Más costes de producción y carga burocrática con la nueva PAC

El inicio de la primera campaña agrícola en la que se aplicará el nuevo modelo siembra el desconcierto y la incertidumbre en el sector por la complejidad y el carácter antiagronómico de algunas exigencias medioambientales que habrá que cumplir para mantener el nivel de ayudas con los ‘inputs’ disparados.

Esta PAC es difícil de entender y de explicar, pero mucho más difícil de aplicar en el campo” afirma Javier Puente, técnico de Asaja Burgos en el vídeo que la organización agraria ha editado para explicar los entresijos de un nuevo modelo de PAC que, en su estreno, se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para los agricultores.

En centenares de localidades de España la asistencia a las charlas que organizan Asaja Coag, UPA o Unión de Uniones para conocer las claves de la que es la reforma más ambiciosa de la PAC es multitudinaria. El comienzo de la campaña de siembra y, por tanto, la planificación de los cultivos, se echa encima y conocer los requisitos medioambientales es clave para mantener el nivel de ayudas.

La complejidad burocrática en la nueva PAC crece exponencialmente. Los antiguos derechos de pago básico se desglosan ahora en una ayuda básica y una ayuda complementaria a la renta redistributiva para las primeras hectáreas. Para cobrarlas, además de disponer de derechos, es necesario realizar duras exigencias medioambientales (condicionalidad reforzada). El tercer bloque corresponde a los ecorregímenes, que son de carácter voluntario y también con un fuerte componente verde. Supone 1.107 millones de euros anuales, equivalente al 23% del presupuesto de las ayudas directas.

“Hay mucha incertidumbre por las nuevas exigencias medioambientales, que se ve agravada por los elevados costes de producción que sufre el sector, la situación climática o la guerra de Ucrania”, afirma Ignacio López García-Asenjo, director de Relaciones Internacionales de Asaja y experto en la PAC.

Por ejemplo, la condicionalidad reforzada, explica, “hace mucho daño a quien tenga las tierras al lado de un río y deba dejar 5 metros no productivos, o que no se puedan utilizar fitosanitarios o tener que sacar el ganado a pastar en función de un calendario que ha hecho alguien en un despacho”.

Los ecorregímenes, la otra gran novedad determina lo que los agricultores pueden o no sembrar hasta prácticamente eliminar su capacidad de decisión en base a su experiencia, la calidad de sus tierras o el mercado. Además, tendrá que hacerlo incrementando sus costes de producción en un momento en el que los insumos están disparados.

Más costes de producción

Es el caso del ecoesquema de la rotación, que obliga a cambiar anualmente los cultivos en el 50% de la superficie, dejar en barbecho un 20% y sembrar cultivos mejorantes en otro 10% (de los que la mitad deben ser leguminosas).

El precio de las semillas certificadas de las principales leguminosas se ha duplicado en el último año (los guisantes han pasado de 500 euros tonelada a 1.000 euros y las vezas de 600-700 a 1.200). Una importante inversión sin seguridad de retorno si no se mantienen el próximo año los actuales precios de venta.

Más grave es la falta de semillas de estos dos productos en el mercado, lo que imposibilitará a muchos agricultores que se puedan acoger a ese ecorrégimen salvo que se arriesguen a una sanción si se lo compran a otros productores o la administración se salta sus propias reglas y permite la excepción.

A la inseguridad en la gestión empresarial se une la jurídica en el nuevo modelo. “Antes era la Comisión Europea la que marcaba lo que había que hacer y ahora es el Estado miembro en base a su Plan Estratégico el que lo define. Eso genera interpretación, discrecionalidad”, afirma Ignacio López. Pone un ejemplo. “El Estado miembro está dejando ciertas flexibilidades a las comunidades autónomas, que puede ser bueno, pero que también genera incertidumbre y agravios si se aplica un ecorrégimen más flexible en Andalucía que en Extremadura”, afirma Ignacio López, que destaca también la complicación burocrática de quien tenga una explotación en dos comunidades distintas y cumplir dos normativas diferentes.

El director de Relaciones Internacionales de Asaja reconoce que el Ministerio “tiene voluntad, pero hay muchas dudas que no son de interpretación. Hemos sido el batallón de cabeza en tener aprobado el Plan Estratégico, pero también es verdad que solo se han aprobado 5 de los 18 reales decretos de desarrollo reglamentario”.

En las asambleas que las organizaciones agrarias celebran desde hace semanas en los pueblos el desconcierto es patente. Antonio Torres Blanco, de Villarmentero de Esgueva (Valladolid), asegura que en el año más caro de la historia por los inputs agrarios la entrada en vigor de la nueva PAC va a ser la “puntilla” para desincentivar al agricultor. Este productor esperaba una reforma más abierta a producir, apostar por nuevas siembras y se ha encontrado todo lo contrario. “No se puede empezar la sementera sin tener algunas normas y condiciones claras. Nos hablaron de una nueva PAC más simplificada, pero nos hemos encontrado la más complicada de los últimos años”, señala.

