Humus de lombriz para alimentar el viñedo de Ribera del Duero

Tras incorporar a su cartera de clientes a algunas de las grandes bodegas de la emblemática Denominación de Orígen, Vermiduero, la primera productora de humus de lombriz burgalesa, apuesta ahora por vermicompost enfocados a cultivos concretos.

La superficie de la corteza terrestre sufre por el mal uso de plaguicidas, pesticidas y otros químicos y, advierten los expertos, si las tendencias de la agricultura mundial no cambian, el sistema de producción de alimentos colapsará en apenas décadas. Quizá sea hora de volver la mirada a la última aportación literaria del gran Charles Darwin, una obra publicada en el año 1881 con la que el gran naturalista inglés puso en duda que otros animales hayan jugado un papel más importante en la historia que las lombrices.

La obra en cuestión, La formación del manto vegetal por la acción de las lombrices, se convirtió en todo un best seller para agricultores, jardineros y gente del campo de la época que vieron en ella la posibilidad de utilizar a los gusanos de suelo para mejorar la fertilidad de sus tierras como ya hicieran los antiguos egipcios. No de la lectura de este libro, pero sí de un manual sobre producción de humus que cayó “por casualidad” en manos de Nazareth Aparicio, nació Vermiduero, una joven empresa asentada en la pequeña localidad burgalesa de Roa de Duero que ha germinado con fuerza, especialmente desde hace dos años, para, a partir del trabajo de estas criaturas de organización tan simple, ofrecer soluciones sostenibles a todos los cultivos y, con ello, reconducir la agricultura hacia enfoques que curen las heridas del planeta.

Creen Nazareth y Samuel Sanz, su socio en esta aventura emprendedora, que, efectivamente, las lombrices pueden revolucionar el mundo y que el que producen estos animalitos es “el mejor abono orgánico que existe”. Y no son los únicos a tenor de la cuenta de resultados de su emprendimiento, que, si en su primer año de andadura real, 2021, facturó apenas 50.000 euros, en lo que va de este 2022 ya supera los 100.000.

Buena parte de culpa en esta buena marcha la tienen los viticultores de la Ribera del Duero. De hecho, asegura la joven emprendedora de sólo 31 años que, a la hora de poner en marcha Vermiduero, en el plan de negocio aparecía subrayado que el viñedo debía ser uno de los destinos preferentes de su vermicospost. “Ya se hacía en otras zonas vitivinícolas del país y para nosotros, además, era una prioridad que nuestro producto tuviera un comercio de proximidad”. Pingus, Aalto o Viña Arnáiz (García Carrión) son, así, algunos de los grandes grupos bodegueros de la DO que han sucumbido ya a los beneficios que aporta a sus viñas el humus de lombriz, un producto 100% natural, ecológico, que puede mezclarse con otros tipos de abonos, inocuo y que cuida y regenera el terreno aportando todos los nutrientes necesarios para que los cultivos crezcan sanos y protegidos.

Un total de 48 millones de lombrices -de la especie roja californiana-, son las responsables de las 600 toneladas anuales de vermicompost que salen de Roa con destino prioritario a esos viñedos, pero también a otras muchas explotaciones agrícolas de diversa índole de Cataluña, Castilla-La Mancha, Murcia, la Comunidad Valenciana o Andalucía.

Mimo para trabajadoras incansables

A pesar de su aspecto poco atractivo, estas lombrices son incansables trabajadoras, la mejor mano de obra que un empresario desearía tener, y precisamente por ello, sus criadores cuidan de que vivan a cuerpo de rey en los 800 lechos en los que habitan a razón de 60.000 inquilinas por cama. No en vano, se las tiene “en las mejores condiciones posibles para que cumplan su cometido”: se las alimenta con estiércol de origen equino y ovino tras un reposo de dos a tres meses, se las tiene tapadas, se las aporta la humedad necesaria para mantener el ph del lecho en condiciones óptimas y, lo más importante, “se las deja tranquilas”.

Así, a lo largo del año, pero especialmente en primavera y otoño por la mayor humedad del suelo y las suaves temperaturas, los anélidos de Vermiduero digieren ese estiércol y, gracias a la acción de sus encimas digestivas, hacen su particular magia: convierten un residuo en un recurso capaz de cuidar nuestro suelo.

La empresa de Roa ha venido a sumarse a las varias que, a lo largo de los últimos años, han apostado por esta alternativa natural y ecológica a los fertilizantes químicos y que superan en España la cuarentena -entre ellas Nostoc Biotech, impulsora de la mayor planta de lombricultura de Europa en Cáceres-.

Objetivo: diferenciación

La primera que echó a andar en Burgos -y de momento la única en esta provincia-, lo hizo en 2016 tras ese encuentro casual de Nazareth con un manual sobre lombrices en una biblioteca. De las primeras cajas en el jardín con las que experimentaron ella, bióloga y Máster en Ciencias Agroambientales y Agroalimentación, y Samuel, geógrafo, educador ambiental y Máster en Riesgos Naturales, han pasado, tras dar de alta formalmente su proyecto en 2019, a esos 800 lechos sobre 1.600 metros cuadrados de superficie. No obstante, aunque su objetivo inmediato se centra en estabilizar y optimizar la producción de sus pequeñas hasta alcanzar las 1.000 toneladas de vermicompost al año, también quieren crecer. “A corto medio plazo queremos ampliar para alcanzar una mayor producción”, afirma ella antes de subrayar que otro de sus grandes retos a futuro pasa por diferenciarse de la competencia con productos específicos adaptados a cultivos concretos.

Algunos pasos ya han dado en este sentido; no en vano, en su catálogo no sólo se cuenta el humus sólido; también un humus líquido, no lixiviado -el que hace la mayoría-, sino té de vermicompost obtenido de una formulación propia derivada de la básica. Además, Vermiduero cuenta también con humus enriquecidos con productos microbiológicos, extractos de algas, extractos vegetales, micorrizas y trichodermas, con los que ya marca la diferencia.