Ernesto Igartua Arregui, investigador científico del CSIC y experto en genética de cultivos: “Hay que seguir produciendo, pero de una manera integrada en el medio ambiente y no contra él”

Ernesto Igartua, investigador del CSIC, biólogo y mejorador genético de cultivos como la cebada, defiende una “producción de alimentos integrada en el Medio Ambiente y no en contra de él”, aunque advierte de los riesgos de una excesiva reducción de rendimientos: “Hay que garantizar la sostenibilidad agraria a largo plazo”.

¿El suelo ha sido el gran olvidado en la agricultura?

Si durante muchos años lo ha sido. De hecho, en mi disciplina, que es la genética de cultivos, se le suele llamar la “mitad oculta”. Más o menos, la mitad de la planta está bajo el nivel del suelo. Está haciendo algo muy importante y, sin embargo, hasta ahora nos hemos ocupado sobre todo de la parte que se ve, que también es muy importante. Cuando han ido mejorando las técnicas de investigación, la capacidad de saber lo que está ocurriendo en el suelo, de ver y explorar lo que hacen las raíces, la vida de los microorganismos y hongos, que no están ahí simplemente viviendo sino que se integran con las plantas en un ecosistema que influye sobre la producción de los cultivos, se está volcando mucho más trabajo, que hacía mucha falta.

¿Qué hay y que ocurre ahí abajo?

Eso es lo que estamos investigando. No quiero dejar de decir que todo surgió porque hay verdadera preocupación por los problemas de la erosión, que con las prácticas agrícolas tradicionales se está llevando muchísima cantidad de suelo, un recurso muy lento de reponer, no renovable, al menos a la escala que nos interesa y cuya pérdida es una amenaza para nuestro sustento. Pero también ahora se estudia la microbiota, todo el conjunto de microorganismos del suelo, porque tiene una importancia capital en la adquisición de nutrientes y la sanidad vegetal. Aproximadamente una cuarta parte del carbono que fijan las plantas no se queda en los tallos y en las hojas, sino que va al suelo a través de la raíz. Para la planta es muy importante suministrar ‘gasolina’ a todo el ecosistema que está ahí abajo porque le da mucho. Están todos los hongos, metros y metros de raíces y radículas cubiertas de microrrizas que están interactuando con la planta continuamente y muchas son beneficiosas para ella. Hay un paralelismo grande con el intestino humano. Hay que tener una microbiota sana para que estemos sanos. Con las plantas pasa lo mismo, el intestino de la planta está en el suelo y está interactuando con todos esos microorganismos en cuestiones que afectan a la toma de nutrientes y también a la defensa contra patógenos y ahí estamos empezando a rascar la superficie. Hay muchísima investigación, en España también, y particularmente en el CSIC. Ya no se estudia la planta como un ente aislado sino como holobionte -la integración de la planta con todos los organismos de su entorno cercano-. Todas esas nos dan pistas sobre cómo va a producir la planta y cómo va a ser de sostenible el ecosistema.

¿Además de la erosión cómo impacta más la agricultura en el suelo?

La agricultura supone forzar a los ecosistemas a que nos den el grano o la fruta que queremos y eso tiene un efecto. Uno puede ser la contaminación porque el exceso de fertilizantes hace que pasen a las aguas subterráneas o por las escorrentías a sitios donde no queremos. Por otro lado, los productos agroquímicos tienen efectos no deseados sobre especies a los que no van dirigidos. Ya se conoce a nivel mundial el descenso tan enorme de poblaciones de insectos o aves, mayor en las zonas agrícolas. Las tendencias actuales en agricultura, en investigación y política agrícola son intentar reducir esos daños y todos los agricultores y ganaderos están de acuerdo. Hay que seguir produciendo alimentos pero de una manera integrada en el medio ambiente y no en contra de él. Ha habido una visión un poco simplificada a la hora de producir y cualquier cosa que hubiera alrededor y molestara se intentaba eliminar de la manera más expeditiva. Ahora nos damos cuenta de que no solo se trata de proteger a la naturaleza por una visión digamos naif y ecologista hippie sino que si tú haces daño a la naturaleza, se va a vengar. Hay formas de hacer una mejor agricultura, incluso más productiva, utilizando mecanismos del medio ambiente a nuestro favor. Y ahí entra con gran fuerza toda la cuestión del suelo.

