aquellos objetivos que tengan una relación directa con nuestra actividad y así poder priorizar dónde podemos lograr un mayor impacto. Esta priorización y selección es lo que hará factible el proceso de la intención a la acción, definiendo una estrategia con objetivos tangibles que nos permitan monitorizar el cumplimiento de aquel impacto positivo que nos hayamos propuesto generar en nuestra sociedad.

Los objetivos se formarán tangibles al construir métricas e indicadores alineadas a los ODS al ser éstos globalmente abrazados por el ecosistema de los negocios e inversión, forjándose como referencia imprescindible para comunicar rigurosamente la actividad e inversión con intención, lo que muestra y da respuesta a cualquier accionista, inversor, cliente, trabajador que se pregunte cómo se está invirtiendo o generando ese impacto. Esta tendencia fortalecerá la transparencia en la credibilidad, reputación e inversiones del futuro.

Aunque la oportunidad de poder aportar valor añadido a través de los estándares socialmente responsables cada vez es más frecuente entre los inversores, es habitual que muchos de ellos consideren demasiado genéricos estos indicadores, dificultando la elaboración de propuestas de beneficio. Más allá de la diferenciación, cuando los objetivos son genéricos para todas las empresas, la dificultad radica en la fiabilidad: ¿cómo establecer metas reales sin caer en un lavado de imagen?

En primer lugar, debemos entender y priorizar los principales impactos ambientales, sociales y económicos de nuestro modelo de negocio, seleccionando de los 17ODS solamente aquel o aquellos donde realmente impactamos directamente. A esta selección se le denomina tambor. Una vez establecidos los principales impactos y ODS de nuestro modelo de negocio o inversión, desarrollaremos métricas e indicadores específicos en línea con marcos internacionales establecidos por Naciones Unidas con las iniciativas tales como Principios de Inversión Responsable o Positive Impact, la Corporación Financiera Internacional de Banco Mundial con Principios operativos para la gestión de los impactos, o la red GIIN (Global Impact Investing Network), creada para consensuar y desarrollar un sistema de medidas, gestión y optimización del impacto que sean globalmente aceptadas por inversores

Al margen de las enfermedades transmisibles, la Organización Mundial de la Salud revela una tendencia al alza de enfermedades y las muertes por influencia del medio ambiente. La crisis climática está transformando los patrones de transmisión de enfermedades infecciosas propagando enfermedades a territorios que no son tropicales. También el cambio climático afecta directamente en el acceso a las personas en al agua potable. Por lo tanto, proteger el clima también implica proteger nuestra salud. Hay que preservar el capital natural y éste debe ser tenido en cuenta dentro de los modelos de negocio actuales.

Como señala María Neira, directora del Departamento de Salud Pública de la OMS, “es sumamente urgente invertir en estrategias que reduzcan los riesgos ambientales (...). Esas inversiones pueden reducir considerablemente la creciente carga mundial de enfermedades cardiovasculares y neumopatías, lesiones y cánceres, y comportar una reducción inmediata en los costes sanitarios”.

Esta crisis pone de manifiesto la responsabilidad que, más allá de las empresas, tenemos todos nosotros como individuos. Cómo de resilientes seamos ante esta emergencia será crucial para el fortalecimiento y la construcción del futuro. Y para ello, la acción colectiva y la innovación son aspectos clave.