De los fogones a la ganadería regenerativa y de Trujillo a la lista Forbes

Apenas lleva tres años como ganadera, pero Beatriz Pablos Blázquez, recientemente nombrada Mejor Agricultora Joven 2022 por Asaja, se ha erigido en abanderada de este sistema productivo en España.

De abotonarse la chaquetilla, moverse entre fogones de prestigiosos restaurantes y estar a punto de abrir su propio negocio en Madrid, a calzarse las botas y manejar 160 vacas en una finca de 400 hectáreas en la localidad cacereña de Trujillo. Podría parecer el argumento de una película, pero es la realidad de Beatriz Pablos Blázquez, ganadera de 39 años que se ha hecho merecedora del Premio Joven Agricultor 2022 de Asaja con una forma de producción de vacuno de carne que todavía suena poco en España, pero que puede estar llamada a pegar muy fuerte en un contexto de saturación productiva de los suelos. Se trata de la ganadería regenerativa y, gracias a su apuesta por este “sistema que trabaja en favor de la naturaleza imitándola” y que “optimiza la relación entre el herbívoro, el pastizal y el suelo”, Beatriz se ha colado en la lista de las 100 personalidades más creativas del mundo en el área de negocios de la prestigiosa revista Forbes.

“Saben muy bien”, afirma la ganadera trujillana sobre estos dos recientes reconocimientos tan dispares, pero, a la vez, tan importantes, el de Forbes y el Asaja -este último incluso la ha llevado a presentar su proyecto en Bruselas-. “Hemos trabajado mucho en algo en lo que nadie creía y, a día de hoy, ya con ciertos resultados, estoy viendo que se va reconociendo y se va premiando”, dice también Beatriz orgullosa de que, al final, todo sume para “aumentar la credibilidad y que cada vez más gente se interese” por este tipo de fórmula productiva de vacuno de carne.

Un golpe, en este caso de mala suerte, fue el que llevó a Beatriz Pablos Blázquez a dar sus primeros pasos en ella a finales de 2019. La muerte de su padre a consecuencia de un cáncer que le fue diagnosticado apenas unos días antes de que ella obtuviera luz verde para poner en marcha un restaurante propio en la capital de España, hizo virar completamente el timón de esta joven que, hasta entonces, se había formado en varios países y movido profesionalmente en alta cocina de importantes restaurantes de San Sebastián y Madrid. Se quitó el toque blanche, colgó el delantal y se fue a Trujillo para hacerse cargo de la explotación familiar Ganadería Pablos.

Internet: llave clave

Afirma Beatriz que, aunque para ella y su hermano el campo siempre ha sido una filosofía de vida inculcada por sus padres, su dedicación hasta entonces había diferido mucho de él, por lo que al volver al hogar familiar decidió darse “un año de adaptación”. Entonces saltó la pandemia, el confinamiento la pilló en el campo e internet hizo el resto para propiciar lo que, a la postre, ha fructificado en un radical cambio de ruta, para ella misma y para la propia Ganadería Pablos. “Buscando rentabilidad” a la explotación, se topó con “unos vídeos de gurús argentinos”, hizo varios de sus cursos online y se formó en esa ganadería regenerativa que, pasado lo peor de la crisis sanitaria, conocería in situ a través de diversos viajes a explotaciones que la practicaban. Y la enganchó.

Así lo reconoce la joven trujillana sobre este sistema cuyo punto de partida está en el “pastoreo planificado”. “Lo que hacemos es mover a nuestros animales, dentro de un mismo campo, de unos careos a otros fabricados con hilos eléctricos”, explica antes de subrayar que, esta fórmula lo que permite es, “por un lado, mayor aprovechamiento del forraje donde van entrando los animales; por otro, concentrar todo el abono que nos regalan mediante la orina y el estiércol”. Así, rubrica Beatriz como “clave de este sistema, vamos dando tiempo suficiente a los careos que vamos dejando atrás, tanto al suelo como al pasto, para que se regeneren y nos dé más cantidad y calidad de pasto”.

