Verdcamp Fruits: en busca del ‘Santo Grial’ de la horticultura sostenible

La compañía de Cambrils pilota junto a la Universidad de Barcelona el mayor ensayo en Europa con el acolchado vegetal con ‘roller crimper’ en el cultivo de hortícolas, una innovadora técnica que persigue eliminar el plástico, proteger, aportar nutrientes y capacidad de retención de agua al suelo y, al mismo tiempo, mejorar la rentabilidad de los productores. “Estamos haciendo cosas muy chulas”, afirman.

Ernest Mas, la pasión por la agricultura le viene en el ADN. Probablemente también su inconformismo ante una “visión muy productivista, lineal y cortoplacista” en la forma de producir alimentos que le hace romper moldes a lomos de la innovación y también de audacia. “Ha habido muchos desastres en el camino”, afirma quien entiende que “el error te lleva al aprendizaje y éste es el camino del éxito.” Quinta generación de una saga de agricultores de Cambrils, Mas es director técnico y de I+D+i de Verdcamp Fruits, una empresa familiar que en 300 hectáreas cultiva más de 20 hortícolas (coliflores, puerros, perejil, calcots, hinojos, coles, calabaza, boniato, sandía, etc.) Gran parte en ecológico. Ernest Mas abandera esas nuevas formas de entender la agricultura en las que el cuidado de la tierra, la biodiversidad y la sostenibilidad toman protagonismo. Su visión novedosa impregna toda su estrategia. “Históricamente hacíamos muy pocos productos, tres o cuatro, y exportábamos mucho (70%) y con la venta de proximidad eso se ha revertido. A una empresa se le da valor si vende sus productos muy lejos, pero el verdadero valor debería ser que vende su producto lo más cerca posible”.

Verdcamp Fruits apostó hace algunos años por probar con el acolchado vegetal, que surge de “una de las problemáticas” de producir en ecológico, la utilización de plásticos a la hora de combatir las mal nombradas “malas hierbas”. “Ya trabajamos con bioplásticos, pero aun así creemos que por su impacto debemos ir hacia una agricultura sin tanta dependencia”, explica.

A eso se une su visión de afrontar el futuro de la horticultura poniendo todo el foco en la protección del suelo de los efectos del excesivo laboreo a nivel microbiológico y de estructura de la tierra. “La agricultura que se practica es muy intensiva y con una visión muy lineal, muy productivista, que es lo que da beneficios a corto plazo. Eso no quiere decir que sea lo mejor o que no se pueda hacer de otra manera. En los cereales la siembra directa ya se estaba utilizando y queríamos ver si teníamos otras opciones: poder tener suelo cubierto mientras hacíamos entre comillas un abono vegetal y que eso nos sirviera para evitar los plásticos”, comenta Mas.

El acolchado vegetal consiste en plantar los cultivos hortícolas sobre un cultivo o cubierta vegetal previa que se plancha con un roller crimper, un rodillo laminado que hace que los tallos queden lo suficientemente dañados para que no se puedan levantar y conseguir una cubierta que impida nacer las “malas hierbas”. Sus beneficios se extienden también al suelo al aportarle nutrientes y mejorando su capacidad de retención de agua, además de la reducción de los costes para el agricultor.

Laboratorio al aire libre

Verdcamp Fruits comenzó “hace unos cuantos años” con la Universidad de Barcelona a proyectar estudios para encontrar el tipo de planta y el modelo a la hora de hacer los acolchados -cuándo plantarlos y como plancharlos-. Ahora, disponen de todo un laboratorio al aire libre en el que prueban distintos cultivos y acolchados: lechuga, acelga, repollo, col, calabacín, berenjena, pimiento, calabaza entre los primeros y cebada (hordeum vulgare) con veza (vicia sativa), mostaza castaña (brassica juncea), facelia (phacelia) con veza, habas (vicia faba), cebada, mostaza blanca (sinapsis alba) y espontáneas (arvenses) entre los segundos. A esos se añade la plantación de distintos tipos de flores para mejorar la biodiversidad. En total, 5 hectáreas en las que se comprueban 354 opciones en pequeñas miniparcelas en lo que seguramente es el mayor ensayo de acolchados vegetales con roller crimper a nivel de Europa.

“Llevamos unos cuantos años y tenemos una finca modelo, pero no quiere decir que sea fácil porque por el camino ha habido desastres, pero ya tenemos algunas soluciones e incluso estamos innovando sobre algo que en sí es novedoso. De hecho, ya vamos a publicar diversos papeles de carácter científico a nivel internacional”, explica el directivo de una compañía que ha recibido ya varios premios y reconocimientos por su espíritu innovador en busca del ‘Santo Grial” de la sostenibilidad.

Ernest Mas muestra orgulloso en las redes sociales los resultados. “Hemos conseguido que casi tengan el mismo rendimiento, pero tenemos una innovación que permitirá superar al convencional, donde en un sistema convencional es muy difícil de producir más”. En el control de las hierbas, los resultados “son dispares”. Depende de qué tipo de cubierta y si ha quedado un buen acolchado. “Si el cultivo es rápido no hay problema, pero si es un poco más lento hay que entrar a hacer un control, aunque si lo contrarrestas con el coste que has tenido de mecanización, te sale más rentable”.

Mas reconoce la dificultad de esta técnica. “Al final, todos estos sistemas son más inestables, no en todos los sitios ni todos los años van igual. Estamos cambiando un plástico, que es un modelo que sabes que va a ser igual del primer hasta el último metro a otro de cubiertas vegetales donde ni el clima ni los suelos no son siempre iguales”.

Ahora, están desarrollando un sistema que denomina “cultivos 360” y definiendo otro tipo de estrategia “vemos que aún nos queda por aprender, pero en el camino estamos haciendo cosas muy chulas”.

Se refiere a utilizar el mismo cultivo como acolchado para el siguiente. “Si un cultivo le dejamos un tiempo extra puede vegetar, echar flor. Por ejemplo el perejil, que cuando se va a flor las hojas ya no son bonitas y no tienen interés comercial. Antes lo que hacíamos era labrar. Ahora cuando comienza a espigar y a secar la flor lo dejamos y va cogiendo altura y si hay suficiente masa vegetal cogemos el roller y nos sirve de acolchado para el siguiente”.

También se beneficia el tema de biodiversidad en fauna auxiliar, polinizadores, insectos, que dan pie a una cadena trófica superior y “es una pasada”, asegura Mas, que incide en la mejora en la estructura de suelo. “Cuando caen dos lluvias te vas donde has labrado un montón de veces y luego has puesto plástico y ves que el suelo ha quedado apretado y en cambio con la otra estrategia la tierra está esponjosa y no se va ni una gota de agua”.

A todo ello se une un menor impacto de la actividad en la huella de carbono. “Si haces una cubierta de cebada la puedes sembrar tú y si hago un acolchado de plástico lo tengo que comprar y seguramente viene de muy lejos”. Una eficiencia energética y económica sobre la que también arrojará luz el estudio que realizan con la Universidad de Barcelona. “¡Es un cambio de chip! Siempre es difícil porque los cambios son incertidumbre y hoy en día con todo lo que está pasando ya hay muchísima incertidumbre. Pero por eso lo damos a conocer para ponerlo en valor y enseñar a la gente que ese cambio es posible y rentable”, concluye Ernest Mas.