Neus Monllor, consultora agrosocial y coordinadora de la Red de Espacios Test Agrarios de España: “Hay que poner una alfombra roja a los jóvenesque quieran incorporarse al campo”

Menos barreras burocráticas, más apoyo económico y una mayor apuesta por modelos de proximidad son medidas necesarias para facilitar que las nuevas generaciones vivan en el medio rural, asegura esta doctora en Geografía y Medioambiente y Máster en International Comparative Rural Policy Studies.

¿Observa interés en los jóvenes por incorporarse al campo y sector agroalimentario?

En el momento en el que estamos somos prudentes porque hay que tener muchas cosas en cuenta. Hoy en día, el sector está atacado por una crisis sistémica que está poniendo en jaque tanto a los que ya están como a los que quieren entrar. Defendemos que todas aquellas personas que quieran, tanto si son dos como doscientas, tengan la oportunidad de hacerlo. No vamos a forzar a nadie a que se incorpore ni hacer campañas de incorporación porque ahora es lo que está de moda. El relato es que las personas que tienen la voluntad, las ganas, la visión... tengan alfombra roja para incorporarse tanto si van a empezar de nuevo y tienen un proceso más largo como si siguen en una explotación en casa y necesitan diferentes herramientas.

¿A qué problemas se enfrentan las nuevas generaciones en la incorporación?

La incorporación es un camino con diferentes fases y es algo en lo que todavía hay que trabajar. Hay algunas etapas muy importantes antes en las que se debe preparar el proyecto. En las fases preparatorias, que serían las de explotación y decisión, los retos principales son el acceso a la tierra, a los recursos productivos y a la formación y capacitación necesaria. Estas necesidades son diferentes en función de los perfiles, sobre todo, teniendo en cuenta si son personas que cogen el relevo generacional de la familia o vienen de fuera. Otro tema muy importante y que, además, lo tenemos en el orden del día, es cómo hacemos viables las empresas, las explotaciones, porque es fundamental que, una vez incorporadas, esas empresas tienen que ser viables desde un punto de vista económico, social y ambiental.

¿Qué soluciones se pueden poner?

En los primeros encuentros de la alimentación sostenible de ‘unoconcinco’ de la Fundación Daniel y Nina Carasso, celebrados recientemente en Madrid, he participado como Red de Espacios Test Agrarios de España. Son unos programas que facilitan la incorporación progresiva al sector de personas que no tienen un arraigo directo con el sector agrario. Básicamente, se les ofrece un espacio test, un soporte físico para que puedan probar su actividad en una finca, con maquinaria, etc., y una ayuda de asesoramiento integral para estar perfectamente orientados y una cobertura legal. Son programas de experimentación. Aquí resolvemos la barrera de acceder tanto a la experiencia como a la formación y a la tierra y a los recursos básicos.

Y aquellas personas que cogen el relevo de la explotación familiar, ¿qué medidas en su opinión cree que son necesarias?

Todos los perfiles necesitan apoyo. Evidentemente, el económico es fundamental. Para ello, tenemos las ayudas de primera incorporación, pero estamos en un momento en el que las nuevas generaciones están innovando un montón. Esto requiere de un acompañamiento más integral para ver a esa persona qué le motiva, qué quiere hacer en la empresa, cómo hacer ese traspaso generacional de conocimiento, de patrimonio, de maneras de hacer, de canales comerciales, etc. Estamos viendo que, cuando una persona joven coge el relevo de casa, normalmente quiere incorporar mejoras. Estas mejoras si pueden estar acompañadas tanto económica como técnicamente mucho mejor.

¿Se perciben muchas barreras para la incorporación al sector?

La principal barrera con el tema de las ayudas económicas es la borrachera burocrática y la dificultad de poder atender los frentes normativos. Al sector agrario se le están pidiendo infinidad de certificados, de papeles... Hay una gran barrera burocrática que está pendiente de resolver, de simplificar trámites y de poder hacer muchas gestiones, tanto para empezar y arrancar como una vez están consolidados, para que todo eso funcione. La barrera burocrática es un gran muro.

