Carlos Gutiérrez Alameda, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Agrícolas: “Los ingenieros agrícolas tenemos mucho que decir en la convergencia entre agricultura y medio ambiente”

Apasionado de las aves y la naturaleza, el burgalés Carlos Gutiérrez Alameda sustituye a Javier Loren al frente del Consejo General de Ingenieros Agrícolas con el objetivo de que la profesión contribuya a la sostenibilidad de la agricultura. “En el futuro no se va a entender ninguna actuación agrícola sin su compatibilidad ambiental”, afirma.

En primer lugar, ¿por qué se ha decidido a presentarse a la Presidencia?

Hace ocho años formaba parte de la Ejecutiva del Consejo como vicepresidente de Medio Ambiente, con el que estoy muy vinculado tanto en mi trabajo como en mi forma de vivir. Estuve casi cuatro años, hasta que dejé de ser presidente de mi Colegio y estatutariamente no podía continuar en el cargo. Me quedó la espinita de que no había hecho todo lo que tenía que hacer para ir encaminando la profesión a una mayor preparación en el tema ambiental y en la lucha contra el Cambio Climático, y después de que Javier Loren me animase a presentarme, decidí retomar ese testigo.

Ha obtenido una mayoría muy abultada, un 77%. ¿Cuáles han sido sus principales propuestas?

Es verdad que mi candidatura ha sido con mucho la más apoyada durante los últimos años. Mis propuestas han sido dirigir al Consejo y a todos los Colegios hacia una agricultura y ganadería sostenibles, compatibles con el Medio Ambiente. Además, hay que buscar fórmulas para acabar con la disociación entre los precios que se pagan en la cesta de la compra y lo poco que recibe el agricultor, lograr el equilibrio. Y luego uno de los problemas que tenemos sobre la mesa es ver cómo somos capaces, en medio de esta crisis, de seguir produciendo con unos costes tan enormes y a unos precios razonables.

Tres mujeres forman parte de la Comisión Ejecutiva. ¿Qué peso tienen las mujeres en la carrera profesional?

Cuando yo empecé sería tres o cuatro por ciento. Afortunadamente ha ido cambiando y, aunque no se ha llegado a la paridad en las Escuelas, sin ninguna duda se ha equilibrado muchísimo. He buscado a las personas más adecuadas y entre ellas tenemos a tres super mujeres en la Ejecutiva. Regina (Colegio de Valencia), que maneja increíblemente bien la comunicación, me va a ayudar muchísimo para que volvamos a tener un diálogo directo con los colegiados de base y alumnos, en un mundo en el que ha cambiado la forma en que los jóvenes se comunican. Lola (Murcia) es una mujer de alto nivel ejecutivo, muy comprometida con la profesión. Y Montse (Cataluña), con mucha experiencia en el sector medioambiental, al que el sector agrario ha dado un poco la espalda. Además, nos acompañan también en la ejecutiva, Carlos (Centro), Fernando (Almería), Marcos (Lugo) y Gabino (Badajoz), todos profesionales del sector y algunos muy relacionados con la universidad.

Estamos en pleno rally de subida de los costes de producción. ¿Serían necesarias más medidas de apoyo?

Si no se arregla, la subida de los costes de producción nos deja dos escenarios posibles. Por un lado, habrá abandono del sector de productores de carne que necesitan piensos que se elaboran con materias primas que están al triple de lo que estaban y habrá desabastecimiento. Y por otro, una escalada de precios para el consumidor como ya estamos viendo. Eso es muy peligroso y es posible que se requieran ayudas importantes a corto plazo, de carácter coyuntural, para que esos precios puedan estabilizarse. Luego está el tema de los intermediarios, que estamos viendo estos días con la sandía, que al productor le pagan a 0,20 euros el kilo y hay una diferencia astronómica entre el precio en origen y el precio para el consumidor. Ahí el Ministerio tendrá que tomar medidas y lo vamos a plantear después del verano porque nuestro gremio es el garante de la alimentación y algo tendremos que decir al respecto.

