España producirá menos de la mitad del cereal que necesita por el calor

La sequía y la ola de calor que golpea España registradas en las últimas semanas ha terminado por torcer la previsiones de una cosecha de cereal que había generado buenas expectativas. Nuestro país aumentará su déficit de materias primas en un contexto mundial marcado por la escasez.

La entrada de las cosechadoras está confirmando las malas previsiones de cosecha de cereal que ya dejaba entrever la falta de lluvia y, sobre todo, las altas temperaturas que se registran desde mediados de mayo, una situación que empeora día a día por la ola de calor que se ha instalado en nuestro país esta última semana.

Las lluvias de abril habían generado grandes expectativas entre los agricultores ya que, en gran medida, enmendaban los problemas de falta de precipitaciones de los meses anteriores. Sin embargo, el buen ciclo vegetativo que empezó a acompañar a trigos y cebadas se rompió de forma abrupta con la llegada de las primeras olas de calor de mayo, que llegaban en un momento clave como es la maduración del grano. Una situación que afectaba especialmente a la cebada y que ha comenzado a convertirse en dramática con la intensa subida de temperaturas que estamos sufriendo estos días, extendiéndose los problemas al trigo.

Las estimaciones más recientes son las realizadas este mismo jueves Cooperativas agroalimentarias de España, que prevé una coseca de 17,6 millones de toneladas, lo que supone un 29,6% menos con respecto a la pasada campaña y un 28,5% menos sobre la media de los cuatro últimos años. Una caída que se explica por la reducción de los rendimientos de los dos cultivos mayoritarios, trigos y cebadas, de más de 1.000 kilos por hectárea. Por cultivos, en trigo blando se alcanzarán los 5,05 millones de toneladas (-28,7%); en cebada, 6,6 millones (-30%%); en maíz 3,5 millones (-15,9%); en trigo duro 674.402 toneladas (-9,3%); en avena, 839.526 toneladas; centeno 227.629 y triticale y otros 625.946 toneladas.

La bajada en la producción del maíz, con una producción de 3,5 millones frente a los 4,2 millones de la anterior campaña, se debe fundamentalmente a la reducción de la superficie de cultivo.

Ya las primeras previsión de la Sectorial de Cereales de la organización agraria Asaja apuntaba a una drástica caída, con una cosecha sin contabilizar el maíz de 15,5 millones de toneladas, con una reducción de un 21% respecto al año anterior, es decir, 4,1 millones de toneladas menos.

Similares eran los cálculos de la Asociación de Comercio de Cereales de España (Accoe), que situaba sus previsiones en 14,7 millones de toneladas -también sin maíz-, en torno a un 20% menos respecto al pasado año y del -34,52% en relación a 2020, que tuvo uno de los mayores registros históricos.

El secretario general de ACCOE, José Manuel Álvarez, reconoce que aumentará el déficit histórico que tiene nuestro país, que consume cerca de 38 millones de toneladas anuales: “Aunque se prevé una reducción del consumo, tendremos que importar más materias primas”.

Lo que parece despejado es el fantasma del desabastecimiento afirmaba a elEconomista.es Álvarez. Francia, nuestro principal suministrador, ha corregido una cosecha que presentaba problemas por la sequía, mientras que tampoco hay problemas en lo que se refiere a los otros dos grandes suministradores de nuestro país, Rumania y Bulgaria.

Cuestión distinta es la del maíz. La guerra de Ucrania, nuestro principal proveedor, ha obligado a buscar alternativas en nuevos mercados fundamentalmente Argentina, Brasil y Estados Unidos. “Al estar más lejos, los fletes aumentan a la vez que está subiendo el precio del petróleo por lo que tendremos que pagar más por lo que compramos”, afirma Álvarez.

La buena noticia para los agricultores, que se convierte en un problema para los ganaderos, es que las cotizaciones de los cereales se mantendrán en los máximos que llevamos viviendo durante los últimos meses. “Ahora mismo, los condicionantes son para que los precios sigan en unos niveles altos, porque hay menos producción mundial los grandes exportadores como India, Rusia o Ucrania no están en el mercado”.

La cebada cotizaba esta semana en las lonjas españolas en torno a los 365 euros por tonelada y en el caso del trigo alrededor de 400, unos precios que apenas han registrado variaciones desde el rally alcista de los últimos meses pese a que ya está entrando cereal de esta campaña, que siempre tira a la baja las cotizaciones. Fuentes del mercado barajan que estos rangos de precios en máximos históricos marcarán las negociaciones, aunque apenas supondrán mitigar los elevados costes de producción soportados por la subida de fertilizantes, gasóleo o fitosanitarios.

A nivel internacional, la situación es bien distinta. Las dificultades de Ucrania para exportar han provocado una ola de “proteccionismo alimentario” y países como la India, otro de los grandes productores de trigo ha prohibido la exportación para evitar subidas de precio del pan, habitual germen de protestas violentas de la población. A estas restricciones se une la interrupción del comercio de fertilizantes utilizados para la producción de alimentos. Rusia y Bielorrusia exportan gran cantidad de fertilizantes a base de nitrógeno potásico a muchos países de Europa y de Asia. Las sanciones económicas impuestas a productos rusos por la invasión de Ucrania están ocasionando una disrupción en el comercio de estos insumos agrícolas.

La Organización de Naciones Unidas ya ha dado la luz de alarma y ha advertido de que, la guerra en Ucrania puede provocar que aumente en 13 millones más el número de personas que actualmente padecen hambre en el mundo.

Las previsiones de Ucrania para esta campaña prevén una caída de la producción de trigo de un 40% y que las exportaciones disminuyan un 50% debido a la invasión rusa.