Gabriel Trenzado Falcó, director general de Cooperativas Agro-alimentarias de España: “El sector agrario necesita instrumentos que garanticen un abastecimiento seguro de alimentos”

Gabriel Trenzado asume la dirección general de Cooperativas Agroalimentarias con el Plan Estratégico de la organización como hoja de ruta para enfrentar “retos renovados” como el Cambio Climático o el relevo generacional. “Tenemos que cambiar de lenguaje para acercar a los jóvenes a la historia de éxito de las cooperativas”.

¿Cuál es la impronta que Gabriel Trenzado quiere aportar a Cooperativas Agro-alimentarias de España como director general?

Por supuesto seguir con nuestro Plan Estratégico y afrontar las nuevas cuestiones que vienen que no son pocas. Todo lo relacionado con el cambio climático, el relevo generacional, la inclusión de la mujer, el papel de la empresa cooperativa en el sector...son retos que se van renovando cada año. Luego hay que intentar adaptar el lenguaje a las necesidades, que es un reto que tenemos todos. Para atraer a jóvenes tenemos que cambiar de lenguaje, nuestra forma de presentar lo que creemos que es una fórmula de éxito. Hay que intentar cambiar en esa línea.

La actualidad pasa por la propuesta de parte del Gobierno que quiere poner un tope a los alimentos. ¿cuál es su opinión?

La experiencia que tenemos con las intervenciones o las propuestas un poco coyunturales es que en la cadena no sientan bien. Topar los alimentos es de dudosa legalidad porque estamos en un mercado comunitario y de dudoso impacto en una cadena agroalimentaria que está desequilibrada. Cualquier intento por actuar en uno de sus eslabones termina afectando al más débil, que es el agricultor. Creemos que no plantea ninguna solución, sino que hay que ir trabajando en la cadena en todos sus eslabones para crear valor, para que sea sostenible. Hay una realidad que hay que afrontar y es que cuando hay aumentos de costes los productos van a tener que ser más caros. Si lo que queremos sencillamente es que los alimentos sean más baratos es trasladar en el tiempo el problema porque esos costes al final los termina pagando alguien y actualmente y desde hace ya muchos años la alimentación tiene unos precios muy económicos para el consumidor. El sector productor ahora está sufriendo además unos cambios estructurales que le está llevando a una situación extrema: escasez de producción, impacto de la guerra, aumento de la inflación, etc. Hay que pensar por qué estamos en esta situación y no en medidas mágicas porque los cambios estructurales no los provoca el BOE.

Hace unos días se aprobó el Plan Estratégico de la PAC. ¿Qué opina Cooperativas Agro-alimentaria de ese Plan, que tantas críticas ha recibido desde Andalucía?

Cualquier reforma de la PAC tiene opiniones encontradas en función de las regiones porque impacta de manera diferente, pero podemos decir que al menos tenemos un marco jurídico. A partir del 1 de enero, que entra en vigor la nueva PAC, tenemos que trabajar para mejorarla, para adaptarla a las circunstancias y ver si los instrumentos que se han ido diseñando son los adecuados. El sistema tiene un aspecto positivo respecto a otras políticas agrarias porque es una gestión más subsidiaria por parte de España y es que permite hacer modificaciones en función de los resultados.

En ese Plan se van a poner en marcha las Estrategias de La Granja a la Mesa y Biodiversidad 2030. ¿En el contexto económico en el que nos movemos sería necesario aplazarlo o flexibilizar medidas?

Ya se ha hecho y la Comisión Europea tiene sobre la mesa una propuesta de no obligatoriedad del barbecho, algo que nos parece razonable. Nosotros también creemos que en un futuro vamos a tener que disponer de unos instrumentos comunitarios que ahora no tenemos que gestionen mejor el mercado, no que planteen solo medidas coyunturales, que son muy caras y tienen un impacto muy corto. El sector, la producción de alimentos, tiene que estar preparada para evitar este tipo de especulaciones que han venido para quedarse. Y tener un abastecimiento seguro y sostenible de alimentos lo que va a provocar, al menos, es una previsibilidad de manera que los precios para los consumidores no tengan que afrontar situaciones como las de ahora.

¿Cómo está impactando la subida de costes energéticos a las cooperativas?

Va por barrios. Lo estamos analizando y todavía no tenemos un diagnóstico, sobre todo en aquellas que son más industriales, con un consumo de energía más intenso. En otros sectores también está impactando, pero la gran diferencia es que estamos hablando de la alimentación y una de las cuestiones que va a ver la sociedad es que todo lo que afecte al sector agroalimentario toca directamente a la inflación y, a veces, provoca escasez, que esperamos que no se produzca aunque sin duda el año que viene veremos tensiones no solamente por el tema de la guerra y el aumento de los costes de producción, sino por la sequía, que no solo es en España, sino en toda Europa. Y por ejemplo en el caso de materias primas para pienso vamos a ver qué disponibilidad hay cuando en el resto de Europa que tradicionalmente no ha tenido problemas de agua, esta vez sí, o qué va a pasar con los rendimientos por la baja disponibilidad de fertilizantes, etc. Todo eso son cuestiones que debemos vigilar bien y sobre todo actuar con mucha transparencia para evitar que toda esta situación de tensión genera una especulación incontrolable.

La digitalización aparece como una herramienta indispensable para mejorar la competitividad. ¿Se está contando con las cooperativas?

