“Gracias a los premios tengo toda mi producción vendida por adelantado”

El declive del porcino ibérico desde 1955 hizo temer su desaparición llegando a contabilizarse en 1985 apenas 5.000 reproductoras. La asociación Aeceriber y ganaderos ‘pata negra’ como Francisco, han levantado a esta raza autóctona -suma ya más de 500.000 madres- y la empujan a ganar terreno.

Ibérico. Su denominación es sinónimo de prestigio y, aunque su considerable precio limita su consumo, es un gran placer convertirlo en protagonista de celebraciones especiales como las que están a punto de arrancar. Detrás de la mimada y tradicional labor que ha convertido al cerdo ibérico en uno de los productos más exclusivos de la despensa española, cientos de criadores y transformadores cuyo trabajo arranca, no obstante, en explotaciones como la que dirige Francisco Hernández Benegas (54 años) en la localidad pacense de Monesterio, El Chaparral.

Ganadero “de toda la vida”, Francisco es todo un pata negra en la ganadería de selección ibérica pura. No en vano, en el XXXVI Concurso Nacional de Cerdo Ibérico, celebrado en el marco de la Feria Internacional Ganadera de Zafra (Badajoz), se alzó con el Premio a la Mejor Ganadería y a los Mejores Animales Calificados, un galardón que sus cerdas y verracos han cosechado en seis ediciones consecutivas -amén de otros 50 premios desde 1999-.

“Muy satisfecho”. Así se confiesa por “el resultado de un trabajo continuo” y de “todo el día, todos los días de la semana y todos los días del año”, más aUn teniendo en cuenta que la genética “es muy caprichosa”. “No hay un secreto como tal”, afirma sobre la clave para mantener su explotación entre las mejores año tras año, pero sí “constancia y sacrificio, estar constantemente con los animales” y, por supuesto, un “factor suerte”, con los cruces y a la hora de esquivar los problemas sanitarios. Precisamente por ello, buena parte del éxito lo comparte Francisco con los dos trabajadores y el veterinario que le ayudan a manejar las 400 madres y 20 machos reproductores que conforman El Chaparral. De esta explotación salen unos 500 lechones al mes, la mitad hembras que vende como futuras reproductoras ibéricas puras a toda España -con especial destino Murcia y Castilla y León-, y la otra mitad machos que comercializa como reproductores y para cebo a bellota en dehesas de Extremadura, Andalucía y Salamanca.

“Gracias al concurso tengo toda mi producción vendida por adelantado” subraya Hernández convencido de que esta afirmación, con los tiempos que corren, es toda una lotería. Y es que, reconoce, el momento “es pésimo para todo lo relacionado con la agricultura y la ganadería”, y también para el ibérico, donde “estamos, o perdiendo o apenas cubriendo costes”. Eso sí, reconoce que, a él le beneficia la tendencia actual de cambio de “blanco por ibérico”, si bien, lamenta que el sistema de producción tradicional en la dehesa apenas representa un 20% del total y de estos animales sólo el 64% son raza pura. No obstante, gracias a labores como la suya, la raza autóctona vive un momento de recuperación e incluso se plantea la protección internacional del término ibérico con una figura de calidad europea.