José María Castilla, director de la Oficina de representación permanente de Asaja ante la UE: “El éxito de un partido agrario en Países Bajos es la reacción a la locura medioambientalista de la UE”

Conoce como pocos los entresijos de la política agraria que se diseña en Bruselas, donde dirige la oficina de Asaja. Habla alto y claro contra los excesos medioambientales de la UE que, en su opinión, han llevado a un partido de corte agrario a ganar en una elecciones locales en Países Bajos. “Ha sido un auténtico terremoto”, dice.

España presidirá el Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre. ¿qué oportunidades ofrece para nuestro país?

Yo díría que una oportunidad a nivel de posicionamiento de España de liderazgo tras la salida del Reino Unido de la UE. Todos los funcionarios europeos están esperando que nuestro país lidere ciertos expedientes, que tenga esa capacidad de mejora de la UE, pero he de decir que hasta ahora no he notado que haya sido así. Es una pena porque es una oportunidad histórica y ahora con las elecciones el 23-J se diluye un poco esa fuerza que debería haber tenido la Presidencia española.

¿Cuáles son esos expedientes?

Es muy necesario que España lidere un consenso en busca, por fin, del uso de la biotecnología y, en concreto, de las nuevas técnicas de edición genética, que son una de las pocas herramientas que nos han puesto encima de la mesa en toda esta legislación verde que nos quieren imponer. Es un buen momento para adoptar algo que nos permita ser más eficientes a la hora de utilizar inputs, que nos permita enfrentarnos a los fenómenos climáticos adversos y, sobre todo, competir en igualdad de condiciones con terceros países porque puede ocurrir que si no legislamos y muchas de ellas son indetectables en frontera, productos de países que hayan podido utilizarlas vengan a Europa sin ningún problema. Otra cosa importante es que España tiene que defender muy alto y muy claro que en el famoso reglamento de usos sostenible de fitosanitarios (RUS) tiene que haber una diferenciación clara entre Estados miembros porque las condiciones agronómicas y climáticas de España, Italia o Portugal son muy diferentes a las de Finlandia, Estonia o Letonia porque no son las mismas las plagas que ocurren en cada país, tampoco los fitosanitarios que se aplican y, sobre todo, no se pueden poner porcentajes sin ningún tipo de estudio de impacto acumulativo. No sabemos porque pusieron el 50% y no el 33,3% y cuando preguntamos la Comisión reconoce que fue una cosa de marketing y que suena muy bien. Hay un tercer expediente importante que está teniendo muchísima polémica que es la Ley de la Restauración de la Naturaleza. Le recuerdo que el Partido Popular Europeo se ha levantado de la mesa de negociación en la Comisión de Medio Ambiente y la Comisión de Agricultura y Pesca también la ha rechazado en el Parlamento porque es impracticable. Aquí hay dos españoles que están jugando un papel importante, César Luena, del Partido Socialista, que es quien lo está negociando, y Soraya Rodríguez, de Ciudadanos, como ponente en la sombra. Hay que decirles a ambos alto y claro que deben buscar una postura más pragmática, más pegada a la realidad porque lo que propone la Comisión de Medio Ambiente es que en las zonas Red Natura no se podría desarrollar la agricultura y la ganadería como hasta ahora al prohibirse el uso de fitosanitarios. En España afectaría a casi el 40% de la superficie total de España y tendría unas consecuencias nefastas.

Hay preocupación también por las normativas de emisiones de las granjas y de bienestar animal...

Se esperan para septiembre u octubre y están totalmente fuera de lugar porque los países terceros no tienen que cumplir ninguna normativa más allá de la legislación internacional y corremos el riesgo de quedarnos aislados. La directiva de Usos Industriales, que se está negociando ahora, equipara una ganadería con más de 350 Unidades de ganado mayor con una fábrica de coches. Nosotros no tenemos nada que ver con ese modelo superintensivo que hay en Brasil, Uruguay o Argentina y está totalmente fuera de tono. Se habla también del fin de las jaulas porque ha habido un millón de firmas pidiéndolo. Si la Comisión va a comenzar a legislar por el número de firmas nosotros representamos a más de 22 millones de agricultores. Me sorprende que el propio vicepresidente Franz Timmermans reconozca que el Pacto Verde europeo es una respuesta al movimiento de Viernes por el Clima de Greta Thunberg. Y yo pregunto dónde están esos estudios de impacto que hemos reivindicado y que deben ser acumulativos. No se puede legislar sin saber si va a haber repercusiones económicas y sociales.