Podría parecer que es lo que se ha hecho toda la vida y así dice Beatriz que se lo expusieron algunos ganaderos, sobre todo al principio; pero lo cierto es que no se hace de la manera correcta, se sobrepastorean los terrenos y al final, el resultado no es el que se necesita.

No es el caso de la Ganadería Pablos, en la que conviven las razas “retinta, limousina, f1 de limousin con retinta y angus línea nativa escocesa”, ésta última una de las innovaciones precisamente introducidas por Beatriz por “ser la menos modificada por el ser humano a lo largo de los años” y entroncar con su afán por buscar una genética pura y natural. Sus 130 madres, 30 añojas que lo serán por primera vez, cinco toros y un buey cambian de careo cada tres días dejando atrás unos suelos que son objeto de muestreos por parte de certificadores al menos una vez al año para, ya en laboratorio, analizar una amplia lista de parámetros relacionados con la biodiversidad y el secuestro de carbono de esos suelos.

Los animales de Beatriz -y de su hermano, a quien siempre incluye como parte de la Ganadería Pablos aunque oficialmente hoy por hoy no esté vinculado a ella-, se alimentan de esos pastos autóctonos y también a base de forrajes sin grano pues, en consonancia con su apuesta por la sostenibilidad, trata de evitar ese grano convencida de que “los monocultivos son uno de los mayores problemas para la sostenibilidad ganadera”; lo hacen de forma casi exclusiva, salvo por algún pequeño aporte que se les da en verano en forma de piedras de proteínas como “suplementación estratégica”.

Tecnología de procesos y no de suministros

Este sistema de ganadería regenerativa ha permitido, además, a Beatriz, “suprimir la ivermectina, enemiga número uno de los grandes arquitectos del suelo, los escarabajos”; es decir, no ha tenido que desparasitar a sus animales desde que comenzaron con la rotación porque ésta, directamente, favorece la rotura del ciclo de los parásitos. Se trata, en definitiva, resume la joven ganadera, de realizar “una tecnología de procesos y no de suministros con la idea de producir más cantidad de carne, que los costes sean menores” y que el producto final sea, además, una carne más sabrosa, más sana y más sostenible.

Con ese objetivo en el punto de mira, Ganadería Pablos se lanzará en primavera a la venta directa -hasta ahora vendían terneros al destete y los animales más longevos al matadero El Encinar de Humineta-. Lo hará con sus primeros 12 animales engordados a pasto y utilizando como canal de comercialización alguna de las aplicaciones especializadas que existen para ello, sin perder de vista el reto de, en cuanto puedan, “ampliar campo”. Un campo que, además, sus vacas y toros van a compartir con gallinas, ya que, Beatriz también ha puesto en marcha un gallinero piloto móvil con 40 ponedoras para lanzar una segunda línea productiva de Huevos con P de Pastoreo.

En la cartera de créditos de carbono

No duda Beatriz de que llegará a buen puerto esta nueva línea, como tampoco de que lo hará en un futuro próximo la entrada de Ganadería Pablos en la venta de créditos de carbono. De hecho, con los mencionados análisis de laboratorio sobre las condiciones del suelo que pastorean sus animales, no está haciendo sino situarse en línea de salida. “Me tachaban de loca”, pero los muestreos están demostrando “que secuestramos más carbono del que generamos”, afirma antes de explicar que el objetivo pasa, pues, por certificarse para entrar en la cartera de créditos de carbono a disposición de grandes empresas e instituciones que no pueden reducir más su huella ecológica.

A fuego lento se va cocinando, pues, el plato que Beatriz Pablos comenzó a hornear hace algo más de tres años cuando el infortunio familiar la condujo a un cambio radical de rumbo. Un cambio con el que ahora se confiesa “encantada”, más aún porque comienza a percibir un nuevo aroma en ese plato... Y es que, también está entre sus planes aunar ganadería y cocina, sus dos grandes pasiones, con una línea de productos terminados. Sin duda, que será el mejor final para la particular película de esta trujillana.