La inteligencia artificial echa raíces en los invernaderos de Almería

Los algoritmos avanzan a paso firme en los cultivos bajo plástico en lo que constituye otra vuelta de tuerca hacia una agricultura más eficiente y sostenible en la que el análisis masivo de datos permite optimizar el riego o establecer el momento óptimo de la suelta de insectos para luchar contra las plagas.

Pocos sectores representan mejor que los invernaderos de El Ejido la apuesta por la innovación en la agricultura española. Gracias a ella, lo que era un desierto se ha convertido en apenas unas décadas en un auténtico vergel capaz de alimentar a Europa. De la gesta de los agricultores almerienses dan buena cuenta las cifras de su producción agroalimentaria: 3,6 millones de toneladas de frutas y hortalizas al año, mayor que la de países como Grecia o Portugal y a la par de la de Alemania, y un valor generado de 2.400 millones de euros.

Acompañando al sector en un viaje que sigue generando asombro y admiración ha estado desde 1975 la estación experimental Las Palmerillas de Cajamar, convertida en el mejor escaparate para mostrar los beneficios de la aplicación de la Inteligencia Artificial en la agricultura que ha protagonizado la última edición del foro de digitalización Datagri 2022.

El centro tecnológico especializado en agricultura intensiva mediterránea ha sido durante estos años referente en la optimización del riego por goteo, el desarrollo de nuevos cultivos, el control biológico o la mejora de los invernaderos. Ahora, quiere convertirse también en punta de lanza en nuestro país en la aplicación de la Inteligencia Artificial, la sensorización y el big data.

El proyecto Smartprotect de desarrollo de metodologías avanzadas y tecnologías para la protección de cultivos hortícolas es uno de los proyectos en los que participa el centro experimental para crear herramientas o soluciones smart desarrolladas para la gestión integrada de plagas.

Se trata de una plataforma abierta centrada en el intercambio de conocimiento entre agricultores, técnicos, investigadores y proveedores de tecnología. En la estación se están testando trampas digitales para monitorizar plagas como Tuta absoluta en tomate y Spodoptera exigua en pimiento, así como aplicaciones móviles para identificación de estas enfermedades.

La trampa digital ‘Trapview’ captura imágenes, las envía a la plataforma y mediante Inteligencia artificial, identifica y cuantifica el número de individuos de la plaga seleccionada.

Otra de las líneas de investigación es el proyecto Go Inverconec o Invernadero Conectado, una herramienta tecnológica en la que los datos de la producción bajo plástico puedan relacionarse de forma sencilla en una única plataforma que facilite la trazabilidad de los alimentos desde el campo hasta los consumidores.

Esta plataforma integradora de la información puede ser la base para el control de los datos de todas las zonas de producción, sobre los que se podrán aplicar herramientas de inteligencia artificial que permitan avanzar hacia la prescripción personalizada en cada invernadero.

Ahora, los invernaderos de Las Palmerillas se han convertido en un vivero en el que startups y emprendedores prueban sus tecnologías de última generación para conseguir cultivos más productivos, sostenibles y a un menor coste. Es gracias a la iniciativa Cajamar Innova, una incubadora y aceleradora de proyectos de alta tecnología en torno al mejor aprovechamiento del agua, sin duda el recurso más sensible para la actividad agrícola.

En sus dos ediciones, Cajamar Innova ha seleccionado 40 compañías. Una de ellas es Smart Inver, que recoge a través de sus sensores los niveles de radiación, concentración de CO2, humedad o temperatura, una información que se actualiza cada 15 minutos y que permite determinar con precisión la posibilidad de la aparición de plagas y enfermedades; o saber cuándo hay un nivel de radiación óptimo para que las plantas realicen la fotosíntesis y facilitar así su crecimiento.

La empresa “Ikostech” también ha desarrollado sensores que generan una gran cantidad de datos para ayudar a tomar las mejores decisiones para optimizar y gestionar el manejo agronómico de los cultivos, con ahorros de entre un 28% y un 40% para el productor.

Sus sensores generan más de 140 mediciones diarias sobre humedad, temperatura, radiación o conductividad del suelo que se traducen en algoritmos y en información disponible en el teléfono móvil del agricultor para calcular, por ejemplo, las necesidades hídricas precisas del cultivo.

La Inteligencia Artificial también permite a Gro Fit tomar decisiones con los sensores de gran precisión y conseguir ahorros de hasta un 15% de agua y fertilizantes; un 20% de aumento en los rendimientos de las cosechas, y hasta un 20% de aumento en los beneficios.

La tecnológica Bihox Agro consigue insertar moléculas de oxígeno en el agua de tal forma que la planta, al tener una mayor oxigenación, absorbe los nutrientes del suelo “mucho mejor”.

“Estamos diseñando la agricultura del futuro”, afirma orgulloso Roberto García Torrentes, director de Desarrollo Sostenibilidad de Cajamar, una entidad que, como recuerda su presidente, Eduardo Baamonde, destina el 10% de su beneficio a transferencia del conocimiento.