¿Un futuro agrícola diferenciado o intensivo?

En la actualidad, el total de personas que pueblan el planeta es de 8.000 millones, y se prevé que para 2100, todo ello según datos de la FAO, seamos 11.200 millones, es decir, se ha multiplicado en los últimos 100 años la población por 4, pasando de 2.000, a 8.000 millones, desde 1922 a 2022, y se prevé que en algo menos de 80 años se incremente un 37% adicional. La población se concretaría en Asia, con un 60%, y África, con algo más del 30%.

Para alimentar a esa población, 8.000 millones personas, es necesario que en la actualidad se generen por ejercicio del orden de 11.000 millones de toneladas de alimentos, que suponen aproximadamente unos 4 billones de euros de volumen de negocio.

Todo ello es posible gracias a que la tierra cultivable destinada a agricultura supone 1.680 millones de hectáreas, siendo el 80% de secano y el restante 20% de regadío, y produciendo respectivamente el 60, y 20% del total de outputs. No resulta sencillo incrementar la superficie de regadío actual, debido a que el 80% del agua dulce accesible en el planeta se destina a la agricultura, y el 40% se trata de agua subterránea, por lo tanto se conseguirá más eficiencia mediante optimización en el uso del agua, pues se trata de un bien limitado y escaso. En la actualidad la participación de cada ciudadano del planeta en la superficie de tierra cultivable es de 0,21 hectáreas, mientras que en 2100 será de 0,14.

Por lo tanto, se da la situación de que en el futuro el número de personas será mayor en un, casi 38%, mientras que la participación de la tierra cultivable por persona caerá un 39%, es decir, seremos más, para alimentarnos con menos recursos. De hecho, se prevé que para poder alimentar al total de habitantes del planeta, resulten necesarios para 2100 algo más de 10.000 millones de toneladas de alimentos adicionales, por lo tanto, se debería de incrementar la producción agraria total casi un 100% para alimentar a todos los habitantes del planeta en 2100. De hecho en la actualidad no está plenamente resuelto el potencial problema del suministro de alimentos para todos los ciudadanos del planeta, es decir, el número de personas que padecen hambre en el mundo alcanzó los 828 millones de personas en 2021, lo que supone un aumento de unos 46 millones desde 2020, y 150 millones más que en 2019, suponiendo el 10%, y habiendo crecido en dos años un 2%. Por lo tanto, no habrá que esperar hasta 2100 para que exista desabastecimiento alimentario en el mundo.

Menos dramático, pero igualmente preocupante, alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo (29,3%) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021.

Con respecto a la distribución actual de la población activa, de los casi 3,5 mil millones de personas que trabajan, el 25% está dedicado a la agricultura, 24% a industria, y el restante 51% al sector servicios, pero para entonces, para 2100, se espera que para la agricultura no se destine ni tan siquiera el 15% del total de población activa, mientras que el sector servicios se verá favorecido con un ascenso que lo llevará al 60%, la industria seguirá en el orden del 25%, en Europa a la agricultura se dedicará tan solo el 2,5% de la población.

Dicho contexto, en el cual el 80% de la tierra es de secano, y produce el 60% de los outputs, mientras que el 20% es de regadío, produciendo el 40% de los bienes agrarios, y que respectivamente son 6.600 millones y 4.400 millones de toneladas de alimentos, requiere que tal producción se multiplique por dos durante los próximos 70 años.

No obstante, ante tal situación la agricultura está ante el reto de ser sostenible, el doble de eficiente y productiva, y mucho más rentable, lo que crea una disyuntiva entre la agricultura intensiva, aquella cuyo objetivo es la maximización de la producción, y la diferenciada, singularizando la producción por la limitación de recursos, y tratando de, mediante captación de las preferencias del consumidor, conseguir obtener una mejora en la remuneración de sus outputs, por especialización biodinámica, biorregenerativa, ecológica, heroica, ecológica, etc.

A tal fin cabría, del mismo modo, segmentar la población mundial en función de las dos iniciativas disponibles descritas, teniendo en cuenta que el 10% de los humanos ya pasa hambre, ponemos de manifiesto, que tan solo el 2,6% de la población es rica, el 46% de la población ostenta una renta neta media, el 42% de los habitantes de la tierra son pobres, y casi el 10% de la población, el 9,4, resultan ser muy pobres. En otras palabras, el 10% de la población acumula el 76% de la riqueza global (de estos el 1% sobre el total, ostenta el 40%), mientras que la mitad más pobre de la población sólo posee el 2%. Si se traduce esto a renta real, más del 30% de la población mundial tiene una renta bruta inferior a los 4.000 euros.

Como conclusión, y a tenor de los datos, en un entorno actual en el cual el 10% de la población pasa hambre, existe una necesidad futura, para 2100 de incremento de provisión de alimentos procedentes de la agricultura que suponen más de 10.000 millones de toneladas. Éstás pueden ser satisfechas mediante agricultura eficiente (20%), o diferenciada (80%), en términos de superficie, con una población en la cual más del 50% ostenta ingresos brutos inferiores a los 12.000 euros por ejercicio y tan solo un 15% de la población activa estará trabajando en el campo para entonces (en Europa menos del 2,5). A partir de aquí, que cada uno seleccione, y escoja su estrategia, teniendo en cuenta las limitaciones climatológicas, geográficas, edafológicas, orográficas y de dimensión; aunque en definitiva, ambas resultan estricta y vitalmente necesarias.