La digitalización es un instrumento no el objetivo en sí y las cooperativas son claves. Si no estamos ahí gran parte del sector no va a tener acceso a este instrumento que es el que le va a poder dar viabilidad y a cumplir con los requisitos medioambientales y que además sean compatibles con estar en el mercado y ser competitivos. Estamos participando muy activamente, tenemos un proyecto muy interesante de cuaderno electrónico que vamos a ofrecer a todos nuestros socios a lo largo del próximo año porque va a ser una obligación para solicitar las ayudas de la PAC y la mejor manera es dar este instrumento y formación y sobre todo que no se convierta en un coste, una traba más para el productor.

¿Y los Next Generation han tenido en cuenta al sector cooperativo suficientemente?

Tenemos muchas expectativas, pero como han salido muy pocas convocatorias no estamos seguros de la capacidad para acceder a los fondos. Lo que si hemos visto percibido en la primera es que el nivel que se está poniendo para acceder a esas inversiones no tiene en cuenta la dimensión empresarial del sector agroalimentario, sean cooperativas o no. El Gobierno tiene que ser más realista si de verdad quiere que se beneficie el sector.

La presencia de jóvenes y mujeres en los órganos de las cooperativas avanza, pero es todavía muy exigua. ¿Cómo piensa impulsar una mayor participación?

Son cuestiones que llevamos trabajando muchos años y en los dos o tres últimos hemos crecido mucho más rápido. Respecto a la mujer, estamos teniendo unas tasas de incorporación mucho mayores porque nos estamos obligando tanto las cooperativas como sus organizaciones representativas a que se incorpore a los puestos de responsabilidad y yo auguro que en los próximos años vamos a tener unos resultados más ambiciosos. En cuanto a los jóvenes, no se trata solo de impulsar a los que están, sino ver por qué no hay más jóvenes, por qué no tienen esa mentalidad cooperativa. Ése es el reto mayor y ahí tenemos que hacer una labor de información, de comunicación, de pedagogía y mi principal objetivo es adaptarnos a sus expectativas, a su lenguaje y a hacerlos comprender que su futuro como productor pasa por ser miembro de una cooperativa al menos en un entorno donde va a necesitar ayudas no sólo de su negocio, sino también unirse con otros agricultores o ganaderos para poder acceder a los mercados y ser rentable. Y ahí la cooperativa es la mejor comuna empresarial que le puede ofrecer un proyecto de largo plazo.

Hablando de puntos débiles, la profesionalización en la gestión es uno de ellos...

La profesionalización tiene que llegar no solo a los que trabajan para la cooperativa sino a sus propietarios, que son sus socios. Ahí tenemos un ambicioso programa de formación que seguiremos adaptando a las necesidades e intentaremos, y ahí tenemos una oportunidad con los jóvenes y las mujeres, que aquellos que lleguen estén bien formados y sean conscientes de donde están y que tipo de decisiones tienen que tomar. Las cooperativas son un reflejo de lo que es el sector, con mucha gente a tiempo parcial. Queremos que los profesionales sean profesionales y los que están a tiempo parcial tengan una actividad profesionalizada. Eso es muy importante porque en muchas regiones la actividad es de este estilo y no por eso es menos importante porque también produce.

El dimensionamiento sigue siendo la asignatura pendiente del cooperativismo. ¿La Ley de Integración se ha quedado corta?

Ha jugado un papel fundamental y está haciendo su trabajo. El objetivo fundamental es que cada vez haya más cooperativas que tengan un proyecto que sume y que las pueda ayudar a seguir creciendo. Lo importante es que la Ley de Integración a nivel estatal, en proceso de modificación, y las medidas que hay en algunas comunidades autónomas funcionen de manera coherente y que se sumen unas a otras porque al final la dimensión no es solo ser grandes, sino adecuar el tamaño a una actividad que sea eficiente y rentable. Y a veces hay que tener mucho volumen y ser muy grande y a veces invertir en profesionalización, atraer el talento y eso no lo hace solo la dimensión económica.

Las cooperativas redujeron el volumen de facturación el pasado año. ¿En este ejercicio volveremos a la senda del crecimiento?

Espero que sí. De todas las maneras creo que hay que quedarse con la tendencia y en los últimos 15 años hemos aumentado la facturación un 50%. Un año u otro, por cuestiones lógicas de campaña, baja o suba, a mí no me preocupa. Yo lo que quiero es que las cooperativas sean empresas dimensionadas, eficientes y con proyectos a largo plazo y ahí tenemos un camino muy positivo y también un gran margen de mejora. En España, que es el séptimo país del mundo a nivel del sector agroalimentario y donde las cooperativas representamos más o menos el 60%, podemos ser optimistas.

Uno de los compromisos del Plan Estratégico 2021-2024 era crear una marca propia. ¿En qué ámbito temporal y en qué consistirá?

Es un proyecto muy ambicioso que tenemos bastante avanzado y el objetivo es sacarla el año que viene. Va a ser una marca genérica sobre producto para que el consumidor vea que consume algo que tiene trazabilidad, cuyos ingresos van a llegar a los agricultores y ganaderos. Es un tema que llevamos trabajando desde el inicio de esta organización y no es fácil porque hay muchas empresas y queremos hacer las cosas bien. El trabajo que estamos haciendo no se había hecho antes y nos está generando un conocimiento que permite que en el plazo temporal de un año sea una realidad.

Hemos pasado uno de los veranos más secos, pero desde algunos ámbitos del Gobierno se culpa al regadío...

Es un error. Hay una comunicación sobre el consumo del agua hacia el sector que es equivocada, como si hubiéramos estado esquilmando. Si nosotros no regamos la sociedad no come, eso es algo evidente. Hace falta modernizar más los regadíos, ser más eficiente y hacer un plan Hidrológico Nacional que no existe. Si no existiese el regadío, que prácticamente aporta el 60% del valor, estaríamos hablando de bastante escasez de alimentos.