El sector agrario se enfrenta a una nueva revolución tecnológica. ¿Está preparado para la digitalización teniendo en cuenta su alto envejecimiento? ¿Qué papel pueden jugar los ingenieros agrícolas en digitalizar el campo?

Nuestro papel es imprescindible. Hoy, salvo excepciones, el agricultor no tiene la suficiente preparación para incorporar la digitalización a sus procesos. El ingeniero técnico agrícola es la persona adecuada para hacerlo. De hecho, las zonas donde hay cultivos intensivos son las que marcan el camino. Por otro lado, se encuentran las zonas cerealistas, donde no hay un gran valor añadido en las producciones, donde el agricultor no tiene capacidad económica para integrar un ingeniero para que le ayude a incorporarse a la digitalización. Pero no solo es la digitalización. Tenemos que pensar que hay que hacer un gran cambio estructural, ir hacia cultivos que permitan rentabilizar más la tierra y eso requiere de nuevas infraestructuras para el agua, un factor clave.

Hablando de agua, el Gobierno espera aprobar en septiembre los nuevos planes hidrológicos. ¿qué le parecen?

Tenemos buenas expectativas porque se va a hacer una apuesta importante por nuevos regadíos, pero tiene que ser a corto o medio plazo, ya que muchas veces los regadíos se encuentran con la negativa medioambiental. Pero también exige una transformación del pensamiento de los agricultores para que apuesten más por ellos. Tenemos también que ver cómo optimizar los regadíos existentes, ya que continúa habiendo aprovechamientos desfasados para los niveles de producción que hay, y eso se debe ajustar a la realidad. Ahí hay que hacer una gran labor porque la gestión del agua es una de las cuestiones de mayor importancia a tener en cuenta en este país. Aunque pensemos que hay mucha, a corto y medio plazo va a ser un gran problema cómo distribuirla. Queremos además que llegue en las mejores condiciones posibles. Es verdad que se han sobre-explotado los cauces fluviales y los acuíferos, pero ahora estamos en predisposición de que esto pueda mejorar sensiblemente.

Otro de los grandes cambios es una mayor sostenibilidad medioambiental. ¿Qué opinión le merecen estrategias como De la Granja a la Mesa o Biodiversidad 2030?

Me parecen imprescindibles. Yo personalmente quizá hubiera llegado algo más lejos, pero sí que es cierto que nos encontramos muchas veces con el productor agrario, que es muy difícil que comparta totalmente estas ideas. Un tema tan claro como la sostenibilidad no se entiende en el mundo rural y hay que ir formando un poco al agricultor para llegar a un modelo sostenible. Para eso es muy importante que haya ingenieros técnicos que puedan decir dónde están los límites entre lo que es sostenible y lo que no. Tanto la PAC como la incorporación de jóvenes agricultores o la mejora de las explotaciones solo va a ser posible si queda comprobada esa sostenibilidad. En el futuro no se va a entender ninguna actuación agrícola sin esa compatibilidad ambiental.

Pero también será necesaria la sostenibilidad económica...

Todo esto lleva un peaje, que es el económico. Va a haber muchas ayudas, porque el medio ambiente es hoy el caballo de batalla en la CEE, pero claramente habrá que pensar en un producto que será más caro que el que tenemos ahora. Los ratios de producción van a ser menores y la disponibilidad de alimentos también, aunque luego, por decisiones políticas, puedan llegar alimentos de otros países que puedan no cumplir los mismos requisitos que los producidos en España. Por eso nosotros tenemos que ir dándole valor a nuestros productores.

¿Sería necesario flexibilizar objetivos y plazos en la puesta en marcha de la nueva PAC?