Además se establecen restricciones en el transporte de animales en vivo...

Quieren modificar cuatro directivas: la de transportes en vivo, de mataderos, de etiquetado y el bienestar en las granjas. No tiene ningún sentido hacer cumplir en tu país una legislación que va más allá de lo que exige la OMC porque tus competidores no van a hacer lo mismo. La postura de Europa es la de neocolonialismo, nos creemos tan superiores que tenemos que decir al resto de las sociedades del mundo cómo tienen que producir, qué es lo que deben hacer y que sus organismos no valen nada. Es una posición paternalista. Hay otros modelos de producción más allá de Europa y que si cumplen con la OMC son tan lícitos los unos como los otros. Cuando salió el primer borrador para limitar el transporte en vivo Europa e incluso prohibir exportar a terceros países ya hubo empresas argentinas y uruguayas que fueron a los países a los que exporta España (Marruecos, Túnez, Argelia), donde plantearon acuerdos comerciales ante la posibilidad de que Europa se quedase sin ese transporte. ¿En serio vamos a prohibir el transporte en vivo que en Europa está regulado y que terceros países nos quiten del medio y nos fastidien la balanza comercial? No tiene ningún sentido.

Hablaba de la edición genética como una de las cosas positivas de la nueva legislación europea. Pero en el sector de semillas no están muy contentos...

Ha habido una serie de presiones, que hemos denunciado desde el Copa Cogeca y Asaja, hablando de que únicamente iban a aprobar la edición genética si apoyábamos el reglamento de usos de fitosanitarios y la ley de Restauración de la Naturaleza. Ha habido un chantaje claro. Debe ser justamente al revés porque si no tenemos las técnicas de edición genética jamás vamos a conseguir los objetivos medioambientales que quieren. Por tanto, hay una deslealtad absoluta, una guerra fratricida dentro de la propia Comisión y con el Parlamento Europeo y deja muy fuera de tono esta regulación. Son técnicas que en nada se parecen a los transgénicos porque se producen muchas veces en la propia naturaleza y no se pueden detectar en frontera y te dejan en desigualdad de condiciones.

En Países Bajos ha surgido con mucha fuerza un partido agrario en el mapa político. ¿Como se ve desde Bruselas?

Gracias a Dios ha servido para poner un poco de freno a esta locura legislativa de Bruselas. Eso ha sido un varapalo no solo para el partido de Rutte, de carácter conservador, que es el que gobierna en países Bajos, sino también al vicepresidente socialista Timmermans, que también es de los Países Bajos. Ha venido a remover un poco el avispero y a decir que ojo que el mundo real tiene mucho que decir y esta plataforma puede ser la primera fuerza en las generales y es un mensaje clarísimo. El propio Macron ha pedido tranquilizar la legislación porque estamos apretando demasiado. Ha servido para hacer reaccionar a Europa y el propio Partido Popular Europeo, en su Congreso de Berlin, aprobó rechazar la Ley de la Restauración de la Naturaleza y el Reglamento de Usos Sostenibles de Fitosanitarios. Es la primera vez que un partido político rechaza antes de cualquier negociación iniciativas de la propia Comisión. Eso ha sido un auténtico terremoto. El Copa ha asumido ese liderazgo porque lo propusimos antes que el PPE. Aunque ellos te lo quieran vender como una cosa de los Países Bajos, ni muchísimo menos. Esto viene también a significar un rechazo total a lo que está haciendo Europa, es una prolongación más porque todas esas normativas que han sido rechazadas en Países Bajos es lo que está haciendo ahora Europa, ellos lo sufren de antes. Eso ha puesto algo de miedo en los europarlamentarios y en la Comisión.