Brenda Rodríguez, ganadera, pastora, quesera y presidenta de la Asociación de Criadores de cabras de Raza Palmera: “Hay que valorizar lo nuestro e invitar a la gente a que consuma producto local”

Formada en Gestión y Organización Empresarial Agropecuaria, combina granja, quesería y explotación ecológica con su faceta como madre de dos niñas. Y con buenos frutos, pues ha sido Premio a la Mujer Rural Canaria 2022 y situó su queso tierno ahumado entre los cinco mejores del 36 Salón Gourmets.

Probó en la hostelería e hizo alguna incursión en la construcción, siempre sin dejar de echar una mano en la explotación familiar caprina. La sirvió para darse cuenta de que, si ya de por sí “un ganadero no tiene apenas vida, con dos trabajos...”. Así que, decidió abrazar una sola actividad y no fue lo más cómodo, sino lo que realmente le gustaba, las cabras, porque, además, subraya Brenda Rodríguez (35 años), no quería que con el retiro de su padre se cerraran las puertas de Los Tumbitos, granja y quesería de Barlovento (La Palma) en las que nació y creció.

Ella sí tomó el relevo generacional pero, por desgracia, no es lo habitual ni en España, ni en la isla bonita. De hecho, lamenta la también presidenta de la Asociación de Criadores de Raza Palmera desde hace una década, del medio centenar de socios, “sólo hay una ganadera de unos 25 años y más del 70% cuentan con entre 50 y 60”. “Y no veo que venga gente detrás con ganas”, añade antes de afirmar que, en cierto modo lo entiende, porque es un trabajo “muy sacrificado”, pero, a la vez, empeñada en no tirar la toalla. “Lo primero, tenemos que valorizar lo nuestro” e invitar a la gente “a que consuma local” dándole el valor que tiene por ser un producto saludable, de calidad y que, además, revierte en la economía local y en el entorno natural, afirma convencida de que, por esta fórmula, pasa el futuro de la cabra palmera, en peligro de extinción con apenas 7.000 animales inscritos en el libro genealógico.

De ellos, 400 son los que Brenda cría en semiextensivo, pastorea y ordeña cada jornada a las cuatro de la mañana. Cabras como Presumida, Forastera o Peineta le dan “una media de entre 2,3 y 2,5 litros” de leche diarios -aunque fluctúa dependiendo de la época del año-, que ella misma transforma en quesos tiernos, semicurados y, en menor medida, curados, todos ahumados porque así lo manda “la tradición palmera”. “El 99%” de esa elaboración artesanal diaria a base de leche cruda, cuajo natural y sal marina, lleva el sello de la DOP Queso Palmero y se vende, “la mayor parte, en el punto de venta de la propia granja”. Destina el resto a innovar con quesos con especias y frescos, y acaba de empezar a elaborar mantequilla.

No se quedan aquí las ganas de hacer cosas nuevas y demostrar, que la cabra de pura raza palmera tiene futuro. Y es que Brenda Rodríguez está ya implantando en su obrador la maquinaria necesaria para convertirse en la única ganadera de La Palma productora de yogures. Calcula que los primeros saldrán “para noviembre” y confía en que la ayuden a superar el que define como “el peor momento de la historia para la ganadería con la excusa de la guerra”. “Hay comida de los animales que ha subido hasta un 300%, así que, dice, “pastorear es un cierto alivio sabiendo que otros trabajan a pérdidas”.