Tomás García Azcárate, investigador del CSIC y experto en política agraria europea: “El Plan Estratégico Nacional tendrá que dejar a todo el mundo equilibradamente descontento”

Ingeniero agrónomo, economista e investigador del CSIC, Tomás García Azcárate analiza los retos a los que se enfrenta la agricultura española con el nuevo modelo de la PAC. “A estas alturas de la negociación del Plan Estratégico me asusta que no haya consenso sobre el reto ambiental al que debe enfrentarse la agricultura”

Entramos en un nuevo modelo de PAC. ¿Cree que responde a las necesidades reales del sector y de la sociedad?

No se puede responder a esta pregunta sin conocer los planes estratégicos nacionales. Hay un marco general, el de una política cada vez más medioambiental, pero todo depende de lo que haga cada país. No solo lo que haga España, sino también los otros países. En un mercado único lo que hagan los franceses o los polacos tiene su incidencia en España. Estamos a mitad de camino. Podemos llegar a buen o a mal puerto.

¿Parece que el Plan Estratégico Nacional se resiste? ¿Es posible un acuerdo?

A estas alturas me preocupa mucho y me asusta que no haya consenso sobre el diagnóstico de la situación. Todos los sectores económicos van a tener que enfrentarse al reto de la mitigación y adaptación al Cambio Climático, también la agricultura. Todos van a tener que hacer un esfuerzo, una parte con apoyo público -sea de la PAC o de los Fondos Next Gen-, y otra parte cambiando el chip. Si miras las reacciones de las Comunidades, partidos, organizaciones agrarias, etc., ves que no hay unanimidad para afrontar este reto. La nueva PAC va a implicar nuevas obligaciones. Ante este reto sí o sí hay que movilizarse para la supervivencia no solo del ser humano sobre el Planeta, sino de la propia agricultura.

Uno de los temas conflictivos es el de agricultor activo...

El que tiene que recibir las ayudas es el agricultor profesional, como argumentan desde Castilla y León o Unión de Uniones. Pero si pensamos en una política que también es medioambiental habrá que ampliar el abanico de los beneficiarios. Por ejemplo, en la Albufera hay un magnífico programa medioambiental para el cultivo integrado del arroz, pero eso funciona si todos los agricultores participan, sean profesionales o a tiempo parcial. Por tanto, si quieres una política agraria y medioambiental tienes que meter en el sistema a agricultores que no sean profesionales, algo que no ha cuajado plenamente en todos los que tienen que decidir.

También los ecoesquemas generan protestas...

Partimos de un mal precedente porque en la PAC anterior teníamos el greening que fue ‘chocolate para todos’. Cualquier agricultor tenía automáticamente su porcentaje de ayuda, un 30%. El ecoesquema es totalmente distinto y un buen ejemplo de lo que decía de que hay que hacer algo por el medio ambiente con una parte más o menos importante de apoyo público. Los que ya hacen las cosas bien no tienen ningún problema. Estoy pensando en la agricultura de conservación, ecológica, medidas contra la erosión, etc. Pero obviamente hay que hacer algo más para recibir el ecoesquema. Eso es un cambio respecto al greening y además no es un porcentaje de tu ayuda porque si, por ejemplo, mantienes una cobertura vegetal en un olivar el coste es independiente de que tu tengas 100 o 1.000 euros de ayuda. Por tanto, si estás en un enfoque medioambiental los ecoesquemas tienen que ser a tanto alzado y esto va a implicar que si quitas un 25% al sobre de ayudas directas y lo redistribuyes para todas las hectáreas que hagan la misma práctica estás transfiriendo apoyo de aquellos que recibían más hacia aquellos que recibían menos. No hay ninguna razón para que una cobertura vegetal en olivar esté mejor recompensada en una región que en otra.

Y por último la convergencia. ¿Qué opina?

