Rooteco, lista para liderar la revolución de los biofertilizantes

La ‘startup’ biotecnológica palentina, premiada como la más innovadora de Castilla y León, confía en alcanzar este año ocho productos registrados en su portfolio con los que asaltar este mercado emergente, superar el ‘Valle de la Muerte’ y desembarcar en el exterior.

La gran revolución de los biofertilizantes va a comenzar y muchas empresas productoras quieren estar “en esa ola”. No sólo aspira a ello, sino también a jugar un papel protagonista en la indudable transformación que ya vive la agricultura, la biotecnológica palentina Rooteco Agriculture. Constituida formalmente en 2019, fue hace poco más de un año cuando sacó al mercado español su primer biofertilizante, acaba de lograr su segundo registro y espera sumar seis más antes de que finalice 2023 para cerrar el ejercicio con una facturación de medio millón de euros. Es sólo “el comienzo” y esta startup, reconocida recientemente como la más innovadora de Castilla y León en los Premios EmprendeXXI de CaixaBank y el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, busca alcanzar, sin demasiada demora, la cresta de esa ola.

Así lo expone su CEO, David Villagrá Blanco, empresario vinculado familiarmente a una de las más reconocidas compañías del sector español de los frutos secos y aperitivos, Facundo Blanco. Director de Marketing durante once años en la firma que fundaron sus abuelos Facundo Blanco y Lola de la Fuente, hace cinco le salió al paso el espíritu emprendedor, probablemente heredado de ellos. “Quería desarrollar un proyecto compatible con la empresa familiar” -de la que dice sentirse enormemente “orgulloso”-, algo “propio” y “que estuviera relacionado con la tierra”, explica. En esa búsqueda de un nicho con futuro, vio “grandes posibilidades en la transición de los químicos a lo ecológico” que ya se aventuraba y, a esa visión, se unió una cuestión determinante: su camino se cruzó con el de Jaime Olaizola, doctorado en Ingeniería de Montes y Gestión de Recursos Forestales, biotecnólogo y, sin duda, inquieto emprendedor que ya había cofundado Naturae, TrufBox, e IDForest.

Precisamente, de un proyecto de esta última y bajo el impulso de Villagrá, el propio Olaizola y Sandra González, germinaría Rooteco, que, tras casi cuatro años de andadura, comienza ahora, una vez dado el salto comercial con sus dos primeros registros, a despuntar. Y es que, aunque aterriza en un mercado en el que ya se mueven otros productores de biofertilizantes y bioestimulantes, la palentina irrumpe con importantes señas de diferenciación y con la etiqueta de vanguardista, fruto de una clara apuesta por la I+D+i en los tres años precedentes. Así, gracias a esa apuesta, destaca su CEO, cuenta ya con una masa de unas “200 cepas propias” de microorganismos -fundamentalmente a partir de hongos de los sitios más recónditos de la geografía mundial y bacterias facilitadoras-, y ha desarrollado el bautizado como Sistema Integral Microbiológico, basado en el uso de cepas muy concretas y únicas de diferentes tipos de microorganismos, seleccionadas por su gran eficiencia para que trabajen en conjunto con el objetivo de equilibrar los suelos agrícolas o forestales y proporcionar las distintas funciones necesarias para un desarrollo vegetal óptimo.

Muchas de esas cepas, explica Villagrá, serán multiplicadas para, con tecnología propia, constituir la base de potenciales productos innovadores de futuro para la agricultura y el sector forestal. De hecho, ya tienen testados por el Centro Tecnológico Agrario y Agroalimentario (Itagra) como organismo independiente, los beneficios agronómicos de muchas de ellas, beneficios que no sólo tienen que ver con la regeneración del suelo, la salud de la planta y, por tanto, la obtención de un producto más saludable para el consumo animal y humano, sino también con el propio rendimiento de los cultivos. Como ejemplos, Rooteco ya ha comprobado que, con sus productos, la producción de la fresa aumenta entre un 7 y un 12%; la de los cereales, entre un 15 y un 30; la de los cítricos, entre el 10 y 20, y la de los tomates, entre el 10 y el 16.

Soluciones innovadoras al caer

Por lo pronto, Rooteco comercializa actualmente distintos formulados de biofertilización, bioestimulación y corrección y regeneración de suelos a base de micorrizas, rizobacterias y trichodermas, en formatos que van desde el líquido a la pastilla, pasando por el gránulo, el microgránulo o el polvo. Los seis nuevos registros para los que la emergente palentina espera luz verde a lo largo de lo que resta de año, permitirán, explica Villagrá, incorporar al catálogo productos que, entre otras cuestiones, llevarán una bacteria solubilizadora de fósforo, sola o combinada, para que los fosfatos, reconocidos promotores del crecimiento vegetal, puedan ser absorbidos por la planta y, con ello, mejore su crecimiento y productividad. Asimismo, Rooteco lanzará una gama de artículos enfocados a la fijación de nitrógeno a través de una bacteria, ya que, afirma David Villagrá, tienen la cepa y saben “que funciona” en esa captación de nitrógeno como nutriente esencial que las plantas necesitan para un adecuado crecimiento.

Con absoluta confianza en los productos ya en el mercado y en esas novedades que están por llegar, Rooteco afronta un año que, reconoce su CEO, será “clave para salir del Valle de la Muerte” y afrontar “un gran futuro”. “Las empresas biotecnológicas necesitan una gran inversión de tiempo y dinero hasta tener un producto comercial”, dice el emprendedor palentino antes de rubricar que, en ese sentido, la startup ya ha hecho “lo más difícil” y ahora falta el trámite, aunque burocráticamente arduo, de obtener los registros.

Sabedoras de esas buenas expectativas de futuro, ya han apoyado el proyecto de Rooteco en una ronda Seed el Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León (ICE) y Sodical Instituto Financiero de Castilla y León, completada en febrero y en la que la emergente palentina captó 300.000 euros de financiación. A estos, confía se unan pronto nuevos fondos -actualmente está inmersa en una ronda Serie A-, para incrementar instalaciones, incorporar nueva maquinaria, aumentar la plantilla con perfiles altos que “den valor a la economía local” hasta el objetivo de las 25 personas a 2025 -desde los 8 trabajadores más 3 cofundadores actuales-, y, en último término, abordar la distribución indirecta de sus productos y la escalada comercial que lleve los productos Rooteco a países europeos y también de fuera del continente, fundamentalmente, latinoamericanos.

Necesario cambio de mentalidad

“Hay una gran demanda”, dice Villagrá mostrándose altamente confiado en que los objetivos europeos de reducir la fertilización de base química un 20% y que el 25% de la superficie cultivable de la Unión sea ecológica en el año 2030, sirvan de fuerza tractora a Rooteco.

Eso sí, reconoce que existe el escollo del cambio de mentalidad por el que deben pasar muchos agricultores. Lo sabe bien quien se ha criado en una provincia de agricultura tradicional, pero, precisamente por ello, invita al conjunto del sector a abrazar una biofertilización “que es una realidad”, que “es ya el hoy”, que “tiene unos resultados comprobados y costes perfectamente asumibles -más aún tras el importante incremento de los costes de los fertilizantes químicos-, y que, “no sólo es tendencia, sino una necesidad” para la economía circular, el bien del planeta y la propia salud humana.