Alianza de emprendedoras

Tras convertirse en la primera productora de moras y frambuesas ecológicas de las Islas Canarias, Lydia Domínguez bifurca ahora su camino para impulsar este subproducto y otros servicios basados en la cooperación.

Sentía que no estaba en su sitio y se dejó imbuir por el aire para que fuera él quien la llevara a encontrarlo. Lydia Domínguez Tejera decidió confiar en este elemento de la naturaleza para que, como si de una metáfora de su propia vida se tratara, la condujera por un nuevo camino cuando, con 35 años, cerró la puerta de la Bodega en la que había trabajado durante una década para abrirse paso en solitario. Tenía claro que su andadura iba a discurrir también por el campo y, finalmente, fue entre zarzas y moreras donde el viento esparció sus semillas para que arraigara su proyecto personal. Lo bautizó, precisamente, como Aires del Apartadero y, con él, se convirtió en la primera productora de moras y frambuesas ecológicas de las islas Canarias. Hoy, apenas cuatro años después, emprende otra apasionante aventura: aunará las iniciativas emprendedoras de cinco mujeres -incluida la suya- en una innovadora granola. El subproducto llevará sello canario y, por supuesto, tendrá sabor a Canarias.

Plátano deshidratado de Finca Jamundi, tuno indio canario de Tuno Canarias, fresa deshidratada de La Albahaca y moras y frambuesas de Aires del Apartadero. Estos son los ingredientes esenciales de este nuevo muesli horneado, a base de frutas y avena, que puede ser disfrutado en las islas afortunadas desde ya. Detrás de estos cuatro componentes hay manos femeninas, las de Patricia, Inma, Mari y la propia Lydia, y, por si fuera poco, la granola llega envuelta con una fresca etiqueta gracias al trabajo de la ilustradora, también canaria, Nat De la Croix, quinto pilar del proyecto.

Podría ser un subproducto más, pero el muesli de Aires del Apartadero va mucho más allá. Y no solo porque representa la bifurcación del camino de emprendimiento que Lydia Domínguez inició en 2018 cuando dejó atrás su anterior ocupación y “todo se fue colocando de forma mágica”, sino porque, además, es un “alimento con trasfondo”. Y es que, como explica su creadora, que se formó en Enología en La Rioja y en Administración de Empresas, lleva implícito un mensaje, el de “lo importante que es romper con los individualismos y unirnos para cruzar juntos una meta”. De hecho, para su llegada al mercado se han “aunado cinco proyectos”, iniciativas que comparten una forma de entender la agricultura bajo la máxima del respeto a la naturaleza, y un objetivo, la puesta en valor de los frutos que regala la especial tierra canaria.

Al timón de este barco que ahora emprende ruta, Lydia busca, además, que Aires del Apartadero pueda viajar también fuera del territorio canario para mostrar las bondades de esos frutos, algo que hasta ahora no podían hacer sus moras y frambuesas precisamente por la delicadeza y la corta vida útil en óptimas condiciones de ambas frutas. En este sentido, uno de sus objetivos con la granola es buscar vías de comercialización para que llegue a la península y que todos los españoles podamos disfrutar de un producto que cumple, además, dos premisas importantes para ella: “no tiene absolutamente nada de azúcar añadido, con lo que conseguimos un producto más saludable” y se venderá en “formato de cristal para que se pueda rellenar en las tiendas a granel” y no requiera la utilización de plástico.

Fruto de los premios cosechados

Este nuevo viaje arranca, pues, fruto del empeño de esta emprendedora canaria por afianzar su apuesta personal por el campo y por el establecimiento de alianzas entre proyectos hermanos, pero también impulsado por las cuantías económicas que la iniciativa le ha reportado a través de distintos premios y que ella no ha dudado en reinvertir en volver a sembrar.

La hoja de ruta de Lydia Domínguez hacia la cooperación no se queda, no obstante, en este subproducto. Para ella, “vivir solo de la agricultura es un suicidio porque hay muchos factores externos que no puedes controlar”, de ahí que también se haya lanzado a crear, en la finca familiar que hace cuatro años rescató para que germinara Aires del Apartadero en la localidad de Fasnia, “espacios para visitas, abiertos al encuentro personal y la conexión con la naturaleza”.

Incluso, está actualmente inmersa en la construcción de una tarima para promover actividades gastronómicas y convertir ese Apartadero en el que ella halló refugio cuando necesitaba, precisamente, “apartarse” y “reconectar con la naturaleza y el medio rural”, en punto de encuentro y de eventos con la gastronomía y los productos naturales como protagonistas.

Mientras avanza su propuesta de agroecoturismo, a 700 metros de altitud, en la finca de 4.000 metros cuadrados sobre la que se asienta Aires del Apartadero a escasa distancia del monumento natural del Barranco de Fasnia, arranca ya para Lydia la recolección en el millar de plantas de frambuesa y 300 de mora en espaldera, proceso que alcanzará su pico entre julio y agosto. Manualmente, “con el mínimo posible de manipulación”, recogerá sus frutos para que se vendan luego, a unos 4,20 euros los 125 gramos, en tiendas ecológicas y mercadillos de la isla de Tenerife y de Gran Canaria. Llegarán al cliente en “bandejitas biodegradables hechas con almidón de maíz” dado que el plástico cero es una de las máximas de esta agricultora que, con el lanzamiento de la granola, contratará a una mujer de la zona para que la ayude en las diferentes tareas que comprenden estos cultivos.