En España la reforma de 2003 se hizo para que todo cambiara sin que cambiara nada. El problema es que toda Europa se ha ido moviendo y las tensiones son muy grandes. Tenemos 50 regiones con grandes diferencias entre ellas y también dentro de ellas entre los receptores de las ayudas. Y eso cruje por todos los lados. En Castilla-La Mancha puedes recibir 100 euros por hectárea de olivar; en Andalucía los hay con 1.700 euros. Puede haber diferencia entre unas zonas y otras por el valor ambiental o social que aportan, pero no tantas. Y si planteamos la necesidad de que haya una convergencia interna entre los españoles en temas como la Sanidad o la Educación, también es lógico que haya un trato más uniforme en la agricultura. Las diferencias históricas que se crearon en 1992 ya no se justifican. Las organizaciones agrarias de Castilla-La Mancha plantean una convergencia total y en Andalucía todas están en contra. Uno de los problemas que hay es la necesidad de construir país ¿Nos creemos en serio un proyecto de España? Es muy curioso que en este caso las principales tensiones no vienen desde Cataluña o País vasco, sino de Andalucía. Lo que me preocupa es la falta de discusión entre los territorios y dentro de las organizaciones agrarias o de los partidos. Siempre digo que el Plan Estratégico Nacional tendrá que dejar a todo el mundo equilibradamente descontento. Estamos en una situación en la que el tiempo se acaba porque en octubre deberíamos llegar a un acuerdo para presentarlo antes de fin de año a la Comisión.

¿Tendrá que imponerse al final el ministro?

Si se suma al debate de las tensiones territoriales el del debate político son demasiados pocos los ejemplos en los que puedes aceptar que los unos hacen cosas bien que pueden ser aceptadas por los otros. Hay una tensión excesiva en temas de políticas de Estado, como debería ser la agraria... Me gustaría que hubiera una clara mayoría del sector que tuviera la valentía de aceptar un acuerdo equilibradamente insatisfactorio. En Castilla y León, el núcleo esencial de la agricultura lo hacen profesionales. Si lo miras desde Andalucía, tu visión es otra y tienes zonas por ejemplo en Jaén donde tienes pueblos vivos con muchos agricultores a tiempo parcial. Si quieres equilibrar el territorio y gestionarlo sosteniblemente tienes que contar con ellos. Eso tiene un corolario y es que si va a haber más obligaciones y el sector va a tener que asumir su responsabilidad, tiene que recibir precios adecuados por sus productos. Esto es un nudo gordiano en donde las rentas de los agricultores es un elemento esencial. Y ahí todo lo que sea equilibrar la cadena -organizaciones de productores, agencia de información - es indispensable. Hay una frase de Pedro Gallardo que me gusta mucho: “No hay agricultura verde con números rojos”. Para equilibrar el paquete debe haber una decidida actuación a favor de un mayor equilibrio de la cadena para que un producto tenga un precio digno. Si no metes a la gente contra las cuerdas. La transición ecológica y agroecológica solo serán realidad si los agricultores, las empresas, los industriales, la distribución son actores y para eso tienes que ser proactivo, algo que no puedes ser luchando por la supervivencia.

La PAC sigue la estela medioambiental de las estrategias De la Granja a la Mesa y Biodiversidad 2030. ¿Cree que son realistas o responden más a la presión ecologista?

El informe que ha sacado en agosto el Centro Común de Investigación pone las cosas en su sitio. Los objetivos marcados en las Estrategias son políticos y no han sido evaluados de la mejor manera posible, pero lo que también está claro es que la dirección que marca es la que hay que coger. Mi posición es que estoy de acuerdo con aquellos que dicen que los objetivos de las estrategias son excesivos, pero no estoy de acuerdo con aquellos que basándose en eso niegan la necesidad de avanzar todo lo que se pueda en esta dinámica. Que haya que reducir el uso de pesticidas o de residuos, gestionar mejor el agua, avanzar a la agricultura integrada o ecológica me parece indiscutible. Que lleguemos a un 25% de agricultura ecológica en 2030 o nos quedemos en un 20% me da lo mismo, pero que hay que planteárselo como ya se ha hecho con el consumo de antibióticos en la ganadería. No aprovechemos el voluntarismo político de las estrategias para rechazar el sentido político que plantean. Es inevitable si o si.

