El campo español pide Ciencia frente a populismo en la toma de decisiones

Organizaciones agrarias, cooperativas, productores de frutas y hortalizas y empresas de insumos reclaman en Bruselas una política agraria basada en criterios científicos en vez de en planteamientos ideológicos ante la restricciones para producir. Quieren ser el germen de un movimiento europeo.

Es una unidad histórica en la que está todo el sector” afirmaba en Bruselas Ignacio Senovilla, presidente de la Alianza por un Agricultura Sostenible (ALAS), asociación en torno a la cual se aglutinan Asaja, Coag, UPA, Cooperativas agro-alimentarias, Federación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex) y la Asociación Española de Agricultura de Conservación-Suelos Vivos (AEAC.SV), poco antes de pedir apoyo a los europarlamentarios españoles para liderar un cambio en la política agraria de la Unión Europea y que no se deje a la agricultura sin las herramientas necesarias para seguir produciendo alimentos, soslayando los criterios científicos en la toma de decisiones.

Una visita al corazón de Europa que servía además para trasladar a las organizaciones agrarias y cooperativas representadas en el Copa-Cogeca un modelo de unidad de acción exportable al resto de los países comunitarios en defensa de lo que denominan como agrociencia.

Los eurodiputados Clara Aguilera (Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas), Dolors Montserrat y Juan Ignacio Zoido (Partido Popular Europeo), Soraya Rodríguez (Renew Europe) y Mazaly Aguilar (Conservadores y Reformistas Europeos) conocieron de primera mano el “Manifiesto Agrociencia”, impulsado por ALAS y respaldado por 32 entidades, procedentes de todos los ámbitos del sector agroalimentario, desde productores agrícolas y ganaderos, industrias transformadoras, de distribución y de insumos hasta de servicios para el sector, entre otros.

Hacia un modelo sostenible

Bajo la premisa de que la agrociencia es un elemento esencial para la transición hacia un modelo agroalimentario más sostenible, el “Manifiesto” contiene propuestas tan relevantes como la labor del sector agrario y ganadero como sumidero de carbono y que se consideren como laboratorio europeo para el cambio climático, la flexibilidad en relación al objetivo de reducción del 50% del uso y del riesgo de los productos fitosanitarios, promover la mayor eficiencia en el uso de los nutrientes para los cultivos, la puesta en valor del papel de la tecnología y la digitalización en toda la cadena de valor agroalimentaria o un nuevo marco regulatorio basado en criterios científicos, proporcionado y predecible para las nuevas técnicas de edición genómica y la innovación.

Ignacio Senovilla, presidente de Alas, que cuenta también con entidades colaboradoras como los productores de fitosanitarios (Aepla), fertilizantes (Anffe) y semilla certificada (Anove), y Foro Interalimentario, asegura que “los agricultores somos los que más estamos sufriendo el Cambio Climático y los primeros interesados en combatirlo, pero se necesitan soluciones antes de prohibir productos o prácticas”.

En su opinión, “en Bruselas no conocen la agricultura tan variada que se hace en España y hacen mucho daño con sus decisiones. Queremos defender las formas de producción que tenemos porque no lo hemos hecho tan mal, más bien al contrario lo hemos hecho bastante bien. Se nos criminaliza desde todos los frentes, pero en nuestro país no hay problemas con los alimentos, que producimos con mucha calidad y total seguridad alimentaria”.

Senovilla asegura que “España es el laboratorio del Cambio Climático en Europa y los agricultores españoles estamos pagando los costes de algo de lo que se van a beneficiar el resto de los países. Se toman decisiones atendiendo criterios ideológicos y echamos en falta esa interlocución”, añadió antes de advertir que ALAS ha pasado de una posición defensiva a una proactiva. “Se van a encontrar con nosotros en cada decisión populista”, advirtió, a la vez que reclamó que la Presidencia española de la UE debe demostrar que Europa está con la agricultura”.

El agricultor el último en irse del pueblo

Pedro Gallardo, vicepresidente de Alas insistió en que “defendemos un modelo sostenible en todos los aspectos: medioambiental, económico y social, para recordar que “contribuimos al mantenimiento del mundo rural porque el agricultor es el último que se va del pueblo”.

