“Calidad y equipo humano son el valor diferencial de Agroalimentaria Chico”

Jaime Chico, CEO de Agroalimentaria Chico (ACH) y tercera generación de esta compañía familiar radicada en la localidad burgalesa de Aranda de Duero, pasó de pilotar aviones comerciales a tomar los mandos de una empresa que ha convertido en un referente del potente sector porcino español. “Nuestro valor diferencial es la calidad del producto y el equipo humano que tenemos”, afirma.

El mío ha sido un viaje de ida y vuelta, pero la vida es a veces así. Hay caminos que tienes que recorrer para volver atrás”, asegura este expiloto comercial que con 34 años volvió a “un proyecto familiar al que “siempre había tenido cariño, pero del que había rehuido cuando me fue a estudiar”.

A Jaime Chico no le dan vértigo ni las alturas ni el reto que suponía dar un nuevo rumbo a la empresa que medio siglo antes habían iniciado sus abuelos Miguel y Justina. “En aquel momento teníamos la necesidad en la compañía de que hubiera una transformación y, sobre todo, una sucesión. Hasta el momento, mis tíos y mi padre habían estado muy vinculados al día al día, cumplían una edad y por unos u otros motivos estaban en retirada. Había que asumir el relevo generacional”, asegura.

En 2010 aterrizó para poner en marcha Cárnicas Chico, la comercializadora del que es ya un holding empresarial, a cuyo frente se puso cuatro años después para “dirigir las estrategias y organizarnos de manera distinta a como lo estábamos haciendo. Desde entonces hemos aprobado dos planes estratégicos”, explica. Hoy ACH está conformado por las empresas Agroalimentaria Chico, SAT Hermanos Chico, Chico Galindo y Cárnicas Chico y cuenta con un centro de inseminación, fábrica de piensos, granjas de cría y engorde, sala de despiece y una fábrica de embutidos, así como una tienda de venta. En total, está integrado por 165 empleados “el 80% de la zona”.

Dos son los logros de los que el directivo, que además del Grado en Piloto de Aviación Comercial y Operaciones Aéreas cuenta con otros dos en Ciencias Empresariales y Marketing y Mercados y un Máster en Gobierno Corporativo en la Empresa Familiar, se siente más orgulloso. El primero, el sistema de gobernanza. “Y no hablo solo dentro de las empresas sino incluso dentro de la familia. Tenemos una estructura definida que va desde el Consejo de Familia, al Consejo de Administración o los comités de dirección. Somos capaces de organizar perfectamente esos foros y en unos se habla de unas cosas y en otros de otras”.

El otro, una meteórica internacionalización. “Inauguramos una sala de despiece en 2016 y seis años después estamos en mercados asiáticos que son muy exigentes. Para nosotros era donde queríamos llegar con porcentajes de un 20% de la producción”, afirma.

Jaime Chico reconoce que “aunque intentamos la conciliación y siempre la tenemos en la cabeza”, la gran sacrificada de muchos días de viaje y unas jornadas de trabajo que comienzan a las ocho de la mañana “y terminan cuando terminan” es la familia. “No he venido engañado porque sabía lo que era la vida de un directivo al vivirlo con mi padre. Pero es que encima me va la marcha”, dice entre risas.

Junto a la dedicación, la capacidad de liderazgo es otra de las cosas que no han cambiado a la hora de dirigir una compañía. “Pero el directivo, sobre todo y cada vez más, tiene que trabajar con personas. El perfil de mi padre y mi tío era más el de hacer y ahora debe ser de hacer hacer y en ocasiones de dejar hacer”, subraya, al tiempo que destaca la necesidad de que tener cualidades relacionadas con el “conectar con las personas, con los equipos, ser cada vez más empáticos y motivar a la gente para que afronte proyectos y se enfoque a los resultados”.

Luego, reconoce, “en el entorno que nos movemos, tan cambiante”, el directivo tiene que ser resiliente. Como algunos materiales, tener capacidad de deformarse para volver su forma original”, señala.

La comercialización, en una empresa que nació como productora de porcino “y que cada vez está más cerca del consumidor”, es una de las dos áreas que considera más sensibles. “La otra, porque es donde acaban todas, es el área de recursos humanos. El tema de las personas en las organizaciones es al final lo más importante y las empresas son la gente que trabajan en ellas, las que la hacen. Soy un convencido de eso”.

Pero si hay otro aspecto que destaca en la filosofía empresarial de Agroalimentaria Chico es su vinculación al territorio. ”En el tema de los jóvenes siempre intentamos nutrirnos de conocimiento de la zona en la que estamos implantados. A través de los centros de formación y de FP siempre vamos incluyendo el personal en prácticas que podemos, 4 ó 5 personas, porque no es fácil conseguir los perfiles. Estamos convencidos que la continuidad de la empresa viene del nuevo conocimiento, del nuevo talento que puedas captar e incorporar”.

Apoyo al emprendimiento

El otro puntal con el que Agroalimentaria Chico contribuye a la lucha contra la despoblación es un novedoso sistema de apoyo al emprendimiento con el programa Tu Granja, tu futuro. “Invitamos a los jóvenes, a través de la instalación de una granja y su incorporación al sistema de integración con el que nosotros trabajamos, a quedarse en su pueblo. No es fácil generar actividad en localidades a veces de 17 ó 20 habitantes”, afirma Chico, quien destaca el potencial del sector agroalimentario de nuestro país “que no está suficientemente valorado porque no se conoce” y del porcino en particular: “No se sabe a qué nivel está trabajando nuestro país, algo de lo que tenemos que estar realmente orgullosos”, añade.

En su opinión, “la forma de fijar población es hacerlo de una forma económicamente sostenible y defender lo que se ha hecho siempre pero en un modelo nuevo. La ganadería siempre ha estado en entornos rurales. Hoy el modelo es mucho más evolucionado y eso hay que protegerlo”.

Agroalimentaria Chico controla todo el proceso de producción de su carne fresca y embutidos, que comienza con la selección genética de los cerdos de raza Duroc que crían en las 128 granjas propias e integradas de la que se surten, un exhaustivo control de la alimentación de los animales a base de cereales cultivados en Castilla, y un cuidado proceso de elaboración y curado de sus productos, en los que, junto al porcino de capa blanca, también destaca el ibérico.

“Hacemos un producto de una calidad diferenciada, tanto en la carne como en los embutidos, que controlamos desde el origen”, apunta Chico como uno de los dos valores diferenciales de la compañía. El otro, “el equipo humano, que es joven y muy motivado”, añade.

Excelencia porcina en la Ribera del Duero

Enclavada en pleno corazón de Ribera del Duero, Agroalimentaria Chico se ha convertido en un referente de la calidad y seguridad alimentaria del porcino español. Prueba de ello son las certificaciones Calicer y el IFS Food y los numerosos premios Porc Dor que ha obtenido una compañía que apuesta por la investigación con proyectos como “Nutrilip”, sobre una nueva conjugación nutricional para infiltración de tejido graso intramuscular en la carne de cerdo.

Estas cartas de presentación han permitido que la compañía haya saltado las fronteras nacionales y abierto mercado en países como México, Japón, Filipinas o Sudáfrica.

Junto a esto, el holding empresarial arandino trabaja en el cumplimiento de los exigentes requisitos de la estrategia europea De la granja a la Mesa, entre ellos el de bienestar animal que la compañía certifica con el sello creado por Interporc, la Interporfesional del sector, y que es uno de los más completos del mundo.

El último reto es avanzar en sostenibilidad medioambiental con proyectos de economía circular “fundamentales para cuidar el Planeta”, asegura Chico.