Cerco al pseudohongo que amenaza a la dehesa española

A finales de año podría estar listo el bioproducto que SDLE ha creado para combatir la enfermedad que fulmina encinas de 50 años en apenas tres meses. La compañía madrileña promueve además un Centro Europeo de Alerta y Control de Enfermedades Emergentes en el Medio Natural

El ibérico, uno de los puntales de la apreciada despensa española, está en serio peligro. La amenaza se llama Ph cinnamomi y es una de las especies de la fitóftora, el microscópico hongo que se adhiere a las raíces más finas de encinas y alcornoques -así como a otros árboles del género Quercus-, impidiéndolas nutrirse y estrangulándolas de forma fulminante en apenas meses. Comúnmente se conoce a este problema de decaimiento forestal como la seca y se está convirtiendo en el gran quebradero de cabeza de los guardianes de esa dehesa española que alimenta a nuestros cerdos ibéricos; pero sus días podrían estar contados.

El Centro Tecnológico y de Investigación impulsado por la empresa madrileña SDLE (Star Defense Logistic & Engineering) ya ha diseñado un polímero natural con excelentes propiedades fungicidas contra este oomíceto y, a finales del recién iniciado 2022 o comienzos de 2023, podría estar listo para su comercialización.

Esa es la previsión que baraja Mercedes Iriarte Cela, directora del Departamento de Investigación y Nanotecnología de SDLE y alma mater de este bioproducto que, “tras los buenos resultados obtenidos en laboratorio”, entrará este mes en sendas fases de pruebas en invernadero sobre plántulas generadas a partir de semillas certificadas de encina. En una última fase -se estima que “a finales del próximo verano o comienzos del otoño”-, el polímero generado saldrá ya al campo y se probará en encinas adultas en algunas de las muchas dehesas afectadas por la seca en nuestro país, especialmente en la geografía andaluza.

Ese será el último paso de un proyecto que arrancó hace algo más de un año, -poco después de que también lo hiciera el Centro Tecnológico y de Investigación que SDLE impulsó “a pulmón” y con una “inversión propia de unos tres millones de euros”, gracias a la cual se le ha dotado de equipos de la más alta tecnología-. Iriarte Cela está al frente, desde el minuto uno, de esta innovadora iniciativa que surgió de unos primeros trabajos enfocados a la búsqueda de “una superficie virucida o bactericida” y para cuyos análisis se contó con la experiencia de la spin-off del CSIC Langenomics. “En el camino de esa investigación, en un momento se habló con el director de Operaciones de SDLE de crear una rama para ver si se podía atajar la seca y dio la casualidad de que este grupo del CSIC es especialmente experto en hongos, probablemente el mejor grupo investigador del país”, relata Mercedes sobre el germen del proyecto. “Nos dijeron que tenían la capacidad de producir el hongo en laboratorio y, una vez que hiciéramos el producto y se lo pasáramos, de probarlo” y, “para hacer pruebas en temas tan delicados como virus, bacterias u hongos, mejor que estos colegas del Real Jardín Botánico, ninguno”, recalca asimismo la directora del área de Nanotecnología de SDLE.

Desde entonces, la compañía asentada en Móstoles ha depositado grandes expectativas en el proyecto, no sólo porque podría frenar una de las 100 especies exóticas invasoras consideradas más dañinas por la UE y que se habría llevado ya por delante “el 30% del encinar de la península ibérica” -con lo que ello puede suponer para una de nuestras principales enseñas agroalimentarias-, sino también porque representa un hito, un nuevo camino para una empresa hasta el momento muy focalizada hacia la ingeniería militar y aeronáutica y hacia la implementación de soluciones de robótica a inteligencia para clientes de más de 25 países.

100.000 euros de inversión

Junto a Mercedes Iriarte Cela, otras dos científicas vienen trabajando en esta propuesta que se cimentó sobre la base de “buscar un producto natural que cause daño al oomíceto, pero no al árbol ni al suelo”, y que ha supuesto ya “una inversión de aproximadamente 100.000 euros”. Fruto de más de un año de investigación, el equipo ha conseguido ese polímero que ataca a un problema concreto, pero no resulta tóxico para el entorno en su conjunto. Y es que, “no se trata de matar moscas a cañonazos”, tal y como subraya la directora de los trabajos antes de precisar con orgullo que, efectivamente, han logrado dar con “un producto de origen natural, con componentes vegetales y libre de nanopartículas, lo cual es muy importante porque no deja residuos tóxicos”. Incluso, “es un incentivador de la protección inmunológica de los árboles”, acentúa igualmente Iriarte Cela como otro de los puntos fuertes de este bioproducto contra la seca que se ha sintetizado en tres texturas -tipo sirope, miel y gel-, y atendiendo a parámetros como el ph del terreno, la durabilidad del efecto, el grado de humedad o la absorción.

El objetivo, en último término, es facilitar el trabajo al agricultor y permitirle luchar de la manera más eficaz y económica posible contra este pseudohongo que amenaza muy seriamente a la dehesa española y, con ello, el alimento que da sentido a nuestro ibérico, las bellotas.

La xylella fastidiosa también en el objetivo

A la espera de que se cumplan las previsiones, el proyecto siga avanzando en el termómetro TRL -o nivel de madurez tecnológica-, y su bioproducto se convierta definitivamente en la exitosa solución que precisa la dehesa, SDLE ha fijado también sus miras en la xylella fastidiosa, la bacteria que, asimismo, amenaza otro de los puntales del campo nacional, el olivo. “Podemos ramificar de nuevo” sobre la base del bioproducto obtenido y “probar” contra este fitopatógeno originario de California que se detectó por primera vez en España, y que también afecta a la vid y al almendro, entre otras especies. “Se está en ello”, confirma Mercedes Iriarte con verdadero convencimiento de estar dando auténticos pasos de gigante para poner cerco a dos de los más graves problemas que afectan a especies forestales de gran importancia para nuestra economía.