Para este agricultor, la PAC que entra en vigor esta campaña tiene demasiadas imposiciones. En vez de estar concentrados en producir de forma segura y sostenible como buenos profesionales, “nos obligan a ser más matemáticos que agricultores por tener que estar más pendientes de si cumplimos determinados porcentajes”.

Torres está a favor de prácticas como la agricultura de conservación o la rotación, pero no de forma tan estricta como propone la nueva reforma. “Cada zona, incluso dentro de una misma provincia, es muy distinta una de otra. Necesitamos flexibilidad y no imposiciones o normas rígidas que impidan el desarrollo de los distintos modelos de agricultura”, matiza.

Para este agricultor de secano vallisoletano, la nueva PAC va a tener una vida muy corta. “Se planificó en un momento de abundancia, pero la situación actual ha cambiado. Europa no se puede permitir no producir y muchas de las prácticas de esta nueva PAC van en contra de producir alimentos”.

Según Torres, con el que hablamos en una de las charlas que está organizando ASAJA Valladolid sobre la nueva PAC por toda la provincia, esta reforma también es muy incoherente. “En muchos casos nos obliga a partir parcelas lo que te obliga a ir varias veces y emitir más emisiones cuando el objetivo es lo contrario”, señaló.

Antonio Torres reniega del concepto de ayudas de la PAC porque es una idea que busca enfrentarles a la sociedad y para él son “indemnizaciones” por producir alimentos de calidad y seguros. “Realizamos inversiones altísimas para las que tenemos que pedir créditos elevados y nos movemos en el límite entre la locura y la valentía por poner a disposición de todos comida en la mesa”, remarca.

Para Luis Centeno, productor en Cigales, esta nueva PAC “pone un sinfín de porcentajes y normas, muchas de ellas absurdas, que parecen hechas desde muy lejos y por gente que no esta en el campo. Para mí es nefasta”.

“La agricultura más intervenida de la historia”

Centeno ya ha sembrado dejando terreno para leguminosas, cuya semilla, “está por las nubes”. Según este productor, tendríamos que estar centrados en sembrar para producir como nunca, pero estamos inmersos en un mar de incertidumbres. “Con la nueva PAC tenemos la agricultura más intervenida de la historia, siempre lo estuvo, pero, esta reforma se lleva la palma. Es una intervención radical, con normas muy rígidas, que se nota que han puesto personas que no se dedican a la agricultura y la ganadería”.

Para este agricultor, la nueva PAC está llena de normas ilógicas y demanda más flexibilidad. “Todos queremos preservar el medio ambiente y evitar la contaminación, pero algunas normas como dejar cinco metros de espacio junto a los rios son exageradas. También no poder quemar los restos de poda, algo que se podría hacer siempre que se haga de forma controlada en épocas de bajo riesgo de incendios, ya que no hacerlo provoca el efecto contrario, un riesgo de incendio y foco de enfermedades”, comenta.

Según este cerealista y viticultor, la idea de promover un mayor cuidado del suelo es buena, pero nos tienen que dejar llevarla a cabo. “Tener el mejor suelo para que la planta esté bien alimentada y se desarrolle lo mejor posible es el objetivo de todo agricultor, pero que desde Europa nos dejen hacerlo porque con tantas normas y restricciones es imposible”, señala. Las leguminosas “van a mejorar el suelo, pero, ¿cuánto van a dar de producción después de invertir cuánto dinero?”.

Como muchos agricultores y ganaderos, Beatriz Rodríguez ha acudido a las charlas de ASAJA Valladolid ávida de información y con muchas dudas y todas no han podido tener respuesta. “He estado dudando entre acogerme al ecorrégimen de Biodiversidad o el de rotación de cultivos y al final me he decantado por este último, pero la sensación es que hay demasiada incertidumbre y normas que condicionan poder trabajar con libertad en un momento donde tenemos los precios de los inputs más caros de la historia”, señala esta productora vallisoletana.

Para esta agricultora de San Pedro de Latarce el precio de la semilla se ha disparado y sobre todo el de los cultivos mejorantes que, como en el caso de los guisantes, por la escasez se ha triplicado.

Rodríguez critica la excesiva normativa y condicionantes de la PAC. “Parece que todos tuviésemos que hacer agricultura de conservación y hay otras formas que si se hacen bien, son muy respetuosas y nada excluyentes. “No se puede arar en determinadas fechas, para picar la paja se tienen que dar determinados condicionantes, todo tiene normas, algunas difíciles de entender y complica las cosas en un momento clave para muchas explotaciones”.