Seguridad Alimentaria en la UE, Comité Especial de Agricultura y Ucrania

El pasado martes, 7 de junio, se celebraba el Día mundial de la seguridad alimentaria. También tuvo lugar la reunión del Comité Especial de Agricultura de la Unión Europea al abordar la situación de los mercados agrícolas, en particular tras la invasión de Ucrania. La UE ha revisado la situación en cuanto a los mercados agrícolas, valorando desde la producción, utilización, reservas y el comercio mundial de estos productos.

De acuerdo con los datos disponibles a través de la FAO, es probable una contracción de la producción, utilización, reservas y comercio mundiales de cereales, y ya se habla de posibles consecuencias por la guerra en Ucrania, que ha acelerado el aumento de los precios de los alimentos y el combustible en muchas naciones del mundo. Estas perturbaciones golpean contextos ya caracterizados por la marginación rural y sistemas agroalimentarios frágiles.

El conflicto repercute en la seguridad alimentaria mundial y, es posible, que contribuya al aumento de la pobreza e inestabilidad en países que ya se encontraban en una situación delicada, debido al déficit de alimentos de África (incluido el África subsahariana), Oriente Próximo y los Balcanes Occidentales.

La situación es objeto de análisis permanente, no sólo para los cereales y oleaginosas, como principales afectados por la situación, también se revisa la situación de otras materias primas e insumos que impactan en la producción agroalimentaria. En el caso de los cereales (trigo, maíz y cebada), cuyos precios han aumentado y se prevé que sigan subiendo en 2023, está por ver el resultado de las cosechas en la UE, ya que una buena cosecha podría asegurar un suministro de trigo suficiente para uso alimentario. La guerra tiene repercusiones directas en el suministro de alimentos a escala mundial (especialmente el trigo, el maíz, la cebada y el aceite de girasol), en los precios de los fertilizantes y la energía.

Todos estos datos pueden tener impacto en la inseguridad alimentaria en el mundo. Según los datos de la FAO en septiembre de 2021 más de 161 millones de personas en 42 países se encontraban en situación de grave inseguridad alimentaria. Se prevé un incremento de personas desnutridas entre 7,6 y 13,1 millones como consecuencia del impacto de la guerra en Ucrania.

En estos momentos podemos afirmar que en la UE no está en juego la disponibilidad de alimentos, aunque sí la posibilidad de que toda la población pueda acceder a los alimentos, algo que se complicará para los hogares con bajos ingresos. La UE es un gran importador de productos específicos de complicada sustitución, como, por ejemplo, las proteínas forrajeras o el aceite de girasol. No existe riesgo de escasez generalizada para los consumidores. Si bien no está en peligro la estabilidad del suministro de alimentos en la UE, estas vulnerabilidades, junto con los elevados costes de los insumos, están provocando un aumento de los precios de los alimentos. Si los costes de producción significativamente más elevados a nivel de explotación no se compensan con precios más elevados, esto puede afectar a la seguridad del suministro.

El pasado 7 de junio se trató la situación en el Comité Especial de Agricultura, en el que uno de los puntos del orden del día fue el de la situación de los mercados agrícolas, en particular tras la invasión de Ucrania y se consideró que sí bien la situación es delicada, no es tan dramática como se visualiza en algunos momentos. La producción de cereales es buena -293 millones de toneladas- con una ligera disminución de 2 millones de toneladas debido a la sequía (principalmente de cebada y maíz, menos de trigo). Las delegaciones tomaron la palabra para dar algunas actualizaciones del mercado nacional, y la mayoría destacó que la situación no había cambiado mucho desde el último Consejo. Además de las cuestiones relativas a los productos agrícolas, también se prestó especial atención a los precios de los fertilizantes.

Por otra parte, algunas de las delegaciones destacaron la necesidad de evitar cualquier medida que pueda generar un obstáculo para el comercio internacional y la necesaria finalización de los planes estratégicos nacionales lo antes posible. El seguimiento de estos temas continuará el 17 de junio con una nueva reunión, en este caso la última bajo la presidencia francesa.

En paralelo la UE trabaja en medidas para utilizar los nuevos planes estratégicos de la PAC dando prioridad a las inversiones que reduzcan la dependencia del gas, de los combustibles y de los insumos (plaguicidas y fertilizantes), como, por ejemplo: las inversiones en producción sostenible de biogás, a fin de reducir la dependencia del gas ruso; las inversiones en agricultura de precisión, a fin de reducir la dependencia de fertilizantes sintéticos y minerales, así como de plaguicidas químicos; las ayudas para la captura de carbono en agricultura, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar los ingresos de los agricultores, o las ayudas para las prácticas agroecológicas, a fin de reducir la dependencia de los insumos químicos y garantizar una seguridad alimentaria duradera.

Es importante que todos los Estados miembros trabajen en el corto y largo plazo para abordar tanto las preocupaciones acuciantes, como las vulnerabilidades a largo plazo. La UE está en condiciones de que se pongan en marcha estas medidas sin un nuevo marco regulador, por tanto, los Estados miembros deben revisar sus planes de la PAC en los concerniente a estas cuestiones.

Como conclusión, la situación es delicada, aunque no tan dramática como en ocasiones parece. En otro orden, ante lo complejo del panorama es fundamental un trabajo en dos escenarios, el corto y largo plazo. En el corto hay que tomar medidas para evitar problemas de inseguridad alimentaria en los países menos desarrollados y en el largo se ha de trabajar para que la UE se dote de sistemas y mecanismos que le permitan gestionar mejor estas crisis en el futuro.