Rotación, siembra directa y digitalización como respuesta a la sequía y la subida del fertilizante

Si algo se gana, nada se pierde” (El Quijote). Estas fechas son claves en el cultivo del cereal, pues de nuestra manera de actuar dependerá en buena medida el resultado final. Hay mucho en juego, y más en esta campaña agrícola con tantas anomalías -por los precios y la sequía acuciante-. Lo principal: visitar y vigilar las fincas, e ir tomando nota para actuar, sobre todo en relación con el desarrollo de las malas hierbas y el abonado de cobertera.

En el caso del trigo vemos cómo el desarrollo está siendo el adecuado por estas fechas, pues aunque pudo darse un nacimiento dificultoso por la falta de humedad en el suelo, se fue corrigiendo por las precipitaciones posteriores. La cebada, sin embargo, ha tenido un nacimiento bueno, pues la humedad en suelo estuvo en su punto y su desarrollo está siendo el óptimo.

Teniendo como principal problema la falta de agua en nuestros campos, el tener un modelo de siembra basado en no remover el suelo (siembra directa) es capital, pues con los modelos de laboreo tradicional, o incluso el mínimo laboreo, se producen pérdidas por evaporación, por lo que perdemos esa pequeña reserva de agua que a la postre nos pudiera dar el fruto esperado. El secano es así: cada litro de agua en suelo lo tenemos que cuidar como oro en paño.

¿Y ahora qué? En esta situación de estrés hídrico tenemos que mimar nuestros cultivos, no debemos someterlos a más estrés. El sumarle un estrés causado por fitosanitarios seria letal. Tenemos experiencias en determinados cultivos de llegar a una pérdida de producción de más del 50% de la producción final.

En mi explotación observo unas pocas malas hierbas -y las que hay están recién nacidas-, gracias sobre todo al buen modelo agronómico, donde la ROTACIÓN juega el papel de protagonista. Ese modelo nos aporta margen de maniobra para planificar las distintas estrategias que iremos eligiendo según avance el año. Es fundamental la rotación, porque con otros modelos agronómicos (monocultivo), estaríamos preocupados por los problemas que tendríamos que afrontar: las resistencias de determinadas malas hierbas, la falta de materias activas y, sobre todo, la necesidad de actuar rápidamente, a pesar de que la humedad del terreno nos lo pusiera difícil. No quedaría más remedio que actuar, esté como esté el clima y el cultivo, pues el gran desarrollo de las malas hierbas nos obligaría a ello.

Sin embargo, en nuestro caso no es así. Con nuestro modelo tenemos margen de maniobra para buscar el momento adecuado con una temperatura, humedad y velocidad del viento más óptima para ajustar al máximo el tratamiento fitosanitario, y por ello su mayor efectividad económica y ambiental.

Otra tarea importante es analizar todos los parámetros y posibilidades para aplicar el abonado de cobertera.

Con más de tres décadas de experiencia en esta profesión, jamás nos hemos encontrado con una subida del precio del abono nitrogenado tan brutal como la de este año. Cierto es que con un modelo de rotación de cultivos, y distribuyendo los restos de cosecha en suelo a priori tenemos las espaldas más cubiertas. Digo esto, porque si ya de por si tenemos que ser eficientes de dar a cada metro cuadrado del suelo el alimento necesario a su potencial, por mantener el ajuste económico-ambiental, este año tenemos que alcanzar la excelencia en la eficacia del abonado, y aun así nos la jugamos tres veces más que nunca. Recordemos que el precio del nitrógeno está disparado (300%), lo nunca visto.

Gracias a nuestro modelo agronómico, se plantean distintas opciones de abonado:

1- Diferenciar el potencial de cada parcela por cultivo que le precede. Si viene de leguminosa (+ 30% de producción del cereal) y menor necesidad en aporte de abonado. Si viene de oleaginosa (+20% de producción del cereal) y menor necesidad en aporte de abonado. Cereal sobre cereal (monocultivo): (-30% de producción del cereal) y mayor necesidad en aporte de abonado.

Y es que cada cultivo precedente tiene un potencial y un residuo que condicionan una mayor o menor producción del cultivo presente.

2- Abonado a dosis variable (agricultura de precisión). Distribuyendo la dosis dependiendo del potencial de cada metro cuadrado de la parcela y dependiendo del cultivo que le preceda, menos en la zona más pobre. A pesar del sobreprecio de estos equipos de precisión, en años como éste se multiplican las ventajas.

3- Siempre partir en dos el aporte del abono nitrogenado, para ir ajustando la dosis a la pluviometría y desarrollo del cultivo (en secano el factor limitante es el agua). Así, dependiendo de la precipitación, tomaremos la mejor decisión.

Además de lo expuesto, la rotación con oleaginosa y leguminosa nos ofrece, como gran ventaja este año, el reducido coste de fertilización que tienen estos cultivos, por lo que el impacto económico de la subida de precios de fertilizantes es más reducido que en el monocultivo.

Por lo demás, seguiremos siempre observando las parcelas, que es una tarea básica de la explotación, que nunca hay que dejar de lado.