Una oportunidad para liderar el debate sobre la producción de alimentos

La Presidencia española del Consejo de la Unión Europea entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de 2023 se presenta como una gran oportunidad para que nuestro país lidere un profundo debate sobre el modelo de producción de alimentos que queremos para Europa.

La pandemia primero y la guerra de Ucrania después han puesto en primer plano la importancia que la actividad agrícola y ganadera tiene para una sociedad que daba por descontado el abastecimiento alimentario sin tener en cuenta la difícil realidad a la que tienen que hacer frente los productores.

Probablemente ese desconocimiento es el que ha impulsado a la Unión Europea a definir una política agraria en la que no solo prima más el componente medioambientalista que las necesidades de producción de alimentos, sino que da vía libre a situaciones de clara desventaja de nuestros agricultores y ganaderos frente a sus homólogos de otros países.

España es una de las grandes potencias agroalimentarias europeas, una posición de la que podemos presumir gracias al esfuerzo continuo que nuestros agricultores y ganaderos, junto a la industria, han venido realizando a base de profesionalización, innovación y entrega para ganar la batalla de la calidad y seguridad alimentaria. Esa posición es la que legitima al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la hora de situar la producción de alimentos en uno de los grandes debates sobre los que debe pilotar la presidencia española.

La galopante subida de los precios de los alimentos por la inflación, las dificultades que la guerra de Ucrania provoca en la obtención de materias primas como los fertilizantes o los riesgos de desabastecimiento que fenómenos como la sequía están provocando obliga a reorientar los planes que ha trazado la Unión Europea en materia de agricultura y ganadería.

No se trata de renunciar a los objetivos medioambientales marcados, sino simplemente ordenar calendarios y garantizar los instrumentos que permitan que su consecución sea complementaria con una abastecimiento de alimentos fiable, seguro y de calidad para los ciudadanos.

La reducción de fitosanitarios y fertilizantes o la exigencias en materia de bienestar animal no es viable en los plazos marcados sin que el sector disponga de herramientas alternativas. Y más importante aún, sin garantizar la rentabilidad de las explotaciones de un sector en el que el desánimo empieza a cundir.