El acceso a la propiedad de la tierra, clave para el relevo generacional

El difícil acceso a la propiedad de la tierra ha sido tradicionalmente el principal escollo en el relevo generacional en el campo. Los altos precios y la resistencia de muchos agricultores en edad de jubilación a renunciar a unos ingresos complementarios a sus exiguas pensiones se convertían en una barrera infranqueable para que muchos jóvenes apostasen con garantía de éxito por la actividad agraria. Los últimos datos del censo agrario reflejan que sólo el 4% de los agricultores y ganaderos tiene menos de 34 años y un 15% está por debajo de los 45 años mientras que un 41% está por encima de 65 años.

Bajo esa preocupante radiografía asoma, sin embargo, una nueva realidad que invita al optimismo: la aparición de una generación de profesionales con una renovada visión empresarial dispuesta a invertir para alcanzar explotaciones eficientes y rentables. Pero eso exige que esos jóvenes tengan capacidad de disponer de tierras en propiedad para garantizarse el retorno de los elevados desembolsos económicos que impone alcanzar una agricultura cada vez más sostenible y competitiva. Y para ello, son claves los instrumentos que faciliten el acceso a la financiación bancaria, máxime cuando en el mercado inmobiliario rústico han entrado en escena durante los últimos años grandes fondos de inversión atraídos por los activos agrarios.

Los jóvenes agricultores no se han arredrado ante el nuevo panorama. Los avales a la compra de tierras han capitalizado el pasado año sus solicitudes a la Sociedad Estatal de Caución Agraria (Saeca), que se han incrementado un 8% respecto al ejercicio anterior. Eso ha supuesto que el importe de los préstamos garantizados formalizados se haya disparado un 36,3% al pasar de los 9,14 a los 12,46 millones de euros.

Una tendencia que puede consolidarse, como afirma la organización agraria Asaja en Castilla y León, que “está constatando” que muchas explotaciones agrarias en manos de jubilados, en general de tamaño medio o pequeño, se están cediendo en venta o en arrendamiento a otros agricultores en edad laboral ante el aumento de los trámites burocráticos, las exigencias medioambientales y la incorporación de la tecnología digital a los que obliga la nueva PAC.

Todo ello constituye una verdadera oportunidad que exige a las administraciones valorar otras medidas impulsoras de las transmisiones de la propiedad rústica, como incrementar o complementar las pensiones en el envejecido sector agrario. Solo impulsar un cualificado relevo generacional que generalice un modelo verdaderamente empresarial en el campo de nuestro país garantizará el futuro de la agricultura.