Diría que no, pero estamos en una coyuntura terriblemente rara y peligrosa. No sabemos lo que va a durar la guerra de Ucrania. Esto, en función de lo que ocurra podría modificar la entrada en vigor de la nueva PAC. Cualquier endurecimiento de las condiciones para producir o los incrementos de precios van a influir muy negativamente. Puede ocurrir que una apuesta radical de la PAC sin ningún tipo de dilación en el tiempo ayude a que algunos productores abandonen el barco. Es un tema que quiero hablar en septiembre con el Ministerio porque es posible que muchos productores no estén preparados. Hay mucha incertidumbre y todo puede ir a peor, algo que podría poner muchas trabas a la Política Agrícola Común. Luego sí destacaría que en la nueva PAC se priorizan tres cosas que a mí me parecen fundamentales: una es la sostenibilidad, otra empezar a dar al que realmente se lo merece, es decir se prioriza al pequeño agricultor y ganadero por el problema del abandono rural, y sobre todo, se desea priorizar a los que hacen bien las cosas frente a los no competitivos que viven de las ayudas, que es algo que se va a acabar.

El sector agroalimentario no cubre la demanda de ingenieros. ¿Cómo se puede incentivar la llegada de más estudiantes?

Es un tema que va por rachas. Yo lo que puedo decir es que es la carrera más bonita del mundo. Lo mismo ves una explotación de cerdos, un invernadero con tecnología puntera, una bodega, pero está ocurriendo que no estamos llegando a la juventud y necesitamos herramientas para comunicar e incentivar a los jóvenes, que viven muchas veces en su burbuja. Una de las cosas que yo quiero hacer es potenciar el contacto con los colegios y las universidades, acudir a los últimos cursos de bachiller y primeros cursos de carrera a decirles lo extraordinaria que es esta profesión. Gran parte de la población no conoce, que detrás de todo lo que se come, hay un ingeniero agrícola, o detrás de lo que usas para vestirte, porque la mayoría son productos que vienen del campo. Debemos ser capaces de decirles, ya en el Bachillerato, lo que les ofrece la carrera.

Desde el punto de vista profesional ¿Cuáles son las principales demandas de los ingenieros agrícolas al Gobierno?

Claramente una vuelta a la realidad. Tanto el Ministerio de Transición Ecológica como el de Agricultura son estructuras con grandes ideas a nivel global, pero muchas veces sin los pies sobre el terreno. En un país con tanta diversidad agrícola, hay productores que no están contemplados en esa política de alto nivel. La transmisión de esa realidad queremos cubrirla nosotros, los que estamos al pie del cañón.

¿Está la profesión suficientemente valorada?

Es cierto que el ingeniero agrícola en mi época era el patito feo de las ingenierías porque no se entendía que hubiese un ingeniero para un tema tan “sencillo” como la agricultura y la ganadería, pero las actividades primarias se han tecnificado de tal forma que son imposibles de llevar a cabo de forma eficaz sin la presencia de la figura de los ingenieros agrícolas. La imagen pública ha cambiado mucho y las nuevas generaciones te ven claramente con esa posición de ingeniero, y eso lo tenemos que aprovechar para el futuro. Y si, como decía, conectamos con ellos, es una figura que van a ver con muy buenos ojos, como algo muy potente relacionado con el medio ambiente. Dos ejemplos. La juventud ve la ganadería con buenos ojos si ésta es compatible con el medio ambiente, pero las “macro granjas” o aquellas ganaderías donde se prima la producción, lo ven como algo a erradicar. A la caza, tal cual la conocemos, le queda poco recorrido y se puede ver en la elevada media de edad de los cazadores. A nivel general, no está muy bien vista por la juventud, no sé si por desconocimiento o porque estamos llegando a un punto de humanización de los animales fuera de lo normal. Y probablemente el mundo de la ganadería del porcino o la avícola, tal y como la hemos visto hasta ahora, necesitará de transformación para que haya relevo generacional. Pero tenemos que dar de comer a mucha gente. Ahí está ese conflicto de hacerlo lo mejor posible y con bienestar animal y a la vez producir mucho y de forma rentable. Hay que encontrar el equilibrio.