Guerra, sequía y más costes como palanca de la tendencia de precios de los aceites de oliva

Estamos ante una campaña que en España rondará los 1,45 millones de toneladas, lo que supone un incremento del 3,5% con respecto a la inmediatamente anterior en términos de aceite, y una caída del 13,3% si hablamos de fruta, es decir hemos obtenido un 3,5 más de aceite que la campaña pasada, con un 13,3% menos de aceituna, debido a una mejora de rendimientos del orden del 1,5%.

En términos de calidad más del 70% de los aceites serán vírgenes o vírgenes extra, debido a las pocas interrupciones climatológicas, alta capacidad de recolección, y elevada productividad real de las almazaras españolas.

En el ámbito internacional nos situamos en un punto en que la oferta es superior a la demanda, pero no la producción, es decir, la demanda supera a la producción, pero al añadir el enlace, es decir al hablar de oferta global, ésta es más alta que la demanda, lo que no es positivo en términos de cotizaciones, pero las expectativas negativas de la futuras campaña mantienen los precios sólidos, solventes y estables en origen, similares a las cotas que acontecieron en las campañas 04/05, 05/06, 14/15 y 15/16, encontrándonos en la campaña 3 de un ciclo de altos precios en origen. Recordar que los ciclos de buenos precios durante los últimos 25 años tienen de media tres años, mientras que los de bajas cotizaciones alcanzan hasta los siete, teniendo medias de cinco.

Si nos referimos al planeta en su conjunto. de nuevo nos encontramos en una campaña muy similar a la anterior, algo más elevada, debido a las producciones en países como Grecia, Italia, y especialmente Portugal, que ha batido su propio récord, pasando a ser el cuarto país productor de aceite de oliva de los 66 que actualmente producen, mientras que es el noveno en superficie, lo que pone de manifiesto la extremadamente alta productividad de sus olivares.

La demanda está sufriendo una caída muy acusada debido a las tendencias de precios en el lineal, que ha hecho que, por ejemplo en España, de nuevo el girasol desbanque a los aceites de oliva, y que los vírgenes hayan cedido ante los refinados siendo la brecha de consumo entre ambas categorías aún mayor.

En el entorno internacional, Estados Unidos y Brasil siguen tirando de la demanda, mientras que los países tradicionales, como Italia, Grecia, España, Túnez y Portugal, ceden posiciones en franjas de edad comprendidas entre 0 y 50 años. Este segmento es difícil de fidelizar para nuestros aceites. Por otro lado, la crisis bélica tendrá dos impactos, uno positivo, pues elevará el precio del girasol, lo que sería positivo para los aceites de oliva pues éste es su principal sustitutivo, pero otro factor negativo sería la caída de demanda de Rusia, pues es el mayor consumidor no productor de aceite de oliva del mundo, junto a Alemania, Canadá y Reino Unido.

No obstante, esta situación de precios no es más que un intercambio de precios temporal. Es decir, si analizamos los últimos 25 años en una media por categorías, la cotización en origen de los aceites de oliva (lampante, virgen y virgen extra) siguen una media de 2,4 euros, es decir que en momentos en los cuales los precios están bajo esa cantidad, lo único que existe entre el resto de eslabones de la cadena y el olivicultor es una diferencia temporal a favor de él. Y todo lo contrario en momentos de precios superiores a la media, en cuyo caso es el agricultor el que ostenta una deuda temporal con el resto de eslabones de la cadena, sin hablar del nocivo efecto que sobre el usuario hacen y generan estos cambios y oscilaciones de precios.

No obstante, a medio plazo, dicho ciclo de precios altos en origen tornará de nuevo en un punto de inflexión en el momento en que cambie la climatología, debido fundamentalmente a tres factores de carácter fundamental. En primer término se está produciendo un deterioro de demanda excesivo por los elevados precios, que ya era no obstante acusada en el segmento de población de hasta 49 años. Del mismo modo, en el Planeta se han plantado de forma reciente, en los últimos 3 años, más de 500 mil hectáreas, más la entrada en producción de otras tantas, y la capacidad real productiva en momentos de grata climatología se adecua a la nominal, con lo cual, la producción será elevada de nuevo generando un exceso de oferta sobre la demanda con las connotaciones que ello tiene.

Por lo tanto nos encontramos ante una campaña media, tanto nacional, como mundial, con una evolución de precios sólida y solvente, que no se encuentra justificada por la demanda que no deja de caer, y que se siente exclusivamente respaldada por las expectativas de baja cosecha que podría acaecer el año próximo, todo ello debido a las escasas precipitaciones y pernicioso clima que acontece, además de la escalada de precios de inputs, y la crisis bélica de Ucrania que afecta sobre todo a los países donde el girasol compite con los aceites de oliva, como es el caso de España.