España, ante el reto de liderar el mercado europeo de bioestimulantes

Hoy entra en vigor el reglamento que crea el mercado único europeo de bioestimulantes y que amplía y clasifica la carta de productos permitidos. Obliga además a probar científicamente su funcionalidad y regula los máximos de componentes en abonos para ayudar al sector agrícola a coger el tren 2030

Tras dos años de cadencia para que los países miembros fueran adaptándose, hoy entra en vigor el Reglamento (UE) 2019/1009, que pone fin a las normativas ambiguas de 28 países, reconoce expresamente los bioestimulantes de las plantas y los define inequívocamente al igual que los fertilizantes, y crea, por fin, un mercado europeo único para estos productos. Además, desde este 16 de julio ya no valdrá el “mi producto es bueno porque sí y sirve para todo”; para hablar de bondades, deberán ser científicamente probadas y refrendadas por una entidad acreditada para ello. Éstas son algunas de las principales novedades con las que arranca un texto que, sin duda, marca un cambio de paradigma hacia una nueva agricultura, hacia un sector más eficiente y sostenible ante el que España parte en una más que buena posición. Y es que, nuestro país, parece estar preparado para ser la locomotora que guíe a Europa hacia ese nuevo, ambicioso y trascendental destino.

Así lo asegura Pedro Palazón, ingeniero agrónomo especializado en el desarrollo de bioestimulantes y CEO de Ideagro, una empresa murciana de investigación aplicada al sector agroalimentario y laboratorio nacional de referencia en la Red Mundial de Laboratorios de Suelo de la FAO (Glosolan). “Yo creo que, una vez más, España va a ser líder, como suele serlo en todos los cambios que hay a nivel de producción agrícola. Estamos mejor preparados que la competencia y, aunque con esfuerzo, nos vamos a adaptar mejor que muchos países”, subraya al hilo de este nacimiento para el que, precisamente, “se ha tomado como referencia lo que ya se venía haciendo en España y se ha extrapolado a nivel europeo”.

En este sentido, explica Palazón, en nuestro país -primero con el Real Decreto 506/2013 de productos Fertilizantes y posteriormente con el RD 999/2017-, ya se ha allanado el terreno para favorecer el arraigo de esta nueva agricultura que trata de impulsar la estrategia europea ‘De la Granja a la Mesa’ (Farm to fork), en consonancia con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. En concreto, el campo español viene utilizando desde hace años “diferentes tipos de abonos, fertilizantes..., de base orgánica, mineral y mixta; teníamos inhibidores y diferentes herramientas que nos permitirán realizar una agricultura alternativa -sobre todo con las últimas modificaciones en las que se consideran los microorganismos como fertilizantes-, que no eran empleadas a nivel europeo donde, hasta ahora, sólo se utilizaban los fertilizantes de base mineral -más conocidos como fertilizantes químicos-”.

Más herramientas y más naturales

Con la entrada en vigor del Reglamento (UE) 2019/1009 y en respuesta a esos objetivos de la estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ de reducir en un 20% el uso de fertilizantes químicos a 2030 y de que un 25% de la superficie agrícola sea ecológica, se amplía la carta de los permitidos en los estados miembros añadiendo los de origen orgánico y se clasifican los materiales componentes que pueden utilizarse para su elaboración, con requisitos de transformación y mecanismos de control diferentes adaptados a sus diferentes grados de peligrosidad y variabilidad -mínimos de nutrientes por debajo de los actuales y máximos de metales pesados, por ejemplo-. Además, y como una de las principales novedades que llegan con la nueva normativa, se establecen siete nuevas Categorías Funcionales de Productos, dentro de las cuales se incorpora “la de los bioestimulantes de las plantas”, por un lado, los de origen microbiano -procedentes de hongos micorrícicos y de tres especies de bacterias beneficiosas-, y, por otro, los no microbianos -extraídos de algas, hidrolizados, compost, subproductos de la industria alimentaria y polímeros de nutrientes-.

Este reconocimiento expreso, “por primera vez”, a nivel legislativo en el marco europeo de los bioestimulantes, abre una gran puerta a estos productos naturales llamados a imprimir velocidad a la locomotora hacia el destino 2030, pues contribuyen a mejorar los cultivos optimizando la absorción de nutrientes y de agua por la raíces, lo que ayuda a minimizar la aplicación de abonos de nitrógeno, fósforo y potasio altamente contaminantes; fortaleciendo la planta ante condiciones ambientales difíciles; optimizando los procesos fotosintéticos y metabólicos, y mejorando la calidad de los productos obtenidos, tanto a nivel nutricional como de vida comercial reduciendo el desecho alimentario.

Gracias, pues, a la incorporación de nuevos productos y a esa mejor y más precisa definición en el nuevo reglamento, a partir de hoy tendremos “una serie de herramientas mucho más amplia y eficaz para poder adaptarnos a esos objetivos de la Agenda 2030”, enfatiza Pedro Palazón.

Los agricultores españoles, incide el propio experto que ha participado en diferentes grupos de trabajo del ‘Green Deal’ o el ‘Farm to Fork’, ya han incorporado muchas de ellas a su quehacer condicionados por los propios cambios legislativos en nuestro país, por las exigencias de un consumidor cada vez más proclive a alimentos obtenidos de una forma más respetuosa con el medio ambiente y, por supuesto, por el fuerte incremento de los precios de los fertilizantes, del 200% en algunos casos.

Retrasados en acreditación

El campo de nuestro país lleva, pues, la delantera en aplicación, pero no en lo que a la adaptación de la fabricación se refiere. Y es que, a partir de ahora, para que los fabricantes de fertilizantes y bioestimulantes puedan declarar su funcionalidad, deberá estar probada científicamente para poder ser vendidos en la UE. Al igual que ya ocurriera con los alimentos, desde la entrada en vigor del (UE) 2019/1009, los productores ya no podrán vender las bondades de sus productos en Europa sin más, sino que, para justificar la acción biológica y funcional de éstos sobre una especie vegetal cultivada, se le exigirá que esté probada científicamente. Así, describe Pedro Palazón, un fabricante deberá enviar sus productos a una empresa o laboratorio acreditado para que realice los pertinentes ensayos de validación y eficacia, y elabore un dosier técnico del producto para que, finalmente y a modo de auditor externo, un organismo notificado acreditado pueda dar el definitivo visto bueno a ese producto a nivel técnico y legislativo.

En este apartado España sí que va “muy mal”, pues aún ninguna empresa cuenta con esa acreditación. En estos momentos hay tres en proceso de registro y podría ser que a finales de año obtuvieran esa certificación de la ENAC, pero por el momento, los fabricantes de fertilizantes y bioestimulantes nacionales tienen que recurrir a entidades de Polonia, Hungría y Holanda. Ello lastra, sin duda, a la industria, que tendrá que presentar sus dosieres a estos organismos de otros países para comercializar sus productos bajo el marcado CE. Y la culpa no está sino en el propio desarrollo normativo, ya que, como explica Palazón, “hasta hace un mes no sabíamos ni qué requisitos había que cumplir”.