Iñaki Bengoetxea Aizpiolea, cultivador de manzana y elaborador de sidra de la DO Euskal Sagardoa: “En alimentación hemos ido a mucha velocidad
para mejorar”

Como hombre de caserío, es devoto de las tradiciones, valora lo natural y defiende una agroalimentación respetuosa con la naturaleza. Albañil, carpintero y, en los 80, campeón de ‘segalaris’ -deporte rural de corte de hierba-, hoy su vida tiene aroma a manzana y sabor a sidra.

Al grito de “txotx”, arranca la temporada sidrera en el País Vasco, cita que, hasta finales de abril, reunirá a miles de visitantes en 48 sidrerías en torno a buena mesa y sidra de kupela -barrica-. Este pistoletazo de salida pone broche a la campaña para cultivadores de manzana y elaboradores de la tan apreciada bebida como Iñaki Bengoetxea Aizpiolea, quien, no obstante, no para: es también propietario de una de esas sidrerías.

Irundarra de 63 años, creció entre campo y lagar, pero no fue hasta hace tres décadas cuando se entregó a lo aprendido en el caserío materno de la mano “del abuelo”. Desde entonces cultiva varias de las 115 variedades de manzana autóctona admitidas por la Denominación de Origen Euskal Sagardoa (Sidra Natural del País Vasco), un sello que nació en 2017 y del que fue “uno de los guerreros y artífices”. Como él, 250 productores miman 500 hectáreas de manzanales -a las que se han sumado 100 en los últimos cinco años, aún no productivas-; esta campaña, calificada como “media, escasa” por las altas temperaturas, han dado fruto para 1,2 millones de litros de sidra para la DO que, ojo, tendrá algo más de graduación alcohólica.

Iñaki, su familia y un empleado se encargan de 11 hectáreas propias en las que predominan árboles de patrón franco o silvestre que, gracias a su largo ciclo de vida, “de unos 50 años”, y hondo arraigo para “soportar vientos y agua” y “sufrir menos la sequía”, ofrecen un cultivo amable. También, recogen la cosecha de 15 hectáreas de caseríos cercanos para transformar toda esa manzana en sidra (60.000 litros frente a los 150.000 del año pasado); bajo la marca Ola Sagardotegia, se degustan en su sidrería -de igual nombre y construida en una antigua ferrería del S.XIII-, restaurantes, supermercados de proximidad y, en menor medida, cualquier rincón gracias al comercio online.

Ola ha apostado, además, por que toda la manzana en su lagar sea ecológica. “Prefiero hacer menos, pero con manzana de aquí y con más calidad”, dice en toda una declaración de principios este agricultor que defiende lo propio, el km0 y sistemas ancestrales de múltiples beneficios como el que él utiliza para mantener limpia y sana la tierra que sustenta sus manzanos: “un centenar de ovejas latxas” que le arrienda a un amigo. “Hemos ido a mucha velocidad para mejorar, pero en alimentación debemos retrotraernos”, añade en defensa de prácticas arrinconadas por fórmulas que esquilman la tierra y ahondan la herida del medio rural. Por ello, en este nuevo Txotx que arranca con un incremento en el precio de la sidra del 25% -porque, “si no se repercute la subida del vidrio y de los costes no sacamos un rendimiento digno”-, brinda por “la concienciación sobre el valor del producto local”.