Rentabilidad y seguridad dan alas a la inversión rústica

Diversidad de cultivos, ‘expertise’ de los agricultores y tecnificación sitúan a España y Portugal como destinos privilegiados para apostar por estos activos.

De la mano del portal inmobiliario Fincalista, más de 650 personas siguieron de forma presencial y en streaming el I Congreso Ibérico de Fincas Rústicas (CIFIR22) celebrado en Madrid hace unos días, una iniciativa pionera en nuestro país que pretendía responder a la creciente demanda por la inversión en activos rústicos en España y Portugal.

El encuentro, presentado por el director de elEconomista Agro, Rafael Daniel, fue inaugurado por el director de Empresas e Instituciones de Santander, Antonio Román, y el director general de Generandi, Juan Prados. Román destacó el “firme compromiso” del Santander por un sector agroalimentario al alza. “Este año la financiación que hemos aportado ha alcanzado los 4.000 millones de euros, un 5% más. Para nosotros, es muy importante porque creemos que es un sector de responsabilidad social y claramente verde y en España, donde aporta el 10% del PIB y en Portugal el 14%, hay muchos empleos y muchas familias que dependen de él”.

Thomas Teixeira da Mota, Agribusiness Senior Director de CBRE, fue el encargado de dar una visión global sobre la inversión en activos agrarios, un “interés que no es nuevo” pero que no para de crecer. Según explicó, hace una década ya había más de 200 fondos invirtiendo en agricultura por todo el mundo; una cifra que en 2015 superaba los 500 y en la actualidad sitúa en 800 los fondos unos con activos valorados en 130.000 millones.

El creciente apetito de los fondos por estas inversiones, en su opinión, se explican en primer lugar por la necesidad de producir alimentos en un contexto en el que la población crece mientras disminuye la superficie agrícola (ha pasado de 0,4 a 0,2 hectáreas por persona desde la década de los 70 hasta ahora). “Los fondos lo ven como un mercado con tendencia positiva al tratarse de algo tan vital como la comida, ser un activo tangible y ser un sector en el que hay necesidad de inyectar capital, conocimiento y sofisticación”, explicó.

A eso se añade que en los últimos años los activos agrarios y forestales han sido bastantes estables y con buenos retornos (del 14% anual en la última década frente al 8% del oro). En el caso de la volatilidad, está por debajo del 10% frente al 15% del metal precioso.

El tercer factor que, en su opinión, explica que haya más demanda a nivel global es la diversificación del porfolio. Ahora la presencia de inversiones agrícolas en la cartera del private equity o del venture capital es bastante baja, de solo el 18%, menos de la mitad del que tienen el resto de activos. Otra variable es que permite a los inversores protegerse de la inflación, ya que son activos están muy ligados a ella.

“Los fondos -señaló- están acelerando y expandiendo geográficamente sus inversiones”, una tendencia que beneficiará a Europa, con una exposición de los principales actores muy pequeña frente a América o Australia, donde gigantes como West Chester concentran el 90% de activos agrícolas. “Los grandes fondos están cada vez más interesados en Europa y en la Península Ibérica. Estamos viendo desde hace tiempo al capital riesgo comprando empresas potentes y más recientemente invirtiendo en tierras”, afirmó el Agribusiness Senior Director de CBRE.

Precios competitivos

Tanto España como Portugal ofrecen además la ventaja competitiva de unos precios muy por debajo, por ejemplo, de Australia, además de que “la agricultura está muy sofisticada y mecanizada, lo que requiere menos mano de obra”.

Juan Prados, director de Gerenandi, coincidió en que el sector agrario está muy maduro a nivel mundial y la tendencia de la inversión se traslada a Europa. “Las razones son múltiples pero, fundamentalmente, es el parecido de la Península Ibérica con California, la cesta de alimentación de Estados Unidos. Nosotros tenemos sol, tierra, agua y cercanía al mercado.

También hay otros factores que atraen, como el grado de maduración y de conocimiento en muchos cultivos: somos líderes en fruta de calidad, en aceite, en frutos secos, el país con más cabezas de ganado... El alto expertise tanto de agricultores como de gestores de activos, o de la cadena de suministro atraen mucho al capital”.

Adicionalmente, “los inversores son conscientes” de que el sector rural va a contribuir muy significativamente a lograr algunos de los grandes retos de la sociedad. “El de la alimentación es clarísimo, pero también los productos forestales sostenibles van a tener un papel fundamental en la lucha contra el plástico, al igual que las renovables tanto desde el punto de vista del Cambio Climático como del de la dependencia energética”.

Prados es categórico: “El inversor sabe que en el mundo rural los productos se van a comportar estructuralmente a corto, medio y largo plazo muy bien. Van a sumar y a responder”, afirmó a la vez que sustentó “la salud y el interés por el sector” en datos como que “después de la pandemia ha ofrecido un 80% menos de volatilidad o se han cerrado 158.000 operaciones de compraventa de fincas en España, una cifra récord”.

Cotas históricas en compraventas

El atractivo del sector inmobiliario rústico también se extiende al sector forestal. “Tiene tremendos atractivos” explicó Alfredo Avello de la Peña, director general de Finanzas y Desarrollo Corporativo de Ence. Aunque con un retorno más largo -de unos 15 años-, la rentabilidad es también interesante “de dos dígitos. Hay diferentes productos. No solo sale madera, también biomasa, lignina para bioproductos, CO2 y tenemos ingresos por apicultura, pastos” destacó de unas inversiones que están “alineadas” con los criterios de sostenibilidad en la mitigación de incendios o en la captación de carbono.

Lorena Ruiz Ponce, directora de Negocio Agroalimentario de Santander en España y Europa, destacó por su parte “el rol de la banca como dinamizador del sector inmobiliario rústico con soluciones adecuadas a las necesidades que los agricultores nos demandan”. Como retos de futuro puso el foco en la necesidad de avanzar en la tecnologización del sector y el relevo generacional.