En su perfil de Twitter tiene el ‘hastag’ sin Ciencia no hay futuro. Es toda una declaración de intenciones clara.

Absolutamente. Para todo, tanto para el tema de las técnicas del CRISPR como para el Mar Menor. Los científicos, y hablo como investigador del CSIC, debemos suministrar a los políticos los mejores conocimientos para que tomen decisiones. Es importante que haya un mayor contacto e intercambio entre la comunidad científica y los políticos. Para mi hay un tema fundamental que hace la Comisión y que no se hace en España. Cada siete años Europa tiene la obligación de hacer una evaluación de sus políticas, de tal forma que se analizan los objetivos perseguidos y se ve los que se debe cambiar o conservar. Esa dinámica es esencial y en España desgraciadamente muchas veces cambiamos una Ley antes de haber podido evaluarla porque ha cambiado la mayoría política o porque ha venido dentro del mismo partido un ministro con otras ideas. Dentro de la Ciencia, la evaluación es un elemento central y permitiría transmitir información rigurosa a los políticos para que luego tomen las decisiones que quieran. Esa sería una gran aportación de la Ciencia.

Con la pandemia el sector agrario se ha visto reconocido por la sociedad. ¿Es flor de un día o estamos virando hacia el envidiado modelo francés?

Desgraciadamente me temo que muchas de las lecciones que hemos aprendido en esta crisis las tenderemos a olvidar. No solo en la agricultura. La crisis nos ha demostrado que en la pandemia o vamos todos juntos y nos vacunamos todos juntos masivamente o aquí no se salva ni Dios. Esta crisis ha demostrado que la sanidad pública y la agricultura son dos elementos esenciales para una salida ordenada. Y vemos que no todos los políticos las dan la prioridad.

El comisario de Agricultura está muy cuestionado por el sector -incluso Planas le reprochó su alineamiento con Timmermans- ¿Está de acuerdo?

Es un comisario que no pertenece a ningún grupo político importante, por tanto con poco peso. Además, si estás al lado de Timermans, que es un buldozer, un hombre extremadamente potente, competente y dinámico, la balanza se inclina más. Por eso los ministros están reclamando un mayor protagonismo en el Consejo frente a la Comisión como un punto de equilibrio. El peso hoy de la administración agraria en Bruselas es menos tanto porque su portaestandarte tiene menos peso político como porque la presión político medioambiental es muy fuerte. Y ahí hay que ser capaces de responder con rigor y con Ciencia. La nueva PAC se comenzó a discutir en 2018 con unos objetivos y poco a poco se han ido cambiando e incluso se anuncia que en un futuro pueden seguir cambiando. Es como si tú estás tirando con un arco y el objetivo te lo están moviendo. Comparto la orientación de fondo, que es lo que nos va a permitir seguir viviendo en este Planeta, pero pongo en entredicho algunos de los objetivos que se marcan. Pero insisto no tiremos al niño con el agua del baño.

A los jóvenes les sigue costando incorporarse al campo ¿Qué está fallando?

La política de jóvenes está pensada para que los hijos de los agricultores sigan la actividad. Es como si te plantearas renovar la administración con los hijos de los funcionarios. En Francia en los liceos agrícolas de enseñanza superior, el 85% de los alumnos no viene de la agricultura. El problema de fondo es que además de insistir en que los hijos de los agricultores continúen con la actividad no se haga una política proactiva para que los hijos de los no agricultores entren en el sector. Seguimos con esta política que ha demostrado su fracaso. Hay otro problema que son los nuevos agricultores. Cuando yo empezaba a estudiar lo lógico era seguir el camino trazado para toda la vida. Hoy, muchísima gente cambia de rumbo a mitad de camino. Emprende una cosa y a los diez años hace otra. Esos están ausentes de nuestra política.