La montaña que esconde un tesoro agrícola-ganadero

Dos tercios del territorio leonés han sido reconocidos como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial por su aprovechamiento de los recursos naturales.

Son lo más de lo más en el universo agrícola, los auténticos Oscars del campo y, aunque no hayan adquirido su relevancia, son equiparables al título de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. De hecho, el de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial lo otorga un ente hermano de éste, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); y, aunque no trae aparejada dotación económica, el sólo reconocimiento representa un espaldarazo para el territorio agraciado. En ese gran escaparate agrícola mundial acaban de colocarse las Montañas de León, casi dos terceras partes de la que es la séptima provincia más extensa de nuestra geografía. España suma, con éste, cinco títulos SIPAM y se convierte en el tercer país con más premios gordos agrícolas tras China y Japón. El veredicto se dio a conocer a comienzos del noviembre pasado y el reconocimiento para 10.500 de los 15.581 kilómetros cuadrados de superficie total que siluetean la provincia leonesa, no es uno más.

Y es que, en este caso, la FAO no distingue un espacio reducido cuya economía se centra en una única producción agroalimentaria, sino un aprovechamiento tridimensional -agrícola, ganadero y forestal- y simultáneo en una muy amplia extensión. De hecho, el leonés se convierte en el tercer espacio SIPAM más grande del mundo de cuantos se han reconocido hasta la fecha, sólo por detrás del patrimonio pastoral Masai de Kenya y del sistema agroforestal tradicional milpa maya de México.

La Cecina de Chivo de Vegacervera, la Cereza del Bierzo, la Alubia de La Bañeza, la Castaña del Bierzo, los Vinos de León, el Botillo del Bierzo, la Cecina de León, la Manzana Reineta y la Pera Conferencia del Bierzo, el Queso de Valdeón, etc. Hasta 16 extraordinarios productos alimentarios avalados por sellos de calidad -Marca de Garantía, Indicación Geográfica Protegida y Denominación de Origen-, que atesora la provincia, son algunos de los sabrosos argumentos con los que la candidatura leonesa se ha ganado al comité científico independiente encargado de evaluar la solicitud remitida a la FAO, que ha estado integrado por diez expertos internacionales especialistas en distintas áreas.

Así lo señala Eugenia Rendueles, una de las cinco personas que han comandado el equipo de trabajo encargado de la preparación del dossier justificativo de esa petición; de una candidatura que no ha sido, sino una auténtica carrera de fondo de más de dos años de duración.

“Surge como una propuesta que nos llega desde el Ministerio por parte de Juan Prieto”, representante permanente adjunto de España en la FAO. “Nos ilusiona esta idea, la vemos como una buena opción para el territorio y para resaltar unos valores que ya estaban ahí, pero que entendíamos que podían ensalzarse y cobrar más protagonismo como un todo”, afirma, sobre ese punto de partida, la investigadora contratada del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICTAL) de la Universidad de León, que lleva inmersa en el proceso desde las primeras conversaciones con el propio Juan Prieto y con representantes del MAPA, mantenidas de forma online por exigencias de la pandemia sanitaria.

Tras aquel arranque, más de 200 han sido finalmente las reuniones que han salpicado el camino recorrido por Montañas de León hasta alcanzar el SIPAM; reuniones en las que se han implicado los grupos de acción local Montañas del Teleno, Adescas, Asodebi (Bierzo), Cuatro Valles y Riaño, así como asociaciones y colectivos locales, la Universidad y la Junta de Castilla y León, junto a la propia Eugenia Rendueles, encargada de dirigir todo ese proceso colaborativo junto a Pablo Linares, director gerente de Alimentos de Calidad del Bierzo; José Cortizo, director del Departamento de Geografía y Geología de la ULE, y Camino García Fernández, directora del ICTAL.

Unos y otros, subraya Rendueles, han remado al unísono para lograr este título SIPAM, para cuya obtención se han puesto de relieve, además de las joyas agroalimentarias que engrandecen la despensa de León, otros elementos comunes e igualmente distintivos y característicos, como son algunas razas animales autóctonas del territorio -díganse la vaca parda de montaña o la mantequera, el mastín leonés, el carea leonés o el gallo de pluma-, así como la condición de éste como asentamiento de importantes especies animales salvajes como el oso pardo cantábrico, el urogallo o el lobo ibérico. Riqueza agroalimentaria y riqueza faunística que van intrínsecamente unidas y que denotan una forma de gestión y aprovechamiento de los recursos sostenible, circular y óptima para el mantenimiento de la biodiversidad en 10.500 kilómetros cuadrados que engloban nada más y nada menos que siete reservas de la biosfera, un 40% del único Parque Nacional habitado -el de Picos de Europa-, y una destacable lista de bienes Patrimonio de la Humanidad de identidad total o parcialmente leonesa como Las Médulas, los Hayedos de Asotín y Cuesta Fría o el Camino de Santiago.

En cuanto a la delimitación geográfica propiamente dicha, en concreto han sido 97 los términos municipales incluidos atendiendo, explica Eugenia Rendueles, a todo un compendio de referencias compartidas que comienzan por su carácter eminentemente rural. Un carácter al que indudablemente, viene aparejada la sombra de la despoblación -buena parte la Montaña Leonesa presenta “una densidad de población de apenas entre 4 y 6 habitantes por kilómetro cuadrado”. No obstante, los implicados en la candidatura han sabido transformar esa herida del territorio en una de las grandes fortalezas de la misma, poniendo el acento de una manera especial en el hecho de que ese centenar de municipios han sabido conservar, gracias a quienes se aferran a la tierra y las costumbres heredadas, una forma de gestión de bosques, pastos y aguas comunal, de forma que son los propios vecinos los que cuidan esos tres grandes recursos de manera democrática y sostenible.

Las bazas de la tradición oral y el peso femenino

En este sentido, baza especial de la candidatura leonesa han sido los calechos y filandones, reuniones aún arraigadas en la cultura popular leonesa pese al declive poblacional, que resultan clave para la transmisión oral de generación en generación de esas formas de hacer en el campo y en el monte no sólo esenciales para la economía sostenible y prácticamente autosuficiente de los propios moradores, sino también vitales para el mantenimiento de esa biodiversidad y riqueza natural.

Asimismo, según explica Rendueles, desde el punto de vista antropológico, en el dossier justificativo se subrayó, como uno de los ejes transversales, la importancia de la mujer en el medio rural y cómo ha superado en las últimas décadas buena parte de las trabas que la relegaban a un papel secundario y se ha erigido en auténtica protagonista más allá del hogar. De hecho, se puso el acento en que buena parte de las pymes agroalimentarias tienen identidad femenina y ese ha sido, comenta la investigadora, un aspecto muy valorado por el jurado.

Juan Prieto, representante permanente adjunto de España ante la FAO, apunta que el título no va a traer ningún beneficio tangible a plazo inmediato, pero sí puede ser una gran punta de lanza para, a futuro, atraer turismo sostenible y, por supuesto, para que la producción agroalimentaria del territorio reconocido adquiera un mayor valor en el mercado.

De hecho, enfatiza, la figura SIPAM es un plus de “reputación y prestigio” en un momento en el que la Agenda 2030 subraya la “necesidad de una producción agroalimentaria triplemente sostenible -medioambiental, económica y social-“, y en el que factores que inciden indirectamente sobre esa producción, como pueden ser la pandemia sanitaria o la guerra en Ucrania, “deben llevarnos a dar el valor que se merece al trabajo de miles de personas para que una parte privilegiada del mundo podamos disfrutar de una alimentación suficiente, sostenible, segura y de calidad”.