¿Están surgiendo nuevos modelos con el relevo generacional?

Estamos yendo hacia una agricultura más intensiva y más industrial y, seguramente, llevada por grandes empresas que se gestionan con personas trabajadoras, con volúmenes y dimensiones de gran tamaño. Luego tenemos todo el tejido agrario de pequeñas y medianas empresas en las que su estrategia productiva y comercial va a ser cada vez más trabajar con un mercado más cercano, reducir inputs, diversificar y acabar haciendo producto final de mil formas. Estas nuevas generaciones están viendo que tienen que apostar por la calidad y esa calidad se puede materializar de diferentes maneras. Me atrevería a decir que hay una parte de las nuevas generaciones, tanto si son hijos o hijas de agricultores como si vienen de fuera del sector, para las que este es su espacio de oportunidad y donde se sienten más cómodas.

¿Se puede hablar de un nuevo paradigma agrosocial?

Desde mi visión, te diría que sí. El paradigma agrosocial lo que hace es definir ocho elementos clave como la escala social, diversidad, medioambiente, compromiso social, cooperación, etc. Todo eso forma parte de esta nueva manera de hacer. Ya hemos visto que hacer mucho volumen y perder el vínculo con el producto ahoga a muchas de las empresas. Lo que estamos haciendo es recuperar en cierta manera la escala local, diversificar, hacer producciones ecológicas, cooperar porque todo el tema cooperativo es fundamental tanto en la producción como en la comercialización, integrar elementos ya no solo de valor económico, sino también de valor social y medioambiental, desintensificar, etc. Vemos ahora que muchas explotaciones ganaderas tienen que adaptarse a la tierra que tienen y a su ecosistema más cercano. Toda esa parte y más coherente con los recursos y lo que tenemos en nuestro entorno más cercano, creo que va a ser el camino a seguir y esto está más definido como el paradigma agrosocial.

¿Qué papel tiene la formación en la incorporación?

Es fundamental y debería estar muy adaptada a la persona, a las necesidades que tiene en ese momento y al tipo de empresa que quiere crear. Las personas que se incorporan piden compaginar formaciones más técnicas o específicas en el subsector y experiencias con mentorías con otras personas con experiencia, visitar otras explotaciones, etc., es decir, una parte más dinámica y de estar en el día a día, de aprender haciendo y no tanto formaciones para cubrir el expediente, sino de capacitarse para llevar el día a día de una empresa agraria.

¿Qué es lo que más les cuesta?

En general, en la parte de gestión económica hay bastante necesidad y es siempre como más dificultosa. Es un tema que cuesta porque la gran mayoría prefiere estar en el campo o vendiendo. Las formaciones técnicas están bastante resueltas, aunque están apareciendo distintos modelos, como la agricultura regenerativa, que están poniendo encima de la mesa la reducción de inputs, cuidado del suelo, etc., una parte como más holística de gestión. En temas comerciales, es también necesario capacitar a estas personas para que puedan llegar al final de la cadena de valor si es que tienen producto final. Luego, en la parte de digitalización y nuevas tecnologías, las nuevas generaciones lo llevan más en el ADN, pero igualmente sí haría falta esa formación. Las personas jóvenes nos cuentan que a veces se les pide mucha formación cuando están haciendo el proceso de incorporación y no tienen tiempo para todo porque dedican todos sus esfuerzos a poner la empresa en marcha. También hay que tener en cuenta que muchos de estos procesos de incorporación se dan en edades reproductivas y, por tanto, hay necesidades familiares que atender. Esto también dificulta tener tiempo para formarse. Una cosa es la necesidad de formación y otra realmente la disponibilidad de estas personas para formarse. Por eso es importante ser muy selectivo y hacer la formación que hace falta.