Los agricultores se quejan del exceso de medidas medioambientales, ¿es fácil para ellos hacer esa nueva agricultura?

Hay muchas técnicas a disposición de los agricultores más acordes con el medio ambiente sin disminuir su productividad. Ha habido una investigación enorme sobre la siembra directa, la agroecología, la agricultura de conservación, cultivos de cobertura, cultivos asociados, rotación de cultivos...Hay distintas medidas que ofrecen mejoras en distintos sistemas, aunque es cierto que algunas suponen un gasto, como la maquinaria específica para agricultura de conservación . Desde la investigación publica hay una vocación enorme desde hace muchos años en trabajar en esos ámbitos y muchos agricultores están al corriente de esas técnicas y las usan muy bien.

La agricultura intensiva se está demonizando. ¿Es compatible con la agricultura regenerativa?

Quiero creer que sí. La agricultura para fijar más carbono; hacer laboreos que preserven el suelo; los cultivos de cobertura; rotaciones con especies que enriquezcan la tierra, fijen nitrógeno y ayuden a controlar las malas hierbas; más márgenes con vegetación autóctona, que haya una fauna de insectos que protejan de las plagas... Ninguna de esas técnicas van en contra de la productividad, de una producción intensiva, aunque hay que gestionarlas con conocimiento. Una cosa que preocupa a los investigadores dedicados a la agricultura es que se reduzcan los rendimientos. En Europa producimos algo más de comida de la que consumimos y podemos permitirnos el lujo de bajar un poquito, pero habría que tener cuidado porque somos mucha gente en el planeta. La agricultura ecológica, tal y como está reglamentada en Europa, conlleva un cierto descenso de la producción a corto plazo. Es muy limpia, libre de agroquímicos, pero cuando se han hecho estimaciones a nivel global si cambias toda la agricultura a ecológica va a ser difícil mantener los rendimientos, aunque nadie está pidiendo eso. Tiene que haber un equilibrio para asegurar la sostenibilidad agraria a largo plazo, que es lo que nos tiene que preocupar de verdad. Hay que tener cuidado en no reducir de forma excesiva los rendimientos, de eso ya se ocupa el cambio climático.

Usted es un gran especialista en la investigación de variedades del cereal. ¿Qué ha supuesto para la agricultura?

En los últimos 60 años los rendimientos de cultivos como el trigo o el maíz se han duplicado. La mitad de ese avance es debido a mejoras agronómicas y la otra mitad a mejoras genéticas. La importancia de las nuevas variedades ha sido capital. En cereales entraron las variedades enanas de trigo que aprovechaban muy bien altos niveles de fertilización, sin encamarse, se favorecieron altos índices de cosecha -porcentaje del peso de la planta que es grano- y se pasó de un 30-35% a valores cercanos al 50%, se favoreció las densidades más intensivas, que en maíz fue una revolución. Las hojas son ahora paneles solares perfeccionados para que intercepten un máximo de radiación permitiendo una agricultura superintensiva. También hay un reconocimiento general de que es difícil continuar con ese estilo de variedades sin cambiarlas un poco. Se está intentando producir variedades que sean más eficientes en el uso del nitrógeno.

¿Qué le parece que la UE vaya a autorizar la edición genética?

El 99,9% de los investigadores decimos que ¡por fin! La edición génica es un instrumento magnifico para conseguir cultivos que ayuden a una agricultura sostenible, más saludable y a la producción de alimentos nutricionalmente mejores... Son todo ventajas. En plantas tenemos la ventaja de que produces un organismo por edición génica y puedes volver a cruzarlo con el original las veces que haga falta para dejar el genoma original de la planta madre y solo la parte editada genéticamente de la mutada. Es una mutación dirigida absolutamente indistinguible de todas las que ocurren de forma natural. Teníamos además el peligro de que ya se está haciendo en el resto del mundo y no va a haber nadie capaz de distinguirlas.