Los veterinarios, la primera línea de defensa para proteger la salud humana

Del 4 al 8 de septiembre, Madrid acogió el 31 Congreso Mundial de Buiatría, evento que convocó a los mayores especialistas a nivel mundial y que este año ha organizado la Asociación Nacional de Especialistas en Medicina Bovina de España (Anembe). A lo largo de las más de 1.000 intervenciones que incluía el programa, tratamos temas relacionados con la labor de los veterinarios de rumiantes y dimos a conocer las últimas novedades e investigaciones científicas a nivel internacional. Además de un completo programa científico con 24 topics de diferentes especialidades de la veterinaria de bovinos, ovinos, camélidos y alpacas, y de los mejores ponentes del momento en cada uno de los temas principales, se organizaron para cada jornada mesas redondas con presentaciones orales y con los dos ponentes principales de cada bloque, donde se pudo interactuar con ellos sobre los aspectos más relevantes de cada una de sus exposiciones.

Al final de cada jornada científica se llevó a cabo la sección denominada “VIP Presentations”, a la que se permitió asistir cualquier persona previo registro. En ella, abordamos temas de actualidad vinculados con la labor del veterinario de granja, tales como la importancia de su trabajo para la prevención de enfermedades en la salud humana, la reducción de emisiones de metano por medio de la eficiencia productiva y la importancia de los rumiantes para limpiar los montes y evitar incendios forestales.

En este sentido, desde el comité organizador del Congreso creemos que la percepción que tiene la sociedad de los buiatras es todavía demasiado parcial y reduccionista. Nos preocupa el hecho de que la población siga ignorando en su mayoría que la salud humana depende del buen estado de los animales y que, cuando revisamos a las vacas de tuberculosis o controlamos la pasteurización de la leche en las industrias y los residuos de medicamentos en la cadena alimentaria, estamos realizando prevención para las personas, luchando contra la zoonosis, esa palabra tan conocida desde la pandemia de Covid-19. El control del bienestar en granja, en el transporte y en el matadero, reforzado ahora con cámaras de videovigilancia, es clave para la salud animal, pero también para la salud pública.

Durante las jornadas de congreso hubo espacio para hablar sobre la producción sostenible, la fijación de población en las zonas rurales y la labor de la ganadería en nuestra sociedad. Sin duda se deberían valorar ambos lados de la balanza antes de hablar de sostenibilidad o contaminación, poniendo al ganadero como el malo de la película.

Por ponerles un ejemplo, los meses de pandemia, durante los cuales el sector productor no pudo parar, fueron un momento crucial para mostrar los datos reales en cuanto a emisiones de CO2. Sirvieron para demostrar que la contaminación que representa la ganadería está muy por debajo de la que suponen otras actividades industriales mucho más contaminantes.

También se tiende a obviar últimamente el hecho de que la actividad agroganadera realiza una labor fundamental en el desbroce de monte bajo, en el mantenimiento de pasto de alta montaña y en la rotación de pastos, pero lo cierto es que contribuye de forma inigualable a luchar contra los incendios forestales. Basta con mapear los incendios de este verano para darse cuenta de que las zonas en donde la actividad ganadera es mayor se han visto mucho menos afectadas por esta lacra.

Otro de nuestros objetivos durante estos días de congreso ha sido desmontar los mitos y las falsas creencias que tiene la población respecto al consumo de carne. Para ello, reflexionamos, como les decía, sobre aspectos como el impacto de la ganadería en el medio ambiente, pero también sobre la ayuda que supone esta actividad para el avance en países en vías de desarrollo y sobre la influencia de las fake news en los bulos que sobre ella se vierten. Asimismo, abordamos los inconvenientes que tiene para la salud la decisión de prescindir de la proteína animal, el problema que supone la falta de conocimiento que tiene la parte de la sociedad que vive en las ciudades respecto a los animales de granja o cómo ha afectado el cambio de actitud que se aprecia en las generaciones más jóvenes en lo que a los hábitos de consumo de alimentos se refiere.

En la inauguración del congreso les dije a los asistentes que probablemente íbamos a hacer un congreso histórico y ahora, con el evento finalizado, nos enorgullece poder afirmar que hemos hecho el mejor congreso de buiatría de la historia. Lo ha sido en cuanto a asistencia y también en cuanto a variedad y cantidad de contenidos.

Esta edición ha conseguido batir todos los récords de inscripción previos, con 3.113 congresistas de 74 países, un 20 % superior al dato registrado en la más concurrida (Dublín 2016). Durante sus cinco días de duración intervinieron casi un centenar de ponentes repartidos entre los 24 bloques temáticos del evento, se defendieron un total de 527 comunicaciones orales y fueron expuestos 767 pósters.

Estas cifras, por supuesto, suponen una gran satisfacción para el comité organizador. No solo porque ayudan a refrendar a Anembe como una asociación con peso y poder de convocatoria dentro de la rama buiatra, sino también porque ha puesto de manifiesto el interés de nuestros colegas por continuar formándose y, por ende, por reafirmar su posición en la primera línea de defensa para proteger la salud humana.

Solo hay una salud por la que velar, eso es algo que todos los profesionales de la rama sanitaria sabemos desde hace tiempo, pero somos muchos los agentes encargados de esa tarea. Solo si caminamos juntos en la misma dirección conseguiremos llegar a buen puerto. Quede este congreso como el manifiesto más reciente del compromiso de los veterinarios buiatras por ayudar en esta travesía.