Según Gallardo, España tiene una agricultura muy diversa y eso obliga a que podamos disponer de herramientas. “Necesitamos el aval científico de las decisiones políticas. Hagamos caso a nuestra Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)”, destacó antes de señalar el contrasentido que supone que la Unión Europea ponga en marcha las estrategias ‘De la Granja a la Mesa’ y ‘Biodiversidad 2030’, sin ningún informe de impacto económico mientras diversos organismos, como el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, ya ha alertado de sus graves efectos en la disminución de la producción, aumentos de costes para el agricultor o de incremento de precios para los consumidores.

Manuel Melgarejo, presidente de Aepla, defendió una iniciativa como ALAS “para tener voz y defender una agricultura sostenible, pero no de cualquier manera, sino basada en la Ciencia. Ahora estamos en un momento crucial”, alertó ante la puesta en marcha de los objetivos del Pacto Verde Europeo.

A la complejidad regulatoria que sufren las empresas de fitosanitarios a la hora de que se aprueben nuevos productos -en España requiere el visto bueno de cinco ministerios-, el sector agrario se enfrenta a “dos errores de bulto” como son la reducción al 50% de las sustancias activas y su prohibición total en las zonas denominadas sensibles, que reduciría hasta un 40% la capacidad productiva de los agricultores españoles. Ya hay 18 países que piden un análisis antes de ponerlo en práctica. “España no está, pero esperamos que se pueda incorporar a ese grupo”, recalcó.

Elena Sáez, directora de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, también subrayó que “sea cual sea el modelo de producción, nosotros queremos dar soluciones, también al consumidor, y eso pasa por la I+D. No podemos prescindir de herramientas ante la aparición de más plagas y que llegan antes. Necesitamos disponer de todos los recursos tecnológicos disponibles en vez de reducir alegremente lo que tenemos”.

Las empresas de semillas miran con preocupación las futuras regulaciones de la edición genética y del material vegetal de reproducción. En el primer caso, la UE reconoce esta técnica como elemento de apoyo, pero “no nos da tranquilidad que apueste por un análisis de riesgo light, de dos o tres años, e indicarlo en las etiquetas. Eso supondrá que las compañías pequeñas, los centros tecnológicos, las universidades no tendrán acceso a esa tecnología y lo copen las grandes. A esto se une el etiquetado, que genera rechazo y hará que la edición genética nazca muerta”, explicó.

En cuanto al material de reproducción, las intenciones de la UE amenazan “con crear dos mundos paralelos: para los profesionales y otro sin ningún control para alimentos ecológicos”, advirtió.

Las empresas de fertilizantes, por su parte, reclaman también criterios científicos en la toma de decisiones ante el recorte del 50% previsto por la UE en estas sustancias. “Estamos con proyectos de investigación para la mejora de la eficiencia, bioestimulantes e inhibidores, pero la Comisión promueve el uso del estiércol, donde es muy difícil saber cuándo el nutriente se va a liberar, algo que no ocurre con los de origen mineral”, señaló Paloma Pérez, secretaria general de Anffe.

El director general de Foro Interalimentario, Víctor Yuste, destacó por su parte, que “queremos poner el criterio científico encima de la mesa. Si la Ciencia se equivoca el sector lo asumirá, pero no puede asumir decisiones caprichosas”.

Yuste destacó que “tenemos más de 60.000 millones en exportaciones. Somos la huerta de Europa y del mundo y tenemos trabas regulatorias, pero también de imagen. Es muy importante el papel de los medios de comunicación, que nos tienen que ayudar, porque no se puede criminalizar al sector. Es peligroso jugar con las cosas de comer”.

Reuniones por separado

Por último, Óscar Veroz, de AEAC.SV, advirtió que “la falta de herramientas puede llevar al colapso de la agricultura. Se potencia la Agricultura de Conservación desde la UE, pero no se puede usar el glifosato”.

Los eurodiputados alabaron la iniciativa de ALAS, aunque lo hicieron en reuniones separadas, en contraposición a la unidad mostrada por el sector.