Agrosingularity, la abanderada española contra el desperdicio

    Esta ‘startup’ murciana iniciará este año las obras de su propia planta, con unas inversión de 8 millones, para erigirse en referente en la producción sostenible de fibra y proteína vegetal de alto valor a partir de mermas.

    En torno al 40% de los alimentos frescos que se producen son desechados, un dato inaceptable teniendo en cuenta el nivel de estrés al que sometemos al suelo y, más aún, que casi 1.000 millones de personas pasan hambre en el mundo. Venimos infringiendo una honda herida al planeta, pero sanarla también está en nuestras manos y el sector agro no desdeña ni su responsabilidad ni su compromiso. Así, cada vez son más las empresas foodtech y agrotech que, mediante tecnologías como la inteligencia artificial o el big data, buscan fórmulas para modernizar el campo y la industria agroalimentaria sin perder de vista el reto vital de lograr un presente y un futuro más sostenibles en sus tres dimensiones (medioambiental, social y económica). Y como muestra, Agrosingularity.

    “Somos parte de la solución” es el lema con el que esta startup echó a andar hace apenas tres años en Murcia para plantarle cara a un problema mundial que es, además, uno de los principales caballos de batalla de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, el del desperdicio alimentario. A partir de mermas de la producción primaria de vegetales y frutas frescas de kilómetro cero, ha modelizado ya más de 20 productos y soluciones para los sectores alimentario y biotecnológico -desde aromas a proteínas vegetales, pasando por fibra dietética, antioxidantes y conservantes-, y se prepara para dar un gran salto en este 2023. De hecho, prevé que en la segunda mitad de año puedan arrancar las obras de la que será su propia planta de producción, unas instalaciones con las que espera duplicar o incluso triplicar la facturación de 1,3 millones de euros con la que cerró el pasado ejercicio.

    Así lo corrobora Luis Rubio, director técnico y socio fundador de la compañía junto a Daniel Andreu, hoy CEO de la misma. Según explica Rubio, desde su nacimiento Agrosingularity ha venido utilizando las instalaciones de terceros para la deshidratación de los destríos recogidos y posterior molienda y envasado, pero con la puesta en marcha de esta planta propia, no sólo espera alcanzar un potencial productivo de 4.000 toneladas entre 2024 y 2025, sino que, además, podrá aplicar una tecnología diferente a la utilizada hasta ahora para obtener con ello productos innovadores de gran valor añadido.

    Nueva planta

    En concreto, gracias a este nuevo equipamiento, la startup murciana llevará a la práctica mejores escalados de los conjuntos de las células que contienen las fibras procedentes de las mermas de la producción primaria de frutas y hortalizas, y pondrá en el mercado también proteínas vegetales que, igualmente, extraídas mediante diferentes procesos a los usados hasta la fecha, permitirán nuevas aplicaciones. “Lo que más estamos desarrollando es la gama de fibras dietéticas y proteínas vegetales, incluso patentando nuevos procesos, para que puedan ser utilizadas con distintas funcionalidades”, afirma Rubio sobre este tipo de productos a los que se está priorizando porque representan hoy por hoy una de las grandes demandas de la industria alimentaria y porque prometen erigirse en la punta de lanza de la compañía murciana, toda vez que, como confirma su director técnico, nadie los fabrica en estos momentos en España y apenas existe en toda Europa una iniciativa similar en Holanda.

    La nueva planta, que se levantará en Murcia, supondrá una inversión de alrededor de ocho millones de euros y, con ella, llegarán también este año el lanzamiento del software VeguIA, un asistente de inteligencia artificial que ayudará a los clientes de Agrosingularity a prototipar ingredientes y diseñar alimentos, y la primera operación de adquisición en el sector de los ingredientes.

    Confianza de inversores como Banco Sabadell

    Para hacer frente al desembolso que suponen estas novedades, la compañía recurrirá no sólo a subvenciones del Gobierno central y del regional, sino también a una fórmula que le ha funcionado estupendamente en dos ocasiones anteriores: el capital privado vía rondas de financiación. Y es que, tras un inicio en 2019 con fondos propios para definir el modelo de negocio, y contar en 2020 con sendos préstamos de ENISA (Empresa Nacional de Innovación SA) y del INFO (Instituto de Fomento de la Región de Murcia), en 2021 y 2022, los impulsores de la startup han visto respalda su propuesta en rondas de financiación semilla y pre-serie A en las que han captado 1,07 y 1,6 millones de euros, respectivamente. A través de ellas, Agrosingularity ha sumado como accionistas a Banco Sabadell, a través del programa Bstartup Green; Zubi Capital; el argentino Glocal Managers -primer fondo de aceleración enfocado 100% a AgriFoodTech en certificarse como empresa de triple Impacto a nivel mundial-, o los family office de los Riera Roura o la familia Cantarero, entre otros. El reto para este 2023 pasa por materializar una nueva ronda de financiación serie A para captar alrededor de 10 millones de euros.

    Un buen modelo de negocio, una idea escalable, un buen equipo y un mercado con demanda parecen haber constituido el cóctel mágico con el que Agrosingularity se ha ganado la confianza de los inversores. Y es que, como subraya su director técnico, el capital captado se ha destinado hasta la fecha a investigación, a desarrollar producto y a la contratación de personas para, en definitiva, constituir “una estructura sólida y fuerte frente al cliente”, porque como bien sabe por su bagaje profesional, “en el sector agroalimentario cuesta mucho entrar, pero poco salir”.

    De cortar brócoli a procesar toneladas de mermas

    Más que el umbral de entrada ha cruzado ya, ni qué decir tiene, esta startup para la que lejos quedan ya unos inicios que, rememora Rubio, arrancaron con tres personas yendo, cuchillo en mano, a cortar brócolis. Apenas tres años después, Agrosingularity cuenta con una plantilla de 13 personas y con dos hubs sostenibles de recogida de subproductos de origen vegetal de kilómetro cero en Murcia y en Segovia. A ellos llegan, procedentes de una veintena de medianos y grandes proveedores, toneladas de destríos de campo y de procesado industrial de brócoli, alcachofa, limón, calabaza, espinacas, manzana, remolacha y granada que son deshidratados en las instalaciones de una cooperativa murciana y, antes de su posterior molienda en diferentes gramajes y envasado, sometidos a distintos procesos para responder a dos líneas de negocio: Single Ingredients, es decir colorantes, saborizantes aromatizantes y absorbentes de agua para, fundamentalmente, los sectores alimentarios de panadería, snacks, salados, helados, pastas y mezclas alimentarias; y, por otro lado, los Speciality o ingredientes de valor añadido por sus funcionalidades como fibra dietética natural, complemento de nitritos para el sector cárnico, preservadores de alimentos de origen natural, alternativa natural al azúcar, etc.